Una vez más, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, elige la violencia como reacción frente a una movilización popular multitudinaria. En este caso, trató de evitar las muestras de adhesión a la vicepresidenta de la Nación, y no se le ocurrió mejor idea que vallar las esquinas aledañas al departamento de Cristina Fernández de Kirchner, en el barrio de Recoleta. ¿Es tan bruto como para ignorar que las vallas no pueden detener una marea humana, o tiene el reflejo condicionado de inhibir al pueblo primero para luego reprimirlo?
Mientras los máximos dirigentes de Juntos por el Cambio, particularmente los del PRO, supongan que se puede gobernar a palazos, este bendito país será fuente de sufrimientos evitables, innecesarios. No se puede apagar la voluntad de expresarse de un pueblo con el chorro de los camiones hidrantes, o el fervor del cariño de millones de ciudadanxs por sus referentes con los gases lacrimógenos o pimienta.
Repudiamos el repetido accionar represivo del gobierno de C.A.B.A., como lo hemos hecho en anteriores oportunidades, y lo seguiremos haciendo cada vez que pongan en evidencia su falta de inteligencia y/o escasa estatura dirigencial.
Texto de la COMISIÓN por los DERECHOS HUMANOS, Trenque Lauquen, 27 de agosto de 2022.
