Cómo hace un adolescente para convertirse en un deportista de alto rendimiento de manera simultánea, sobrellevando el mandato de estudiar y compatibil
Cómo hace un adolescente para convertirse en un deportista de alto rendimiento de manera simultánea, sobrellevando el mandato de estudiar y compatibilizando las agotadoras horas de gimnasio, viajes, concentraciones, con los atrayentes pasatiempos de esta generación cruzada por Instagram, la Play Station, You Tube y las juntadas con amigos, cumpleaños y largas jornadas de Fortnite.
¿Se puede? Se lo preguntamos a Felipe Bernasconi. Un joven piloto trenquelauquense de 13 años que hace 7 da vueltas en los circuitos más importantes del país, de Sudamérica y también en EE.UU. y Europa con cosecha de laureles en abundancia. Tiene una apretada agenda que su madre, Verónica, se encarga de ordenar y pone especial énfasis en que su hijo tenga aire y no se pierda las actividades de los chicos. Por eso esta nota se adelante una hora, “se juntan con los amigos a las 4 y no quiero que se pierda estas cosas” dice su madre por teléfono para cambiar la cita periodística.
Felipe es un joven piloto de karting de la categoría Rotax en la que se desempeñan conductores de toda la geografía nacional. Es el semillero que alimentará luego las categorías mayores y que otorga puntos para tener chances internacionales. Antes de llegar este lugar en el que ya salió campeón, corrió en las pistas de la región en circuitos de tierra y fue generando su propia trayectoria y a pesar de su corta edad ya suena como un experimentado.
Todo empezó con un regalo de los Reyes Magos a sus 5 años. Era un karting. No podía ser una pelota de fútbol. Su padre José María fue un reconocido piloto de categorías regionales y brilló en el Super Car Pampeano, es una familia que respira automovilismo, sufren por los fierros y lo asumen como una pasión que no pueden explicar con palabras.
Pero nadie obtiene un campeonato nacional, otro sudamericano ni obtiene tickets para competir en EE.UU. o en Europa de manera casual. Hay que trabajar duro para eso, y Felipe sabe de qué se trata. A su corta edad, se somete a los rigurosos entrenamientos físicos del profesor Ezequiel Corea, a las exigencias de su nutricionista y a las sesiones de su psicóloga deportiva con la que trabajó la ansiedad y el nerviosismo que le hacía perder segundos clave en pista. Cuando dominó esas dos facetas, se hizo imparable.
Pero no todo es autos, pistas ni velocidades. Hay otras exigencias que tocan a la puerta de un adolescente de 13 años. Hoy, la nota de matemáticas obtenida al cierre del primer trimestre del segundo año de secundaria que cursa en el Colegio de los Nuevos Ayres es una de las preocupaciones de este chico, más que la velocidad o la marcha con la que tomará la primera curva de su próximo circuito.
“Viajamos mucho, nos vamos el jueves a la tarde o el viernes a la mañana. Muchas veces me pierdo clases. La escuela me apoya y me acompaña, también mis compañeros Christian, Lara y Lula me pasan fotos con la clase que miro en los viajes, hacemos la tarea y a veces llegamos el domingo a la noche y al otro día me levanto temprano para ir a la escuela”, le dice a OESTE BA.
Su historia
La carrera del joven piloto es un tema familiar. Sus padres lo acompañan todo el tiempo. “Mi papá era piloto y eso en mi la pasión. Un día cuando yo tenía 5 años me llevó a hacer una prueba y no me bajé más” recuerda hoy el chico.
“Para mi no es extraño estar en un autódromo o sentir el ruido de motores, me siento mucho mejor ahí que en una cancha de fútbol”. No mira partidos de Messi ni Cristiano Ronaldo “a veces algún resumen” pero si claro sigue de cerca lo que pasa en el mundo de los fierros. “Jonatan Castellano, Facundo Ardusso y Valentín Aguirre son mis pilotos favoritos, no sólo por cómo conducen sino por cómo se conducen debajo de la pista, son tranquilos y respetuosos, no me gustan los pilotos extravagantes” y de la Fórmula 1 le gusta Max Verstappen el conductor de Red Bull.
Cuando Felipe subió al karting a los 6 años, su padre se bajó del Super Car Pampeano para apoyar la carrera de su hijo. “No me da miedo ver las carreras, me da mucha confianza, es muy seguro, no hace macanas para arriesgarse él o a los demás. Tiene mejores cualidades que yo” dice Bernasconi padre en una breve participación en la entrevista.
Lo del temor por la velocidad no es algo que aún domine bien su madre Verónica aunque de a poco lo va asimilando. Ahora, por lo menos va a las carreras, y mira parte de ellas. “Sufro bastante, antes no miraba las carreras, ahora las miro, no todas pero las miro. Le tengo mucha confianza, sé que no pondría en riesgo a nadie ni a él mismo. Cuando nos dijo que quería ser piloto no nos sorprendió”.
El ahora piloto probó suerte como la mayoría de los chicos en las escuelitas de fútbol, básquet y tenis de Trenque Lauquen pero los motores tiraban más.
“A los 6 años me inicié en una categoría regional con motores de 110 C3” a la edad que muchos aprenden a andar en bicicleta Felipe ya sentía el viento en la cara. Corrió durante unos años en esa categoría hasta que le llegó una propuesta para probar el pavimento. Alquiló un chasis para la categoría Rotax MC Buenos Aires que se corre en la zona Ezeiza, Mercedes, Zarate y con motores que superan los 100 km por hora en las rectas. Hace 4 años se despeña en esas categorías.
“A lo primero no te das cuenta todo lo que va pasando, cuando miramos hacia atrás vemos que hemos logrado mucho en poco tiempo. Me gustaría cuando sea mayor competir en algunas de las categorías nacionales o tener una oportunidad internacional aunque sabemos que la economía está muy difícil”.
El otro Felipe
Pero a este nene de 13 años también le gustan otras cosas además de correr a toda velocidad. Como a todos los de su edad el teléfono celular es una compañía inseparable. Desde ahí administra su cuenta de Instagram y grupos de WhatsApp para coordinar “juntadas” cumpleaños y otras actividades con sus amigos.
“Puedo ir a los cumpleaños de mis amigos, ellos siempre me apoyan y ven normal esta vida que llevamos con mi familia, hay cosas que me pierdo pero otras no. También el ambiente me da muchos amigos, gente con la que compartimos, chicos de todo el país dos de mis grandes amigos son de Córdoba y Entre Ríos, y competimos en la pista y somos grandes amigos”.
Para la generación de Felipe los youtuber e influencers son personalidades públicas, al mismo rango que un rock star en la década del 80. “El español Dani Rep es mi youtuber favorito sube videos de juegos y me gusta mucho como se comunica” y otro es Willyrex. Son jóvenes europeos que tienen más de 30 millones de seguidores en sus canales de Youtube y tienen una enorme llegada sobre los chicos. Tiene que ver con la nueva comunicación, con la era de plataforma, la era digital que está cambiando todo.
También a Felipe le gusta jugar a la Play como a casi todos los chicos de su edad. Es jugador del Fortnite un juego global con decenas de millones de “gamers” en todo el planeta al que también juegan adultos y que popularizó una serie de bailes y danzas que hasta practican los jugadores de fútbol de las ligas más importantes del planeta como el delantero del Atlético de Madrid Antoine Griezman. “Se trata de la supervivencia pero es tierno, son gráficos amigables no es algo real y lo jugamos en comunidad con mis amigos” dice el piloto.
Felipe mira de reojo el teléfono celular para saber la hora. A las 16 tiene una juntada con amigos para charlar, jugar y pasar el tiempo. Son la generación Z, los jóvenes nacidos en el Siglo XXI que suceden a los millennials. Chicos que entienden el contexto tecnológico como nadie y que encuentran distintas maneras de relacionarse y encontrarse en el mundo virtual y el real. En esos caminos anda Felipe, acelerando a fondo como sabe hacer, conduciendo rápido hacia un futuro que imagina será de triunfos y gloria, en el mientras tanto compatibiliza su vida de adolescente y deportista de elite.