Cada vez que salen a la venta, los pasajes vuelan. El servicio es muy económico y bueno, pero la oferta es limitada y, además, la velocidad no
Cada vez que salen a la venta, los pasajes vuelan. El servicio es muy económico y bueno, pero la oferta es limitada y, además, la velocidad no es su principal característica.
Viajar en tren es una opción para ciertos destinos de la provincia de Buenos Aires. Si se compara con qué sucedía un puñado de años atrás, ahora hay algunos servicios más. Sin embargo, si la comparación retrocede -sin ir más lejos- hasta una década atrás, ahora son menos.
El más consolidado es el servicio a Mar del Plata. En cambio, dentro de dos meses se cumplirá un año de que el servicio a Bahía Blanca, con diez estaciones intermedias, está suspendido. Y distinta es la situación de otros servicios, que parecía que volvían y ahora ya no se sabe.
Precisiones sobre el futuro de los trenes de pasajeros en la provincia de Buenos Aires no hay. De hecho, la operadora Trenes Argentinos todavía no tiene designadas a sus nuevas autoridades.
El ya desaparecido Ministerio de Transporte publicó a finales del año pasado su balance de la gestión 2019-2023. En el capítulo de los trenes, se menciona la reactivación después de cinco años del servicio Buenos Aires-Pinamar; el regreso del tren a Pehuajó después de siete años; parada en la estación Cucha Cucha (Chacabuco) después de treinta años en el servicio Retiro-Junín; y parada en las estaciones Lima (Zárate) y Gobernador Castro (San Pedro) después de treinta años en el servicio Buenos Aires-Rosario, entre otras.
En el balance de la gestión que finalizó el 10 de diciembre también están anunciadas en ejecución extensiones del tren a Navarro, el enlace entre Maipú y Tandil y el tramo de Capilla del Señor a San Antonio de Areco. En la contracara, no figura el servicio que une Buenos Aires con Bahía Blanca (vía La Madrid), suspendido por última vez el 22 de marzo de 2023.
De acuerdo con el sitio web “Satélite Ferroviario”, y solo por citar algunos ejemplos, el servicio Plaza Constitución, Bolívar, Daireaux está suspendido desde septiembre de 2012; el servicio Once a Lincoln, desde diciembre de 2013; Once a General Pico vía Trenque Lauquen, desde agosto de 2015; Plaza Constitución a 25 de Mayo, desde julio de 2016; Plaza Constitución, Saladillo, General Alvear, desde diciembre de 2017. Tampoco llega el tren a Carmen de Patagones, desde marzo de 2011; a Miramar, desde febrero de 2013; ni a Tandil ni a Bahía Blanca vía Pringles desde julio de 2016. La mayoría de estos servicios eran operados por la empresa estatal bonaerense Ferrobaires, que fue interrumpiendo prestaciones durante la gobernación de Daniel Scioli, hasta finalmente desaparecer en la gestión de María Eugenia Vidal.
“El tren iguala”
Pehuajó es una de las ciudades bonaerenses que recuperó el servicio de trenes de pasajeros. El tren sale los viernes a las 20.55 de la estación Once, con paradas en Haedo, Bragado, 9 de Julio y Carlos Casares, y tiene por horario de arribo a las 6.31. El regreso es los domingos a las 20.30, aunque el diagrama puede modificarse en caso de fines de semana largos.
“El regreso del tren impactó de la mejor manera, pero no solo para Pehuajó. El punto central es la conectividad, la conexión para los pueblos”, le explica a la agencia DIB el periodista Federico Tártara.
Oriundo de la localidad de Beruti, en el partido de Trenque Lauquen, la estación del pueblo de Tártara no recuperó el servicio de trenes de pasajeros. Sin embargo, que el tren llegue hasta Pehuajó, a unos 60 kilómetros, impacta en su pago. “Uno lo observa en los estudiantes que viajan a Buenos Aires, o en quienes se movilizan por temas de salud, o para visitar a familiares. En remís, compartido muchas veces, la gente se traslada desde los pueblos hasta Pehuajó”.
El pasaje Once-Pehuajó tiene un costo de $ 2.450 en primera clase, y de $ 2.935 en clase pullman. A esos valores pueden restarse un 10% por la compra a través de la web, los menores de 3 a 12 años pagan la mitad, y los jubilados y los pensionados podrán acceder a un beneficio de hasta el 40%. En cambio, el pasaje en ómnibus no baja de los $ 22.000. Y a eso, Tártara le suma: “Pero el tren también es compartir. En el tren se puede caminar, ir al salón comedor, conversar con las personas que van viajando”.
Tártara, a su vez, pone en discusión la criticada velocidad del servicio. “El tren está tardando entre nueve y diez horas. Pero el colectivo muchas veces tarda siete u ocho. Por supuesto que el tren podría tardar menos, siempre está esa pelea con los concesionarios privados de carga, que son los que tienen a su cargo el mantenimiento de las vías. Pero el servicio está funcionando, es muchísima la gente que está viajando, la demanda es muy importante”.
Y cierra con una reflexión: “¿Cómo se puede cuantificar que una persona pueda viajar con un costo bajísimo y así salvarle la vida a un hijo teniendo una atención médica adecuada? ¿Cuánto vale que chicos de una escuela de un pueblo de La Pampa Húmeda puedan viajar a Buenos Aires? ¿Cuánto vale que puedan conectarse las familias? El tren iguala, te deja en el Obelisco por $ 2.500. ¿Cómo se cuantifica eso?”.
DIB