Su nombre es Raúl Oscar, pero hasta él tiene que ojear el DNI para recordarlo. Es que su apodo lo presenta de mejor modo: “Patente” Vincent es un pe
Su nombre es Raúl Oscar, pero hasta él tiene que ojear el DNI para recordarlo. Es que su apodo lo presenta de mejor modo: “Patente” Vincent es un personaje del pueblo, de los que quedan en esta era digital dominada por espacios de encuentro virtuales y no reales. Un vecino de carne y hueso, con una sonrisa en la cara todo el tiempo y que tiene el don del saludo amable y una conversación a mano.
Su apodo viene de una singular capacidad que posee: recordar todas las patentes de los autos lo que lo convierte en una persona irrepetible. Con las modificaciones en los dominios introducidas en 1994 y en 2016, es cada vez más difícil recordar las combinaciones de números y letras, pero el hombre que ahora tiene 73 años llegó a almacenar la información de más de 6 mil unidades con el dato de sus propietarios.
“Siempre me gustaron los números” dice en una entrevista con FM Tiempo Patente. Su amor por los números y los autos llegó de la mano de la concesionaria de su padre “Automotores Vincent”, que comercializaban de manera exclusiva el Citröen y el Rastrojero en los años 60 y 70.
“6166 patentes alcancé a aprender de las letras viejas antes del registro automotor y también tenía registro de las patentes anteriores. Eran autos de Trenque Lauquen y la región. Lo hacía por memoria visual, mi padre tenía una agencia y yo era el encargado de los papeles y eso me da ya mucho registro”.
En la escuela “me iba mal porque tengo muy buena memoria pero no podía razonar los datos” se ríe cuando lo recuerda y como siempre tiene una anécdota por las dudas, lanza que en las épocas que citröen promocionaba sus unidades como las únicas que no se vuelcan, él puso ruedas para arriba a uno de “los ranas” en el acceso Perón en un accidente sin consecuencias que protagonizó en los 70.
Esa capacidad de ser el “banco de datos” de los automóviles en épocas en las que no existían las cámaras de seguridad, lo llevó a ser una fuente de consulta “en reserva” por la Policía y las agencias de seguros cuando querían comprobar algún dato “pero siempre pedía que no me metieran en problemas” recuerda.
Dice que le gusta bailar y por eso está en el Trenque en Movimiento, en el PRAM y en la murga de los jubilados. No registra números de quiniela ni teléfonos celulares y ni siquiera tiene n numero favorito, le gustan todos. “Nos reuníamos en el Café Roma y yo tenía que estar de espaldas en la calle porque si miraba la calle me distraía con las patentes y mis amigos no me dejaban”. En la entrevista radial le recuerda a uno de los periodistas que le vendió una Estanciera a su abuelo y aún recuerda esa patente, de la operación comercial que cerró hace 50 años.
Sabe de otras personas de otras ciudades que tienen esa capacidad pero nunca habló con ellos y dice que el mejor sistema de patentamiento es el francés que implica cambiar el auto pero no la patente sostener tu número de por vida.
“Aún es un vicio que sostengo, en más de una oportunidad le pegunto al conductor de dónde viene o dónde lo patentó” comenta y se ríe.
-¿Te considerás que estás en la categoría de personaje de pueblo?
-Bueno… Yo diría que sí. Porque mucha gente no sabe ni mi apellido todos me llaman Patente.