Una madre sin militancia política partidaria, pero con claras manifestaciones dentro de su familia acerca de lo que para ella era el imperativo de la justicia social: «Violencia es el hambre», decía Alicia Cabrera en la ya lejana década de 1970, y antes también. No habrá sido casualidad entonces que sus dos hijas, Susana y Nora Larrubia, resultaran activas militantes por esa necesaria y rara vez concretada justicia social, a pesar de la opinión contraria del padre, un militar que detestaba el compromiso con el pueblo humilde de sus descendientes (al punto de no lamentar, al menos en público, su desaparición forzada).
La paradoja de que, sólo siendo ama de casa, Alicia fuera secuestrada cinco meses antes que Susana y dos años antes que Nora, cede ante la evidencia de la falta de sustento, de razones fácticas relacionadas con algún delito, que caracterizó la inmensa mayoría de las desapariciones forzadas. Quién sabe quién «la vendió» a Alicia, para que saliera de su casa de barrio en La Plata a hacer compras un día cualquiera y ya no volviera a saberse de ella, hasta hoy; quién sabe «los malabares» que habrán tenido que hacer los torturadores para intentar que el interrogatorio a esta señora de 49 años dejara de parecer lo que en realidad era: una cruel pantomima de búsqueda de información, sin mayor objetivo que cumplir con una estadística de sadismo que venía dictado desde esa Casa Rosada usurpada por Jorge Rafael Videla y su compañía de asesinos genocidas (los que ahora son visitados en la cárcel por diputados y diputadas de La Libertad Avanza, legisladores que deshonran bancas legislativas de la democracia al mostrar su adhesión incondicional a los crímenes contra la humanidad perpetrados por Astiz, el «Tigre» Acosta, Adolfo Donda, y Suárez Mason hijo, entre otros asesinos condenados a cadena perpetua a partir de todas las evidencias colectadas de sus actos genocidas).
Como cada 21 de julio, una sobrina de Alicia donó un libro significativo a la biblioteca popular «Osvaldo Bayer» (calle Pellegrini N° 342 de Trenque Lauquen, abierta al público que toque timbre entre las 16 y las 18 horas, de lunes a viernes). En esta ocasión se trata de «Hebe y la fábrica de sombreros», cuyo autor es Demetrio Iramain, publicación hecha en 2023 por G.E.S. (Grupo Editorial Sur), nada menos que otra biografía de Hebe de Bonafini (que incluye un anexo fotográfico, al cual se lo puede escuchar descripto en la voz de Hebe, mediante un código QR). Como siempre, María Emilia Cabrera nos regala libros con una dedicatoria muy especial, que en este caso dice:
A 46 años del secuestro y desaparición de Alicia Cabrera:
“cada compañero tenía un pedazo de sol/
en el alma/ el corazón/ la memoria/
cada compañero tenía un pedazo de sol/
y de eso estoy hablando
[…]
que le iluminaba la cara/
le daba calor en el pavor nocturno/
lo abellaba alegrándole los ojos/
lo hacía volar/ volar/ volar/
¿se apagaron esos pedazos de sol ahora?/ ahora que los
compañeros murieron/ ¿se
apagaron sus pedazos de sol?/ no siguen alumbrándoles
alma/
memoria/ corazón/ calentándoles
el calcañar/ los huesos disparados de sombra?
solcito que se apagaba así/
todavía alumbrás esta noche/
en que estamos mirando la noche
hacia el lado por donde sale el sol.”
Juan Gelman
Este libro sobre la historia de Hebe está destinado a los lectores de la Bayer, y también a mantener vivo en la memoria colectiva el recuerdo de Alicia Cabrera, secuestrada por miembros de la dictadura cívico-militar el 21 de julio de 1978 en la ciudad de La Plata. Fue vista con vida por sobrevivientes del horror en los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio de personas La Cacha y El Vesubio, hasta septiembre de 1978. Permanece desaparecida.
El hablar bajito y suave, la sonrisa, sus reflexiones mansas: “Yo estoy siempre igual, los viejos cambiamos despacio”, o aquellas certezas inapelables: “Violencia es que un niño no tenga un vaso de leche para tomar”… En esta noche de 46 años de ausencia, como el solcito del poema, Alicia siempre alumbra.
Acompañando la lucha de su familia, gritamos, una vez más:
ALICIA SEVERA CABRERA ADROVER: ¡Presente!
Texto de la Comisión por los Derechos Humanos