A los periodistas nos gusta informar, dar noticias, anunciar. Es una profesión para impacientes, no nos queremos guardar nada, y el arrebato
A los periodistas nos gusta informar, dar noticias, anunciar. Es una profesión para impacientes, no nos queremos guardar nada, y el arrebato inmediato siempre es largar todo lo que tenemos para decir, pero hay noticias que no queremos dar, que se nos hace un nudo la garganta para enunciarlas, y la pateamos para adelante. Le damos vuelta del derecho y del revés, buscamos una excusa para no decirla. Esta es una de ellas, escribir estas líneas y este título es una de las redacciones más difíciles: murió Francisco Paco Aznárez.
A esta altura, todo lo que ya se escribió sobre él es redundante. Prefiero quedarme con la palabra generoso porque todas sus virtudes públicas eran conocidas: periodista, escritor, docente, empresario, tanguero. Todo lo hizo bien y en cada una de sus actividades dejó un sello ineludible para todos los que pretenden emprender alguna de estas cosas. Pero fue dueño de una enorme generosidad, propia de alguien de su talla.
El año pasado lo entrevisté en el living de su casa. Fue su última nota entrevista. Se publicó en el diario La Opinión y en Oeste BA. Allí hablamos de crónicas sobre la historia de los pueblos chicos, parajes y lugares de Trenque Lauquen, que se abordan habitualmente en este portal web y me sugirió algunos temas para abordar.
En el verano nos volvimos a encontrar. Le pedí ayuda para contar la historia de los grandes talleres Garbarino, como siempre fue muy generoso y me aportó datos clave. Ese día me pidió hacer una nota que él quería haber contado en sus libros: la historia del viejo almacén Magrotti. Me recomendó los pasos a seguir para reconstruir esa historia.
Hablé con él por última vez el 23 de abril. Acababa de cumplir 80 años. Le dije ese día que me estaba costando mucho acceder a las fuentes orales para hacer la nota que habíamos hablado, me ofreció una foto del viejo almacén como quien invita a no bajar los brazos a seguir buscando para hacer la investigación y quedamos que nos volveríamos a reunir para ver los avances en la redacción.
La noticia de su muerte me llegó a través de las redes sociales. Esperaba que como gran parte de las cosas que circulan en la red fueran falsas, pero era muy real, muy dura, muy triste.
El día de la entrevista en el living de su casa me cantó un tango. El que más le gustaba, se llama Yuyo Verde. Yo no entiendo nada de la música ciudadana, pero me fui ese día pensando por qué le gustaría tanto esa letra a Paco, hoy lo entendí cuando me enteré de su muerte “…Un farol, un portón/igual que en un tango/ y este llanto mío entre mis manos/ y este cielo de verano/ que partió”. Chau Paco.