Por: Bibiana R. García
Psicóloga MP 5003
Como ser hablante, profesional psicoanalista que utiliza la palabra no deja de impactarme tanto personalmente, como en lo que escucho en la sociedad: la repetición de un estilo de lenguaje que se considera obsceno dado que es un “continuum” entre aquello que es ofensivo al pudor, la bajeza y lo indigno de ser mal nombrado quien es diferente”.
Toda expresión que evoque realidades referidas al cuerpo, a lo sexual del otro o a lo escatológico y que rompa con los comportamientos lingüísticos esperados debería considerarse una OBSCENIDAD.
¿Debería sancionarse? Si.
El respetar al otro a través del lenguaje que se utiliza, formó parte del proceso de humanización. La palabra consensuada (lo permitido vs. lo no permitido en los lazos sociales) es lo que diferencia al humano y lo que garantiza convivencia.
Respetar el pudor, la intimidad es fundamental. Y la respuesta a todo lo que disgusta u ofende, debería ser una respuesta “no animal” que es lo que diferencia al ser humano de los animales al utilizar la palabra para mediar y no ir directo a las acciones.
Nombrar al otro designando o asignándole perversiones es “brutal” ni siquiera es “es animal” porque los animales no gozan con el dolor ajeno, no son perversos.
Es necesario fundamentar y argumentar al otro cuando se piensa diferente, cuando se emite una opinión.
Frente al desagrado hay respuestas y hay límites.
Pienso un ejemplo, para recordar sin ir demasiado lejos, la sanción que recibió Zinedine Zidane,- jugador de fútbol de excelencia, de nacionalidad francesa y ascendencia argelina, – en el mundial 2006 de Francia, cuando a un insulto de otro jugador, en lugar de responder como un humano, golpea al otro, acciona, pega: a punto de obtener la gloria se pidió su destitución del equipo y fue quizás el final de su exitosa carrera o una marca imborrable.
En todos estos años se ha cuidado no utilizar un lenguaje con términos como “negro” “bastardo” para discriminar a otro; o las expresiones como “pongamos blanco sobre negro” para establecer prioridades. O incluir las preferencias de color de piel de niños en las adopciones, etc , a los fines de que se limpiase el lenguaje de esta pregnancia ofensiva.
Hoy en nuestro país, al lenguaje obsceno, procaz (desvergonzado, atrevido) y escatológico (con mención de excrementos y desechos corporales, materia fecal, etc) se lo festeja: Es que lo manejan las personas de poder, las autoridades y la mayoría de los medios de comunicación.
Diversas investigaciones han determinado que el lenguaje obsceno cumple la función de:
• Generar identificación y fraternidad entre los grupos juveniles, para no ser convencionales contribuyendo a respuestas violentas en masa.
• Desatar cuestiones hostiles y violentas ante situaciones de conflictos interpersonales.
• Generar complicidad entre los interlocutores.
• Naturalizar el lenguaje vulgar y despectivo del otro como forma de insulto, desprecio, ridiculización o estigmatización, porque quizás aporta seguidores.
Se complica, cuando se hace moneda corriente dicho destrato: “sorete, gusano, excremento, soviético, zurdo, cuca, etc. (se naturaliza) y funciona como modelo para la sociedad habilitando el enfrentamiento y la persecución.
Se agrava la convivencia aún más cuando él o los políticos consideran a los adversarios como enemigos a exterminar.
Si hay respuestas se suceden las amenazas y en definitiva todo apunta a un sometimiento o rebeldía que lleva al deterioro social.