Unos chicos miran a cámara y sonríen con la frescura joven de espaldas a un paisaje desolador. Sin saberlo, esos chicos que nadie sabe sus nombres, estaban posando para una imagen que está siempre a mano en la oficina del mate de los dirigentes y colaboradores, y que sirve casi como un disparador motivacional, tan de moda en estos tiempos. Es válida para inflar el pecho y recordar de dónde vienen, y todo lo que se ha logrado.
En la foto en cuestión un par de chicos posan con la cancha de fútbol de fondo pero inundada de bote a bote. Con el agua hasta las rodillas, todo el predio era una inmensa laguna, quizás más grande que la del Parque. Corrían los años 80, y mientras muchos huían de Trenque Lauquen por el temor a lo peor, otros hacían llegar alguna oferta para lotear el predio del Club Atlético bajo el agua y destinarlo a algún emprendimiento privado habitacional.
No era fácil hablar de futuro en un pueblo inundado y en un club pasado por agua, por lo que la oferta para lotear no parecía una idea de trasnochados y hasta casi se lleva a la práctica si no fuera por un grupo de dirigentes obstinados que pensaron que siempre que llovió paró, y que para hacer cosas grandes hay que embarrarse y salir a flote. El Club no se vendió, el agua un día se secó y la reconstrucción se hizo realidad. Claro que fue como el resurgir del Ave Fénix, recuerdan hoy algunos de ellos entrados en edad, pero quizás por eso disfrutan más ese relato épico.
Los que lo enuncian, alrededor de la mesa del mate, son Néstor Zugasti (presidente), Carlos Casarini y Omar García, estos últimos ni saben qué cargos tienen en la Comisión que integran hace una eternidad. Son colaboradores crónicos, hacedores de casi todo, hasta andan soldando ventanas y portones, mientras relojean con emoción esas fotos blanco y negro teñidas de gloria deportiva.
Zugasti es de los más nuevos, fue jugador del club y ahora anda haciendo sus armas en la dirigencia. Los otros tienen historias conocidas. Casarini fue juez, sus hijos jugaban al fútbol en Atlético y se acercó a dar una mano en aquellos años de inundación. Como pasa en estos clubes de barrio, cuando entrás no te vas más. Hizo tantas cosas que hasta dirigió al equipo de fútbol, además de arreglar las ventanas. García dice que no alcanzó a jugar en el club, no culpa suya sino de sus compañeros que eran muy buenos; entonces a él no lo ponían. Como no tenía virtudes deportivas saltó el mostrador y se enroló en las filas de dirigente y colaborador. Entró a la institución a los 12 años y aún camina esos pasillos con 75 pirulos sobre las espaldas.
Los orígenes del club son más o menos esos. Un grupo de amigos, gente dispuesta a colaborar, a dar todo. La fórmula no tiene secretos. Pascual Laborde, Eugenio Rojo, Dino La Gamma, Ricardo Luna, Etelvino Rodríguez y Pedro Sartoris, que son los nombres ilustres fundacionales hace casi 100 años atrás, y son los Zugasti, Casarini y García de nuestros días. Tipos que respiran el mismo aire que el club, que son capaces de dejar sus casas y meterle horas para formar pibes, arreglar de la red de un arco, comer un asado y proyectar una obra, para gritar un gol.
Son una raza rara casi en extinción. Todos los clubes e instituciones tienen gente así, pero cada vez quedan menos.
“Cuando nosotros llegamos el club no tenía nada, la cancha se había inundado, era todo un espejo de agua, aún hay puertas con la marca del remojo” dice Casarini en el comienzo y García le agrega al relato “se traía arena, tierra, basura todo para levantar el terreno. El club sobrevivió porque habíamos unos locos que teníamos mucho entusiasmo”.
La historia
El predio es un bajo histórico, es una parte del Parque Municipal. Cuenta la historia que el Club nació en julio de 1922 y para rellenar las depresiones el terreno donde se hizo la cancha de fútbol se construyeron vías por las que circulaban vagonetas que transportaban arena desde el médano donde se levantaba el hotel El Faro. En un principio Atlético alquiló las tierras a la Municipalidad que finalmente las cedió.
El club es futbolero. Participa en todas las categorías de este deporte incluyendo el femenino. También tiene equinoterapia y clases de zumba. El alquiler del salón es una de las fuentes de ingreso más importante. Tiene 300 socios, aunque supo tener 2500 en la década del 70.
“Lo importante del club es la contención social, el futbol infantil tiene más de 100 chicos y todos pueden jugar el que paga y el que no paga, las mujeres del club hicieron un roperito y hay un servicio de merienda para los chicos” dice Zugasti.
El pago de las facturas de los servicios pasó a ser uno de los temas más difíciles para afrontar los clubes “de todos modos tenemos los números en orden y acabamos de terminar las obras en los vestuarios” dicen los entrevistados.
Presente
Zugasti, que recuerda que llegó al club por invitación del poeta Luis Bardón, señala que lo más importante es la formación de los chicos “hemos tenido gente que ha trabajado muy bien en esa materia con los chicos del club” y destaca que “de a poco se va dando la renovación, se van sumando jóvenes que es lo más difícil porque a la gente le cuesta participar”.
También anunció que el club participará del torneo regional de fútbol, al que accedió por consagrarse campeón del 2019 “tuvimos un año atípico porque tuvimos que ir de atrás, todos los partidos teniendo que ir a ganar de visitante; pero para nosotros la mayor alegría es que 9 de los 11 jugadores de la final, eran formados en el club, por eso es importante la formación de los chicos”.
Para Casarini “el club cumple una función social, trabaja con una cantidad importante de chicos, como otras instituciones, una de las cosas que caracterizan a Trenque Lauquen son sus asociaciones civiles en todos los órdenes, en el arte, el deporte, los oficios, es uno de los puntales de una ciudad progresista, porque tiene organizaciones civiles intermedias que trabajan mucho y en gran número, y Atlético es una de ellas. En ese rompecabezas de la sociedad hay una pieza que es Atlético”, concluyó en un intento de síntesis para señalar qué representa la entidad para la comunidad.
“Y como si eso fuera poco -agrega García- estamos en el lugar más lindo de Trenque Lauquen, el Parque. Qué más podemos pedir” se preguntan estos vecinos que nunca pidieron nada y siempre dieron todo por su club.
LA TERCERA PILETA DE LA PROVINCIA
El club nació en julio y la primera medida fue la construcción de una pileta con medidas olímpicas de 25 metros de largo por 10 de ancho con una profundidad de 3 metros. La dirección estuvo a cargo del ingeniero Adolfo Mugica (padre del sacerdote asesinado por la dictadura militar) y quedó habilitada el 28 de enero de 1923, sólo 6 meses después del nacimiento de la entidad. Fue la tercera pileta de toda la provincia.
“El agua salada siempre fue un plus y muchos médicos de la época aconsejaban nadar en esas aguas”, recuerdan hoy los entrevistados que hasta muestran un particular reglamento de uso de la pileta sancionado en 1927.