Nito Otero, ese extraño de pelo largo

A los 56 años habla de su rol comercial que inició en 1991 con un video club y nunca más se fue de la calle Villegas.

Nito Otero, una figura reconocible para cualquiera que haya caminado por la calle Villegas de Trenque Lauquen, rompió su tradicional silencio mediático para contar la historia detrás de Hollywood Musical, el local que durante 34 años ha sabido reinventarse para sobrevivir a las transformaciones del mercado.
En una entrevista con FM Tiempo, el comerciante de 56 años reveló los secretos de su longevidad empresarial en un país donde «las cosas no duran más de diez años nada» y obliga a reinventarse todo el tiempo. “Siempre tuve la suerte de poder de poder trabajar de lo que me gusta, es una fortuna poder hacer esto en nuestro país, nunca fui empleado, siempre fui comerciante”, sostiene.
La historia comenzó en 1991 con Sol Videoclub en Villegas 25. «Lo vi como negocio y realmente fue un muy buen negocio», recordó Otero sobre aquellos tiempos en que no existían Netflix ni HBO Max, y alquilar una película VHS era la única opción para ver cine en casa.
«Te diría que 50% de la gente me pedía recomendaciones. ‘Vos la viste, ¿qué tal es?’, me decían. Quería una película de suspenso y le tenía que explicar de lo que había salido nuevo», relató sobre su rol de aquellos años.
Pero Otero tenía una ventaja: la capacidad de anticiparse a los cambios. «La vi un poquito antes que el resto y me fui pasando sin dejar el video a la parte musical», explicó sobre su transición hacia la venta de discos cuando el formato DVD comenzó a declinar.
LA EXPERIENCIA EUROPEA
Entre 1999 y 2001, Otero vivió en España junto a su amigo y socio Alejandro Casola. «Fui a pasear y a vivir y estar», confesó sobre una aventura que incluyó trabajos en Mallorca y Málaga, desde lavacopas hasta DJ en bares nocturnos.
«Lo que pasa es que en un momento dado, cuando volví en un fin de año, me encontré con algunos problemas familiares y eso me hizo dilatar cosas y quedar», explicó su regreso, aunque reconoció que «pensé en quedarme». Su consejo para quienes quieren emigrar es categórico: «Lo ideal es no tener nada. No tenés que tener algo que te ate. Lo ideal es el bolso y nada más».
Hollywood Musical, hoy ubicado en Villegas 254, enfrenta los mismos desafíos que todo el comercio tradicional. «Va a llegar un momento que no va a comprar nadie nada en un comercio», reflexionó Otero, quien ya trabaja «en vender por las redes porque si no, no va a ser viable» y tiene inversiones en otros comercios vinculados con la telefonía celular.
El diagnóstico sobre el centro de Trenque Lauquen es directo: «Está muy triste. A mi criterio tendrían que dispersar un poco más las cosas. Eso de que está todo en el centro no sé si está bueno».
EL FENÓMENO SOBRECARGA
Una de las revelaciones más sorprendentes de la entrevista fue el éxito comercial continuo de Sobrecarga, la legendaria banda argentina de los ’80. «Vendo bastante más que uno por mes. 10 mínimo», aseguró Otero, quien admitió ser fanático de la banda desde sus inicios.
«Sobrecarga estaba un paso más adelante. Si no fueron tan populares como Soda Stereo fue por otras cosas», analizó, destacando que «gente que está de otro lado y tiene un pariente acá va a Buenos Aires y pregunta» por los discos de la banda.
El fenómeno es tal que las disquerías porteñas le solicitan regularmente material: «El sábado estuve con César (Dominici) y me preguntó si no me quedaba, no le podía pasar 20 discos porque siempre está vendiendo él».

MÁS QUE UN COMERCIO
Para Otero, Hollywood Musical trasciende lo comercial: «Es mi segunda casa, mi oficina y donde pasan mis amigos». Es también el único local del centro que mantiene música constante en la vereda, aportando vida sonora a un boulevard que considera «bastante aburrido».
Aunque se define como «perfil bajo» y rechaza la etiqueta de «personaje del pueblo», admite que «los que no me conocen pueden pensar que soy un personaje, si me conocés no lo pensas».
La clave del éxito de Otero parece residir en una filosofía clara: «Siempre estoy pensando que se corta, todo se corta. Las cosas no duran, en la Argentina no duran más de diez años nada. Todo está muy bueno, pero aprovéchalo y pensá en otra inversión».
A los 56 años, soltero y sin hijos, mantiene la libertad de movimiento que considera esencial: «No tengo la presión que tiene otra gente» sobre el comercio y señala que no cerraría su local. Sólo “si perdiera mucha plata”.
Con el pelo largo intacto («eso no se negocia») y la música de siempre sonando en su local, Nito Otero representa una forma de resistencia cultural y comercial en tiempos de cambios acelerados, demostrando que reinventarse no significa necesariamente renunciar a la esencia.

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