“Hasta el cielo lo lloró”: el recuerdo del presidente de Bomberos para Pablo Arango

La comunidad de Bomberos Voluntarios atraviesa días de profundo dolor tras el fallecimiento de Pablo Arango, jefe del cuerpo activo, quien dejó una huella imborrable tanto en la institución como en la ciudad. Juan Alberto Palomeque, presidente de la Comisión Directiva, lo recordó con emoción: “Se fue un hombre bueno, un buen bombero, un buen padre. Un tipo comprometido con su vocación y con su gente”.
Arango había asumido la jefatura del cuerpo activo en noviembre de 2024, en reemplazo de Claudio Villavicencio. Su designación fue vista como un reconocimiento en vida a su trayectoria, compromiso y liderazgo. “A pesar de la enfermedad que ya lo afectaba, tomó esa responsabilidad con humildad y entrega. Fue una ayuda enorme para el Consejo Directivo, siempre dispuesto al diálogo y a encauzar lo que hacía falta en el cuartel”, destacó Palomeque en una entrevista con la FM 96.5 de Trenque Lauquen.
Pablo no solo fue jefe, también fue formador. Durante años estuvo al frente de la escuela de cadetes, donde dejó su impronta en decenas de jóvenes. Uno de ellos es su propio hijo, Marcos, quien recientemente juró como bombero. “Creo que Marquitos heredó el ADN de Pablo: el mismo entusiasmo, la misma vocación”, expresó Palomeque.
El impacto de su partida se sintió con fuerza en el cuartel. “Los muchachos pasaron toda la noche acompañándolo. Pensamos que se irían un rato, pero no. Estuvieron ahí, firmes, como una muestra del afecto que le tenían. Eso habla de lo que significaba Pablo para ellos”, relató.
EL FUTURO DEL CUERPO ACTIVO
Tras la pérdida, el segundo jefe asumió interinamente la conducción del cuerpo activo. En los próximos días, la Comisión Directiva definirá cómo se reorganizará la jefatura. “Es un proceso que vamos a encarar con responsabilidad. Pablo deja una vara alta, pero también una guía clara de cómo se lidera con compromiso y humanidad”, aseguró Palomeque.
UNA DESPEDIDA BAJO LA LLUVIA
El velatorio y el entierro de Pablo Arango fueron acompañados por una multitud. “Hasta el cielo lo lloró”, dijo Palomeque, recordando la lluvia que cayó durante todo el cortejo fúnebre y que cesó justo al llegar al cementerio. “Fue un entierro extraordinario, con muestras de afecto de todos los sectores: compañeros, dirigentes, vecinos, sindicatos. Pablo dejó huella, no solo en Bomberos, sino en toda la comunidad”.