Coldem es la historia de una amistad muy poderosa que trascendió el tiempo. Es también la historia de tres chicos que soñaban ser doctores en Química,
Coldem es la historia de una amistad muy poderosa que trascendió el tiempo. Es también la historia de tres chicos que soñaban ser doctores en Química, pero eso no los conformó y se animaron a reformular su sueño contra viento y marea. Hoy todos producen cerveza, lejos de los ámbitos acádemicos, una muestra que los caminos de la vida están plagados de sorpresas.
Dacio Iglesias es un joven empresario de Trenque Lauquen. En algún lugar de su casa tiene archivado un diploma de la Universidad de La Plata que dice con letras doradas que es doctor en Química, y que fue becario del Conicet. Pero a mitad de camino, y contra todos los conceptos que la sociedad impone para los universitarios “exitosos” se inclinó por la búsqueda de un producto en una industria que por aquellos años parecía lejana: la cerveza artesanal.
La génesis de Coldem es la Universidad de La Plata, y el primer semestre de la materia Química Inorgánica 2 en el año 2011. En esa charla de amigos, surge la posibilidad de experimentar y elaborar cerveza artesanal. De aquel encuentro participan tres compañeros de estudio: el trenquelauquense Dacio y los platenses Leandro Conti Persino “el Colo” y Matias Marina “el Mono”.
“El Colo” es quien había hecho un curso universitario de elaboración de cerveza, aunque por aquellos años no era difundido el tema, más aún, recuerda hoy que sólo había 2 cervecerías artesanales en La Plata. “Hicimos la primera cocción en el quincho de la casa de sus padres” y así empezó la historia de tres chicos que no estaban tan a gusto en el aula universitaria.
“Es que la licenciatura en química está muy asociada al desarrollo y la investigación que no tiene tanto campo privado en nuestro país, entonces siempre estás estudiando e investigando. Una vez que me recibí, hice el doctorado de 5 años y cuando lo terminé tenía otra beca postdoctoral y decidí bajarme” cuenta Dacio hoy en una entrevista con FM Tiempo 91.5 Mhz.
Las pruebas incipientes de la elaboración cervecera en el año 2011 determinaron que ese sería un camino a desarrollar, pero para el año siguiente ya no eran tres sino dos. “El Mono” abrió su propio camino cervecero que hoy es Cervecerías Kym en La Plata, y los dos restantes crearon Coldem (una asociación de apodos Colo y Demonio).
“Seguíamos cocinando en el quincho y comercializábamos en un circulo muy cerrado de amistades y allegados. Nuestra primera aparición pública fue en la Fiesta de San Patricio de La Plata donde vendimos 400 litros”. Su vida entonces estaba dividida entre la beca del Conicet y la cerveza “salía de la facultad a las 16 y me iba a hacer cerveza hasta la noche”. Su socio decidió no continuar el doctorado, también con dudas existenciales sobre el ámbito académico y emigró a Nueva Zelanda, siguiendo la ruta de la cerveza. Luego vivió en Australia y España “siempre vinculado a la industria cervecera”.
Con el título de doctorado bajo el brazo, Dacio pegó la vuelta a Trenque Lauquen en el año 2017 para fortalecer sus raíces y relanzar su propia marca.
-¿Cómo tomó tu familia que decisite volver siendo doctor pero no para ejecer sino para hacer cerveza?
-Desde el 2011 era ya una persona independiente, ellos me apoyaron. Seguramente les habrá llamado la atención luego de 10 años de carrera, pero yo tenia en claro que quería hacer.
-¿Y qué pasó en aquellos primeros años en la ciudad?
-Me volví a la ciudad. Un amigo que es abogado me ayudó a montar la fábrica en una vivienda en construcción que tenían mis padres. En aquellos años era incipiente el movimiento cervecero local y ningún local gastronómico vendia cerveza artesanal local. Los principios no fueron fáciles porque no estaba instalado el mercado para este producto aún; a mi amigo le sale un trabajo de su profesión y se va, entonces ahí entra a colaborar mi hermana.
-¿En algún momento dudaste de la idea?
-Siempre tuve fe en la idea. Al poco tiempo de instalarme aquí me convocó una empresa química para trabajar y ofrecerme un cargo importante y lo tuve que rechazar, fue ese el momento que tuve que elegir y pensar. Hay días que las cosas no salen bien, y pensás qué hago acá (ríe).
Con la fábrica montada en la ciudad y la experiencia obtenida a lo largo de los años, Dacio sabìa que había logrado con Coldem un diseño equilibrado de la cerveza y que estaba para lanzarse de lleno en el mercado que justo coincidió con el “boom” cervecero “eso generó una puja de precios como ocurre en cualquier mercado y mucha veridad. Nosotros logramos instalar nuestra propia venta de cerveza en Riel y Co, tener una boca de venta es importante para un productor”. Luego de ser punto de venta exclusivo, pasaron a tomar las riendas del bar, lo que significó mayores desafíos.
Además de su vocación emprendedora, Dacio Iglesias demuestra su compromiso con la sostenibilidad del producto, y por eso hace unos años pasó a producir la propia miel que la fábrica utiliza para la producción del estilo honey.
“Para elaborar este estilo utilizaba más de 300 kilos de miel por año que me los proveía un amigo al que ayudaba en la práctica y una vez pensé que tenia que tener mi propia producción y surgió la posibilidad de comprar 150 y ahora tenemos 220 colmenas”.
Hoy dice que la marca está consolidada “al igual que la de nuestros colegas” los que surfearon la ola del boom de hace unos 5 años y permanecieron en el mercado. Esta semana mudó su fábrica a unas instalaciones de la calle Chaumeil y emprede un proyecto nuevo: “la idea es que sea abierta al público, que la gente pueda ver la cocción y comprar, es algo que se impuso así en las grandes ciudades”.
Con el bar (donde no sirven cervezas industriales), las colmenas, la fábrica, Coldem comienza a cerrar un círculo de producción y comercialización “si sos emprendedor y constante en algún momento salís adelante” dice. Hoy produce decenas de “estilos” de cerveza negra, roja, rubia, ipa, etc. y no le gusta quitarle el ojo de encima “siempre cociné yo, me gusta estar encima del proceso”.
Aún hoy sostienen la amistad de tres químicos que soñaron con delantales blancos y cuadros de títulos colgados en sus laboratorios, pero los caminos de la cerveza los condujo a lugares que no imaginaron pero que disfrutan día a día; tanto como el sabor de una cerveza artesanal.