Manuel Capobianco, de Trenque Lauquen, comenzó con el picado a los 25 años. Enamorado de las máquinas cuenta que desde chico, una de las cosas que más
Manuel Capobianco, de Trenque Lauquen, comenzó con el picado a los 25 años. Enamorado de las máquinas cuenta que desde chico, una de las cosas que más le gustaba era subirse a los tractores y a las picadoras en el campo su familia. Ahora tiene 27 años y pudo cumplir su sueño.
“Con 19 o 20 años había aprobado el primer año en el ISEA -Instituto Superior De Enseñanza, Estudios y Extensión Agropecuaria de la SRA- y volví a Tranque Lauquen para iniciarme en el picado, primer intento, pero a la familia le pareció que era muy chico aún, entonces conseguí entrar para como pasante durante 4 meses, en la planta de Claas, Oncativo.
Luego, regresó a Buenos Aires para terminar la carrera. También comenzó a estudiar abogacía en UADE y a trabajar en una compañía agente de bolsa. Quería tener su independencia económica.
Así, ahorró el dinero y con él decidió abrir una casa de empanadas al paso, cuando ya corrían los últimos meses de la presidencia de Macri. “Estaba buscando local y se declaró la cuarentena, era marzo del 2020. Entonces me enfoqué en mi estudio de abogacía».
«Ya en el segundo año de la cuarentena me llama mi abuelo Manuel (86) desde Trenque Lauquen para hablar del negocio de la picadora de forrajes. Era algo que me había apasionado desde chico, cuando picaban en el campo de mi familia, yo iba a mirar, me subía a los tractores y a las máquinas”.
Para seguir la historia dice, “En ese momento, se había disparado el dólar y llegaba al 70% de diferencia con el oficial y yo tenía la plata como para retirar una máquina. Pero solo con la picadora no hacés nada». Entonces, encontró en la web una embolsadora, que compró a pagar con un anticipo de 5000 dólares que le habían quedado como resto de la compra de la picadora”.
Con emoción recuerda, “no tenía camioneta ni plata para el gasoil. Así fue que le compré el tanque petrolero a un albañil de la zona, lo limpié y ya podía empezar porque tenía embolsadora y picadora, y contraté los camiones. El gasoil lo saqué a pagar a 120 días”.
“Luego, lo fui a ver a mi primer colaborador, me acuerdo que el hombre me miraba extrañado, porque yo andaba en un Gol y le decía que iba a picar, cuando en general los picadores son gente más consolidada, gente de más edad, otra estructura, y yo no tenía nada. Y la persona primera que llamé me sigue acompañando hoy y es el encargado del equipo”.
De la casa de empanadas a contratista rural: el joven que se reinventó en la pandemia y cumplió su sueño https://t.co/vKJGevjpq6
— Clarin Rural (@clarinrural) August 27, 2023
Hace memoria, “para la casilla, agarré una vieja de mi familia que la restauré toda, como pude. En realidad, yo venía de cobrar un sueldo de comercio de 60 mil pesos en Buenos Aires, y recién llegado a Trenque Lauquen ¡estaba endeudado en más de 400 mil dólares! No sabés lo que era mi cabeza. No dormía, adelgacé un montón de kg, porque si bien sabía que mi familia me iba a dar una mano si me pasaba algo, precisamente lo que no quería era que ellos me socorrieran y ¡quería hacer todo por mis medios!
“Gracias a Dios ese fue un año que llovió muchísimo, y el arranque fue en octubre de 2021. Mis dos primeros colaboradores siguen conmigo y me ha pasado que al principio de la campaña andaba con la cabeza tan quemada que no teníamos banquetas para sentarnos a comer”, recuerda.
“Tenía claro que debía hacer trabajar la máquina al máximo. Recuerdo que el primer año renegamos muchísimo porque no andaba el recolector, no andaba la máquina, debido a que la bajaron del carretón y salí a trabajar porque ya era octubre y por eso no pude mirar ni reparar nada”.
“Pero siempre alguien te da una mano, un empujón, y bueno yo le he agradecido a los chicos que me acompañan. Hay algo muy importante para el personal después de tantos días en el campo, renegando tantas horas, y es estar cómodo. Comer, dormir cómodos y bañarse con agua caliente, y nosotros teníamos eso, pero todo muy precario. Y no me daba cuenta porque estaba con la cabeza en otra cosa. Comía algo, para luego dormir y listo, al otro día lo mismo”.
“Es año hicimos una campaña muy buena pero no me animé a gastar nada, porque no sabía cuántas hectáreas de maíz iba a hacer ni como andaría el equipo. Recuerdo que alquilé tractores, y que calculaba las hectáreas que mi familia me daría para picar y de pronto apareció un cliente grande que sumó 350 ha y me salvó las papas. El hombre estaba apurado para hacer el silo y no había llegado su picador, en ese momento era un montón para mí y anduvimos muy bien”.
Se va la segunda
“Terminada la primera campaña empecé con las compras, en el 2022 que no era un año muy bueno, pero todavía no había los problemas de 2023. En ese momento pude sacar en una agencia de Trenque Lauquen un tractor usado a pagar a 3 años y todo sin carpeta, por eso en el banco no me podían dar nada”.
“Empezamos con los chicos a armar el palón, le alquilé un tractor a un tío, compré un camión, reparamos la picadora para no renegar, compré un tanque grande para el gasoil, fabricamos una casilla en el galpón de acuerdo a nuestras comodidades según la gente que éramos, con dos duchas, comedor grande con aire acondicionado”.
“Para la segunda campaña salimos un poco más acomodados, aunque no del todo, y también hicimos muy buen trabajo. Si bien no fue un año llovedor, pudimos tomar clientes nuevos, incluidos algunos grandes para la fina. También mantuvimos las hectáreas del año anterior y hacer 200 más a pesar de que fue un año malo, pero como digo, la campaña fue buena porque que tomamos nuevos clientes”.
Luego se lamenta, “Ahora, en lo que es maíz no puedo crecer mucho más, porque no tengo capacidad de máquina, intenté su cambio, pero estamos en un año muy complicado ya que, al no entrar máquinas nuevas, no hay usadas, luego se agrega la incertidumbre de un año electoral y no sabemos que va a pasar”.
“Una cuenta que hago es que nosotros arrancaremos a picar de nuevo en octubre, y ya tenemos el trabajo semi cotizado porque ya se sabe más o menos que valores vamos a cobrar, asique este año será un año difícil ante cualquier eventualidad que ocurra el medio, porque los pagos son de 30 a 60 días. Recuerdo que mi primer año los pagos fueron hasta 120 días, el segundo hasta 90 y este no se ni cómo lo cobraré”.
«Este año intenté cambiar porque con 27 años, tengo toda la energía y las ganas de seguir creciendo, y me duele mucho tener que decir no puedo tomar ningún cliente nuevo. Es algo realmente malo, no me gusta en mi tercera campaña decir no puedo tomar ningún cliente nuevo».
El tractor
No obstante, este año compraron una segadora y un tractor. de la mano del banco. «Cuando fui a la agencia y ví el tractor adjudicado a Manuel Capobianco le saqué una foto porque si bien estoy empeñadísimo, veo que todo crece, que los chicos van creciendo de la mano conmigo, porque uno compra un camión, el otro acomoda otra cosa, eso hace que este muy contento».
«Mi madre es contadora, mi abuelo que siempre me ayudó mucho, y mis dos tías, hermanas de mi madre. Tienen tambo, una de las tías es Ingeniera Agrónoma y la otra es veterinaria especializada en nutrición».
«Y yo siento que soy el que exprimió los frutos de ellas porque me apoyé mucho en ellas y en mi abuelo, que me ayudó con su empujón, y en el día a día mi mamá me maneja los papeles con lo cual se puede alguien imaginar la tranquilidad que me da. La ingeniera me da mucha mano y con la veterinaria estamos continuamente hablando».
El equipo y el trabajo
La picadora es 2013 de 400 HP con cabezal rotativo. Buscó una maquina más chica y menos vieja con el miedo de no conseguir repuestos, y con 25 años, sin la experiencia de alguien que hace 15 años que viene desarmando máquinas. Lo mío era hacerme, con lo que tiene el picado que cada hora es oro. No podés tener la máquina parada en un campo nunca, porque aparece el dueño para saber que esta pasando. Por lo general, el silo tiene que ser ¡ya!, todo muy intenso.
El primer año picamos 2000 ha, en el segundo 2600 ha. Ahora viene el tercero y apuntamos a hacer 400 ha más de fina (alfalfa, que es mi fuerte, y también cebada con alguna avena esporádica), y para la gruesa mantener los clientes, prestando un muy buen servicio hasta que podamos cambiar la máquina en total apuntamos a hacer 1.300 ha de fina y 3.000 en total.
Ahora me asocié a la Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros con el objeto de profesionalizar mi trabajo más aún, de la mano de gente que tiene 10 picadoras y sabe mucho de análisis de datos, y también con ganas de ir para el norte, a otras zonas donde pueda extender la campaña. Porque en Trenque Lauquen ya no hay más cultivos para picar, y veo que muchos siguen la campaña en el norte, en Entre Ríos y en otros lados. Creo que esa es una buena opción para seguir trabajando ya hacer valer mi máquina.
El problema es que para mover el equipo se precisa una estructura muy bien armada, buenos camiones, buenos tractores, ya que comienza a trabajar en lugares donde uno no conoce con lo cual los riesgos son otros, con clientes desconocidos. En mi zona, me llama un nuevo cliente y se quién es, si me pagará o no.”
Por otra parte, Manuel señala que le faltan solo dos materias para recibirse de abogado, un objetivo pendiente que tiene para cumplir con su madre, y que pronto habrá cumplido.
Nota y fotos Clarin