Una historia de opresiones, de rebeldes, revoluciones y personajes capaces de desafiarlo todo y también hacerle un guiño al humor y a la sátira. E
Una historia de opresiones, de rebeldes, revoluciones y personajes capaces de desafiarlo todo y también hacerle un guiño al humor y a la sátira. Ese es el mundo en el que habitan los guionistas y dibujantes de las historietas, un género gráfico muy añejo que sobrevive a la era digital y nos sigue atrapando con sus pinceladas de acción y aventuras.
Pablo Castillo tiene 44 años, nació en Mar del Plata, y desde muy chico se interesó por los cómics. Gracias a su familia que le compraba las revistas, el género le entró desde lo visual en el inicio, luego por la trama. Entonces primero quiso dibujarlas y luego escribir los guiones.
Desde hace unos años vive en Trenque Lauquen, y como la historia de sus personajes, hizo comics desde muy chico pero durante un tiempo se separó de su oficio de dibujante, hasta que un encuentro en la Biblioteca Rivadavia le devolvió el arma al cuerpo, y volvieron los trazos blanco y negros, las sombras marcadas, las historias sin fin.
Su trabajo como diseñador y docente, lo obligó a abandonar el arte de ilustrador al que retornó en 2015. “Lo recuperé a instancias de Néstor Martin y Germán Villamor” recuerda en una entrevista con FM Tiempo 91.5 Mhz, y cuándo no, citando a dos de los que saben mucho de arte.
“Germán estaba en un taller de historietas en la Biblioteca y bueno, yo me puse a dibujar ahí y rápidamente dijimos vamos a hacer algo” y ese algo fue una revista. Después de 15 años “me volví a conectar con el dibujo y con el arte”.
Sus inicios se remontan a su infancia en Mar del Plata. “Me compraban mucho para leer de chico y miraba los dibujos de las historietas, los colores y decía ¿cómo hacen para hacer esos colores tan prolijos, esos dibujos tan perfectos? me daba una curiosidad enorme, me cautivaba, todas las historietas vengo de una familia que leía mucho”.
Su tarea es de ilustrador y no hace pinturas. Del mismo modo, su mundo es blanco y negro. “Me mandaron a aprender dibujo y pintura. Había un historietista que viajaba a Mar del Plata a dar cursos Ariel Olivetti, con él hice el crack quería hacer esto, él me dio todas las herramientas para dibujar la anatomía humana. Me la pasaba dibujando todo el dia”.
Años más tarde volvió de la mano de Villamor y Naki “y con Pablo Armas, sacamos una revista de historietas que se llamó Arte 9, porque la historieta es el noveno arte, y sacamos esa revista en el 2016. Llegamos a hacer tres números muy pausados uno del otro, sin una línea editorial fuerte, sin publicidades, todo a pulmón. Delirio total” recuerda.
Editaron 3 números con colaboraciones de guionistas e ilustradores de distintos lugares del país. “La historieta es un género en sí mismo y a su vez admite contenido de distintos géneros igual que el cine. Como ciencia ficción, comedia, drama, cosas más narrativamente experimentales, cosas experimentales desde el dibujo. Nosotros hacíamos algo así algo narrativo en base a los estereotipos narrativos que veíamos del cine”.
Destacó la supervivencia del papel “la historieta no perece, como la radio es un medio noble. Hoy hay ventas en pdf. También hay artistas que publican gratis para hacerse conocer y generar contactos”.
Además de hacer historietas pone su arte para hacer ilustraciones de libros. “El año pasado ilustré el libro de Eduardo Solari Adot, también para la editorial Miércoles 14 una editorial independiente de Rosario que publica de autores célebres material que no se había traducido nunca al español”.
Destacó la escuela “estilista” de dibujo argentina “que se caracteriza por el uso de la sombra, a diferencia de la de EEUU y la europea”.
Ahora quiere reeditar Arte 9 “para mi es un mundo, algo fascinante y ocupo una parte importante en vida. Estudié de todo un poco y trabajé de todo un poco, todo eso me ayuda para dibujar”. Da clases de dibujo creativo y el sábado 30 dictará un taller en la Biblioteca.
“El dibujo es una parte de mi, un medio de expresión, algo que va mas allá, la letra te identifica, pero el dibujo es un grado de identificación más íntimo aún, aunque sea un garabato es algo que te identifica, es la vinculación con la parte creativa. Me encanta dibujar cosas de épocas, me transporta a otra época, son esas cosas que son nobles e inmortales en su ejecución, por eso te vinculás tanto con esto”, concluyó.