A los 53 años Pablo “Vincha” Vincent está de vuelta, y entonces podríamos preguntarnos cuándo se fue. Aunque es un renunciador crónico, “El Vincha” entra y sale de la escena musical local con enorme versatilidad, es lo que viene haciendo en los últimos 35 años, con formaciones cambiantes, con instrumentos distintos, pero con un sello que no va a modificar mientras respire: el estandarte del blues.
Aunque por esas cosas de la semántica aplicada a la música, ahora decidió quitarse esa palabra de encima, al menos en la designación de su grupo que sólo se llama “Vincha Band” (algo que explicará más adelante) pero sigue haciendo blues como hace 35 años. Nadie lo podría imaginar navegando aguas de otros géneros musicales.
Ahora está preparando un recital que ofrecerán mañana en El Consulado, liderando un trío que completan Palito Pérez Zabala y Andrés del Sarto. Aunque no parece una formación armada para la ocasión, sino un lugar donde se siente cómodo. La propuesta –aclara- es la misma: blues descarnado. Se sabe. Las melodías pegajosas y empalagosas no son lo suyo. Apela a la fuerza de la garganta para interpretar las letras bluseras que siempre hablan de desamores, afición por el tabaco y sueños colectivos sin realización. Un plan perfecto para un fin de semana largo.
El Vincha es otro de los viejos lobos de mar del tablado roquero doméstico. Irrumpió hace 35 años con una agrupación que dejó su sello indeleble en la historia musical local: “La Blusera” y no se fue más, aunque siempre está amenazado que “no toca más” una advertencia que ni él se cree. A lo largo de estas más de tres décadas cambió de músicos e instrumentos, es el David Grohl de Trenque Lauquen (el baterista de Nirvana que se convirtió en guitarrista de Foo Fighter) cuando dejó el bajo luego de 15 años y aprendió a tocar la guitarra, y entre otras cosas formó un grupo de blues en un asado con gente que nunca antes había agarrado un instrumento, un experimento digno de un reality show que también lleva su marca.
Los comienzos
En la charla con este diario recuerda que sus comienzos fueron a puro coraje. “No sabía nada, me afinaban el bajo y me decían dónde tenía que poner los dedos. No sabía ni cómo se llamaban las notas”, pero todos los discos que había consumido durante horas en su adolescencia de Led Zepellin, Deep Purple y Rollings Stone habían generado algún conocimiento que tarde o temprano afloró en La Blusera junto a Omar Perego, un guitarra virtuoso que ahora reside en Buenos Aires y Aníbal Lancuna en batería. “Nuestra aparición generó un fuerte llamado de atención porque nadie hacía blues, no se conocía casi nada del blues por aquellos años en los que muy pocos podían acceder a un disco”, recuerda hoy en la entrevista con OESTE BA.
“El gran sueño de mi vida fue La Blusera”, dice con nostalgia. Ese proyecto duró 12 años “éramos amateurs con rigor profesional, nos metíamos en largas horas de ensayo y producción”. De no saber el nombre de las notas, pasó a ser un vocalista y bajista de renombre en la región, y la banda concretaba fechas y hasta fueron los teloneros de la visita de JAF a principios de los ‘90.
Pero ese “sueño” se terminó, y lejos de quedarse de brazos cruzados decidió reinventarse. La inexistencia de un guitarrista especializado en blues, lo llevó a principios del nuevo siglo a tomar el toro por las astas y aprender guitarra. “Leí un aviso en el diario y compré una guitarra usada. Oscar Moreira me dio un libro con acordes para aprender”. El país se resquebrajaba, el Presidente se iba en helicóptero pero algo bueno estaba saliendo de las largas horas de estudio y práctica de la guitarra “logré comprarme una Fender Americana que no tenía precio porque el dólar no se sabía cuánto costaba. Llamé a Pedro Taverna (batería) y Marcelo Mera (bajo) y armamos un trío”. En el año 2002 se presentaron por primera vez en vivo y se llamaron Vincha Blues.
-Vos me hiciste una entrevista, en la que decía que volvía a tocar y cambiaba de instrumento (interpela al periodista).
-Si, la recuerdo. ¿Qué pasó con esa agrupación?
-Lo de siempre, me retiré (se ríe).
Un asado, una banda
El Vincha entra y sale de la cartelera musical. Dice que no es fácil sostener una agrupación, que es casi como un matrimonio. Pero por algún motivo siempre vuelve a enamorarse.
-¿Cómo fue que creaste un grupo con integrantes que no eran músicos?
-Fue en un asado con amigos, Pablo Buscetti, Andrés Del Sarto y Alejandro Larroudé, entre otros. A uno de los que estaba con nosotros le apostamos que haríamos una banda. Al otro día empecé a enseñar los instrumentos y terminamos tocando en serio, hicimos 6 ó 7 presentaciones en vivo.
Ese experimento musical se llamó Vincha Blues Band. Luego con entrada y salida de distintos integrantes se presentó en la Ex ESMA en el Espacio Cultural Nuestros Hijos y varias veces en el recinto blusero Tabasco de CABA
Ahora se llama Vincha Band “le saqué el blues, es un rollo mío, muchos se llaman ‘blues’ y hacen rock. Si vas a ver un recital mío sabes que la propuesta es el blues, desde 1985 intento hacerlo, es una redundancia”. Y por qué sigue luego de 35 años “organizar un recital y ensayar es tedioso, pero estar arriba del escenario no tiene comparación con nada, y todos los que tocamos sentimos más o menos lo mismo”.
No hay muchos casos de músicos que cambian de instrumento “en la guitarra soy un eterno aprendiz” dice y aclara que aunque le gusta decir “no toco más” con cierta frecuencia “en realidad no me voy a retirar nunca, todos me cargan por eso”.
“Está bueno no entregarse, tuve razones para hacerlo, de hecho me retiré 4 o 5 veces pero me falta algo si no estoy tocando. Soy un desastre para hacer negocios, pero para armar una banda lo hago enseguida. Por tocar, por armar un proyecto hago cualquier cosa”. Una de las canciones que estará en el repertorio de mañana, en realidad lo acompaña de toda la vida es “I’ll play the blues for you” grabado por Albert King en 1972. Los bluseros no dicen que tocan covers, sino “hacen clásicos”. Vincha lo toca desde hace años y lo canta en español. Cuando llegamos para la sesión de fotos en la sala de ensayos, su letra está sobre el atril, lista para salir a escena, como si fuera un mandato de vida que este músico de 53 años debe cumplir hasta el final de sus días y sin renunciamientos: “Yo tocaré los blues para ti”.
Fotos 6400 Estudio