El intendente de Trenque Lauquen habló tras haber vuelto a la función. Con otra perspectiva y una vida más sana, el jefe comunal de la Cuarta recuerd
El intendente de Trenque Lauquen habló tras haber vuelto a la función. Con otra perspectiva y una vida más sana, el jefe comunal de la Cuarta recuerda con gracia anécdotas y vivencias, y se anima a contar ¿Cómo duermen los políticos?, en una entrevista con la revista La Tecla.
Miguel Fernández, intendente de Trenque Lauquen, retoma sus actividades luego de una licencia por un infarto que le hizo replantearse algunas cosas. Familia, recuerdos, crecimiento político y condimentos de color.
– Tenés cuatro hijos: Pilar, Tomás, Camila y Manuel ¿Qué edades tienes? ¿A qué se dedican?
Pilar tiene 35 años, es viróloga y está trabajando en Estados Unidos, en un laboratorio en Washington States, se dedica a la ecoepidemiología, trabaja en transmisión de enfermedades por vectores. Trabajó en Argentina con chagas en la Facultad de Ciencias Exactas, y después se fue a hacer la beca posdoctoral a Columbia, en Nueva York, y trabajó con la enfermedad de Lyme, que es transmitida por garrapatas, y ahora está contratada en la Universidad de Pullman, en Washington States, en la Costa Oeste, para montar su propio laboratorio.
– Le está yendo muy bien
Sí, le está yendo muy bien. Su marido es médico, es terapista en Nueva York, vivió la pandemia bien de cerca. Es asesor mío, cuando quiero saber qué están haciendo lo llamo a él. Y está muy metido en todo lo que es coronavirus.
El hijo que le sigue a Pilar es Tomás, que tiene 34 años. Es economista, trabaja en Londrés en un banco suizo hace ya varios años. Camila tiene 27 años, es Comunicadora Social y vive en Bariloche y Manuel tiene 23 y está estudiando medicina en Buenos Aires.
– Todos se fueron lejos
Sí, estamos solos con mi esposa. Eso también me permite tener más libertad para dedicarme a la gestión. Es difícil la gestión con chicos chiquitos, porque los ves poco, pero ellos siempre han sido muy independientes. Mi esposa es médica al igual que yo, y cuando los dos trabajábamos mucho y teníamos mucho desarrollo en las clínicas, en el hospital, y los chicos estaban mucho con sus abuelos, siempre tuvieron mucha libertad.
– ¿Cómo fue sentir el «nido vacío»?
No tuvimos mucho nido vacío. Cuando Manuel terminó yo ya estaba empezando la gestión como intendente, mi mujer era jefa de pediatría en el Hospital, después empezó a ser directora asociada y finalmente Directora Ejecutiva de la Región Sanitaria II, así que viajaba todos los días a Pehuajó, y con lo que es la gestión municipal y el trabajo profesional de mi mujer no teníamos mucho tiempo.
Manuel juega al rugby, en ese momento más, y tratábamos de ir a ver los partidos a Buenos Aires. A veces la gestión te quita la libertad para el anonimato, para tener cierto nivel de intimidad y libertad de hacer este tipo de cosas como ir a ver a tus hijos, viajar y estar con ellos, pero tenés otras responsabilidades que te obligan a quedarte. A los chicos en el exterior los vemos poco y nada.
-Y ahora con la pandemia imagino que es más complejo todavía
Sí, cuando yo estuve internado por el infarto justo se había dado la situación de que mi hija mayor, Pilar, venía con mi única nieta, Jazmín, que tiene un poquito más de tres años, a Argentina. Estaba previsto el viaje y justo me infarté. Cuando salí de alta, Pilar ya había venido desde Estados Unidos, pude disfrutar a mi hija y a mi nieta, un poco maltrecho, en la recuperación, pero disfrutarlas al fin.
También vino Camila de Bariloche, Manuel también vino acá y faltó Tomás, pero pude estar con ellos, disfrutar de la familia los días que estuve fuera de la gestión. Ahora ya volvió cada uno para sus lugares.
-Imagino que la distancia debe haber acrecentado la preocupación
Sí, lo fue. Cuando estuvieron acá me ayudaron, fue lindo tenerlos en casa, disfruté un poco la vida en familia, que es lo que a uno le gusta hacer: disfrutar, charlar, cocinar, estar juntos, hablar de proyectos, historias.
– ¿En qué cambió tu perspectiva después del infarto?
Estoy tratando de cambiar muchas cosas. Soy medio adicto al trabajo, vivía adentro de la Municipalidad, no tenía horarios, ni horarios con la comida, me gusta comer todo, lo salado y lo dulce, y estaba muy gordo. Nunca le di mucha bolilla al tema de la salud, aún siendo médico, y nunca había tenido nada serio de salud, esto fue de golpe, sin aviso, y te obliga a replantearte un montón de cosas: la intensidad del trabajo, la rutina, tener horarios para almorzar, descansar un poco, caminar un poco. Ya bajé diez kilos, me siento muy bien. En el hospital me hicieron la cirugía y me destaparon las arterias prácticamente en 40 minutos, prácticamente no me quedaron secuelas.
Me tengo que acostumbrar a tomar remedios, que antes no tomaba nada. Me hizo sentar cabeza.
– ¿Tenés que tomar alguno de por vida?
Sí, algunos todos los días, otros no. Omeprazol, aspirina, beta-bloqueantes, para el colesterol, protectores gástricos por tomar tantas pastillas.
– Un cóctel
¡Sí, un cóctel! Decí que no engordan. Son un montón de pastillitas, tenés que tener paciencia, acordarte, pero me siento muy bien. Lo más difícil es cambiar el estilo de conducción (en la política). Entre los intendentes debe ser para todos muy parecido, yo soy de meterme en todo, me gusta mucho la obra pública, me meto en cada cosa que hacen las secretarías, y soy bastante exigente y perfeccionista, entonces eso te genera estrés. Hay que tratar de cambiar algunas cuestiones, trabajar más en equipo, delegar más y poder tener un poquito de vida propia.
Un intendente muerto no sirve, así que preferible un intendente menos eficaz pero que sobreviva.
– ¿Te acordás qué estabas haciendo en el momento que tuviste el infarto? ¿Pudiste reconocerlo?
Fue a las 12 de la noche y había terminado de ver una película de terror con mi mujer. No fue la película de terror lo que me lo causó (risas). Empecé con dolor muy intenso, en ese momento me di cuenta que era un infarto. Me levanté, fui a tomar agua y era cada vez peor, así que fui a la pieza y le dije a mi mujer: «No te asustes, agarremos el auto y vamos al hospital que estoy infartado». Y fuimos en el auto porque tardábamos más en pedir una ambulancia. Llegué al hospital y ahí me atendieron.
– Lo tomaste con calma. Asumo que tu conocimiento como médico te ayudó porque pudiste reconocerlo, pero de todos modos cuando te pasa, no debe ser fácil
En mi caso fue tan intenso y tan típico el dolor…hay otros tipos de infartos en los que no hay síntomas tan intensos, son atípicos, no te duele el pecho. En cambio a mí me dolía el pecho, intenso. En los libros de medicina viejos la descripción de un infarto era «sentís la pata de un elefante que te aprieta el pecho», y puedo garantizar que en mi caso yo sentía el elefante sentado arriba.
Hasta que me destaparon las arterias, pasó un tiempo muy corto. Es muy difícil llegar a un hospital, que te atiendan tan rápido -y no por ser el intendente-, que tengas hemodinamia casi al lado de la cama, que vaya el equipo de hemodinamia a los 10 minutos y que empiece a intervenir para ponerte el stent.
Ahora estoy impecable de carrocería. Estoy bárbaro ahora. Estoy andando a 80 km, no lo saqué a la ruta, no lo pisé, no lo aceleré (risas).
– Hablemos sobre tu trayectoria, cómo y cuándo empezaste a militar, tu interés en la política
Empecé a militar en 1982 seducido, entusiasmado con el referente de Raúl Alfonsín. Empecé a militar en Ciudad de Buenos Aires, milité en Renovación y Cambio en Belgrano, que es el barrio donde vivía, y el objetivo de muchos de nosotros, jóvenes, era que Alfonsín fuera presidente y lo fue. El objetivo mío se dio por cumplido. Mi viejo se hizo radical y salíamos juntos a afiliar gente, en ese momento la meta política de todos los jóvenes políticos era afiliar, en el año 83, 84.
Después inicié la residencia médica, seguí vinculado con el partido y con la política pero nunca ocupé ningún cargo ni me interesaba, estaba concentrado en mi actividad como médico que se había recibido, que entraba a la residencia en el Instituto de Investigaciones Médicas.
En el año 86 me fui a vivir a Trenque Lauquen, comencé a militar, iba de vez en cuando al Comité pero estaba muy concentrado en lo profesional, en desarrollarme en cosas que había ido a hacer a Trenque Lauquen, al igual que mi esposa.
En el año 2003 me empezaron a invitar a participar al partido otra vez. No hice mayores participaciones, excepto algún asesoramiento, acompañamiento. Nunca formé parte de los equipos de gobierno radicales de Trenque Lauquen, que del 83 en adelante fueron todos radicales, y en el 2008 me invitan otra vez, en 2007 fue la primera vez que el radicalismo perdió (ganó Jorge Barracchia) y empecé a militar activamente, mis hijos ya estaban grandes.
En 2009 fui electo concejal y renuevo mandato en el 2013, en el 2015 fui candidato a intendente, competimos en las PASO cuatro candidatos por Cambiemos, me eligen en la interna, gano la elección general y renové ahora en 2019. Esa fue mi trayectoria como radical y en Cambiemos, y ahora circunstancialmente me eligieron el año pasado como Presidente del Foro de Intendentes radicales, pero estoy de licencia, habrá que ver si los funcionarios quieren que vuelva como presidente (risas).
– Viviste en Belgrano, naciste ahí ¿Qué te llevó a Trenque Lauquen?
Mi esposa es de Trenque Lauquen, pero la convocatoria no fue por ella, sino por unos colegas que querían montar un centro de diálisis en Trenque Lauquen, yo soy médico nefrólogo. Me convocan sin saber que mi mujer era de allá. En el 86, cuando vinimos a vivir acá, esto era una isla, estaba rodeada de agua producto de la inundación y yo tenía la opción de ir a vivir España por una beca, pero me gustó Trenque Lauquen, el desafío. Siempre fui muy emprendedor, y preferí el desafío de afrontar algo nuevo que no estaba acá, la tecnología no existía, era todo a pedal, muy artesanal todo.
Así fue que vinimos a vivir con mi mujer, rodeados de agua. Me acuerdo que una noche, al poquito tiempo de haber llegado, la consiga era «Se inunda la ciudad». Todos los libros de medicina, que eran nuestro patrimonio, estaban todos arriba de la mesa del comedor esperando que se inunde la casa. Eso finalmente no pasó, fue en el año 1986.
Pusimos a funcionar la primera terapia intensiva en Trenque Lauquen. El motivo fue el desafío de cumplir con un pedido de formar un centro de diálisis y una terapia intensiva, que fue lo que hicimos cuando vinimos
-Antes tu mujer vivía con vos en Buenos Aires
Sí, nosotros nos pusimos de novios en la facultad, en quinto año. Ella es médica pediatra e hizo la residencia en el Hospital de Niños de Buenos Aires. Entramos juntos a la residencia, cada uno a su hospital, la terminamos juntos y vinimos para acá, donde empezamos a trabajar en el hospital, en la clínica. Mi mujer fue una de las fundadoras, junto con otros colegas, de la primera neonatología que hubo acá en Trenque Lauquen. Los dos siempre hemos sido muy emprendedores, de hacer cosas que no había.
Después hicimos especializaciones, un MBA en 2004, nada que ver con la política, pero siempre me gustó tener una visión mucho más amplia más allá de la profesión de médico, así que hice un MBA durante dos años en Buenos Aires. Estamos acostumbrados a viajar, hacer cosas, especializarnos, mis hijos capturaron un poco eso. Y terminé como intendente (risas)
– Inesperado pero bien
Sí, nunca fue mi objetivo vital, siempre fue hacer las cosas bien como concejal, preparar proyectos, colaborar con el gobierno aunque fuera de la «contra», entre comillas. Nunca fui un concejal cascoteador ni de complicar las cosas, sino que intentaba resolver los problemas. Siempre digo que ganamos las elecciones sin criticar al intendente que salió, sino todo lo contrario. Trenque Lauquen tiene esa idiosincracia, no le gusta la política beligerante, sino más constructiva.
– Te gusta hacer treking ¿Lo seguís practicando?
Tengo una conexión muy fuerte con la montaña. Mi segundo hogar es Bariloche, toda mi familia lo adoptó como segundo hogar, viajamos mucho allá, y obviamente me encanta la montaña: en invierno, en verano.
Caminar en la montaña también me apasiona. Ahora un poco maltrecho, me tomé dos semanitas en esta licencia de infarto y fui a Bariloche, a una casa que hicimos hace muchos años, pero obviamente que todavía no estoy para subir montañas (risas), pero me da mucha paz, a todos nos gusta mucho la montaña, mis hijos son buenos esquiadores, tienen la misma pasión que tenemos mi mujer y yo.
– ¿Cuál fue la actividad que hiciste durante la licencia que ahora extrañás?
La verdad que ninguna. Ahora trato de caminar mucho, me lo tomé como obligación, camino una hora u hora y media por día, y trato de hacerlo en el campo para que nadie me interrumpa, porque es difícil caminar. Por más que use barbijo o me ponga gorra me reconocen y me paran, me preguntan, me dicen «Que bueno que volviste», «Tengo una idea, tengo un proyecto, te paso tal cosa, sacame el árbol, el vecino…», es muy difícil caminar en el pueblo, así que me voy al campo a caminar.
Eso es algo que hago ahora y que empecé a hacer sistemáticamente cuando pude hacerlo con indicación médica después del infarto.
También trato de cocinar, me gusta mucho cocinar y ahora tengo que hacerlo distinto, peor intento hacerme el tiempo para prepararme la comida para la semana, que sea más sano de lo que comía habitualmente
– ¿Tenés alguna especialidad?
Me gusta todo, pero ahora como todo light, con verduras, más fruta, menos carne.
– ¿Te aburre un poco ahora la comida?
No, la verdad que no. Cuando te pegás el «julepe» que te pegás, pasa el helado y decís «No quiero», jamón crudo «No quiero». Ni dudás la respuesta, todo es «no quiero» (risas).
Trato de tomarlo desde ese lado, porque si me pongo a pensar en lo que hacía, en lo que me encantaba, soné, la tentación es terrible, me lo banco muy bien, y soy bastante obsesivo compulsivo, en el sentido de que si me pongo una meta soy muy perseverante. Cuando yo me propongo un objetivo, lo cumplo. Lo que digo siempre es que no soy tan inteligente, sino muy perseverante.
– ¿Cuál es tu ritual antes de ir a dormir?
Me gusta ver televisión en la cama. Producto de la pandemia y la convalecencia estoy muy enganchado con muchas series de Netflix. En general trato de cenar, ahora ceno mucho más temprano y ver alguna serie y dormirme temprano para levantarme temprano y corto al mediodía, algo que antes no hacía, entonces tengo que ajustar mejor los tiempos para poder tener continuidad en la gestión y poder organizarme mejor.
¡Y duermo en calzones! Me gusta sacar las patas afuera de la cama, no me gusta dormir abrigado, me gusta más el frío que el calor. Cuando la cama está muy caliente no me puedo dormir.