El legislador bonaerense convocó a tomar medidas urgentes para prevenir problemas de salud mental en los menores, "antes de que se convierta en una
El legislador bonaerense convocó a tomar medidas urgentes para prevenir problemas de salud mental en los menores, «antes de que se convierta en una crisis irreversible»
Estamos en una era de cambios vertiginosos. Los jóvenes de hoy, nativos digitales, crecen con tecnología e información al alcance de la mano. Sin embargo, esta rápida evolución trae desafíos significativos para su salud mental. Según el informe «Estado Mundial de la Infancia 2021», UNICEF señala que más de 1 de cada 7 adolescentes de entre 10 y 19 años en el mundo tiene un problema de salud mental diagnosticado.
En la Argentina, el escenario es igualmente preocupante: el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA reportó que en 2022, el 25,4% de la población experimentó malestar psicológico, el nivel más alto desde 2010.
La pandemia ha exacerbado estos problemas. El aislamiento social y la recesión económica incrementaron la vulnerabilidad de los adolescentes. Durante mis visitas a colegios secundarios, los estudiantes expresaron su preocupación por la dificultad de acceso a atención psicológica y el impacto de la tecnología, especialmente la ludopatía en línea. Cada conversación con ellos refuerza la necesidad de actuar con urgencia.
Es imprescindible fomentar la educación emocional en hogares y escuelas. Las habilidades socioemocionales, como la resiliencia, el manejo del estrés, y la tolerancia a la frustración, deben ser pilares de la formación de nuestros niños, niñas y adolescentes. Ante este cuadro generalizado con gran impacto entre los jóvenes y adolescentes, la necesidad de intervención es evidente.
Un trabajo integral que prepare a las nuevas generaciones para enfrentar los desafíos de la vida es esencial. Enseñar que el fracaso es una parte natural del aprendizaje es una lección vital. La salud mental de niños, niñas y adolescentes requiere la acción conjunta de familias, escuelas, gobiernos y comunidades. El mayor desafío es asegurar que la digitalización no nos aleje de lo que nos hace humanos: la vida en relación.
Actuemos ahora, antes de que esta alerta se convierta en una crisis irreversible.