“Por momentos, el viento soplaba a 60 kilómetros por hora. El camino rural estaba húmedo, pesado, con tramos de barro que se pegaban a las cubiertas” relata Antonio Olguín (51) sobre la última fecha el campeonato provincial de duatlones que se disputó la semana pasada y que ganó en su categoría. “No me lo esperaba. Fue muy emocionante”, dice con humildad.
Lo que hace especial esta historia no es solo el título, sino el camino. Antonio no viene del alto rendimiento. No creció entre pistas ni entrenadores. Empezó hace pocos años, casi por casualidad, cuando compró una bicicleta y se animó a pedalear hasta Beruti. “Fue durísimo. Nunca me voy a olvidar”, recuerda. De ahí en adelante, todo fue constancia, sacrificio y ganas.
Antonio es de emociones a flor de piel. Su voz se entrecorta y sus ojos se humedecen por primera vez durante su visita a FM Tiempo cuando menciona al recordado boxeador Fernando Sayago. Fue él quien lo invitó a trotar por primera vez. Había llegado a su gimnasio de boxeo en búsqueda de una mejor forma física y allí se encontró con gente que lo motivó a ir por más.
Antonio comenzó entrenando con los chicos de Sayago, luego se sumó al equipo de Anabella Sandy, quien lo guió paso a paso. “Yo no corría nada. Caminaba diez minutos y trotaba dos. Así empecé. Después el cuerpo se adapta, se vuelve más aeróbico, y vas alargando distancias”, cuenta.
Hoy corre duatlones explosivos: 2,5 km a pie, 20 km en bici, y otros 2,5 km corriendo. “Es muy intenso. Tenés que aprovechar cada paso. Cuando te pasa un atleta de elite, lo seguís unos metros para que te tire, pero después lo tenés que soltar. No es físico para aguantarlo”, explica.
TRABAJO, FAMILIA Y ENTRENAMIENTO
Antonio trabaja en el rubro de la construcción y el comercio. No tiene horarios livianos ni comodidades. “Salgo a las cinco de la tarde, meriendo, me ducho y salgo a entrenar. Hay días que el cuerpo está cansado, pero cuando te ponés las zapatillas, hace clic. Ya es otra cosa”, dice.
Su familia es su sostén, y otra vez la voz se entrecorta y los ojos se emocionan. “Sin ellos sería difícil. Me cuidan, me apoyan, me ayudan con la comida. Hay que hacer buena letra. Si comés mal en la semana, el cuerpo te pasa factura el día de la carrera”, advierte.
El 8 de noviembre, Antonio correrá el Hombre de Piedra en Tandil: 8 km a pie, 50 km en bici y otros 6 km corriendo entre sierras. “El año pasado quedé quinto a nivel latinoamericano. Este año voy a ver si puedo sumar un poquito más. Si no, lo disfruto igual. Estar ahí con todos esos monstruos ya es un premio”, dice con una sonrisa.
La diferencia con los equipos de elite en las grandes competencias, dice, es que él vaja sin sponsor, sin equipo técnico, sin masajistas. Carga la bici, los geles, el entusiasmo y sale a competir. “No importa cuántas veces te caés, lo importante es cuántas veces te levantás”, afirma.
“Pasito a pasito se puede. Hay que tener constancia y muchas ganas. Nada más”, concluye.
Constancia, trabajo y humildad: Antonio Olguín es campeón provincial de duatlones
Llegó al deporte casi por casualidad, pero asumió una planificación y le puso esfuerzo. Destaca a su familia.

Otras noticias



