Por: Carlos Gallego
Inspector Jefe Distrital de Salliqueló con extensión a Pellegrini
“Imagínate a todo el mundo, compartiendo el mundo”
“Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único”
John Lennon
Este mensaje tan simple y tan poderoso de la canción “Imagine” me traslada a una escena paralela de un esperado regreso a clases aún sin fecha cierta. Un escenario esperanzador, con la expectativa de imaginar y repensar algunos aspectos naturalizados, que fueron desafiados por la pademia y nos permitirá repensar el formato tradicional de nuestra educación.
Imagino un regreso a clases lleno de abrazos. Los abrazos que hablen de comprender el valor de “los otros” en nuestras vidas, de los que estremecen el alma, con el amor que marca a fuego la educación en sí misma.
Imagino una escuela comprometida con la diversidad, una escuela interpelada continuamente en sus formatos y en sus prácticas docentes, una escuela entretenida y con mucha movilidad, con estudiantes que encuentren otros sentidos para ir a clases.
Imagino aulas que provoquen en sus actores principales y secundarios la curiosidad y la creatividad, aulas que utilicen la tecnología y a las que atraviesen los valores para descubrir el sentido de la vida, aulas que desarrollen la empatía.
Imagino estudiantes que demanden y pidan cambios, pero también que miren y escuchen, que sea un regreso socializador, que compartan charlas con amigos y con docentes, que amen la escuela, que realicen deportes al aire libre.
Imagino docentes que continuamente se capaciten, con objetivos claros, entusiasmados y apasionados por lo que hacen, que utilicen las pantallas como lo han hecho en estos tiempos de cuarentena, que la virtualidad no sea más un obstáculo sino un medio, con la ventaja de poder sumar la presencialidad, el contacto cotidiano, el intercambio que provoca el aula, tan añorado en los tiempos de aislamiento.
Imagino a las familias cooperando con todos los actores de la escuela, que valoren la experiencia pedagógica de este tiempo, que hayan fortalecido la paciencia al desarrollar clases en casa.
Imagino que todos y todas somos otros y que este tiempo de incertidumbre y de aislamiento, que nos ha cambiado la rutina nos permita revalorizar el rol y los modos de ser docente, lo insustituible del aula y la inercia pedagógica que en él se desarrolla.
Imagino la alegría, los colores, los guardapolvos y el brillo de los adolescentes. Imagino paredes alegres y pisos con marcas de vida, imagino aromas de esperanza y luces de futuro.
“Imagino a todo el mundo… compartiendo el mundo escuela”.