“Este sábado, 18 de septiembre, se cumplen quince años de la segunda desaparición forzada que sufrió en su vida Jorge Julio López.
Julio López, «Tito», nacido en General Villegas, vivió desde la primera juventud en las afueras de La Plata, donde trabajaba como albañil y realizaba trabajo social en su barrio (era el DT del equipo infantil de fútbol, ayudaba con la copa de leche). En 1976, a sus cuarenta y pico de años, lo secuestraron junto con varixs de sus compañerxs de militancia, y todos fueron a parar a «El Pozo de Arana», uno de los tantos centros clandestinos de exterminio que brotaron en nuestro país. Allí Julio sufrió en carne propia las torturas, y observó cómo las sufrían, entre otros, Patricia Dell’ Orto y Ambrosio Demarco (compañeros de vida y militancia); también pudo ver, Julio, cómo fusilaban a Patricia y Ambrosio (a ella le había prometido que relataría lo que allí habían sufrido, si es que no moría como miles y miles).
Sobrevivió López a aquella desaparición (lo «largaron», quién sabe por qué, en 1979). Acumuló en su memoria, ayudado por apuntes y esquemas garabateados en papeles usados, los detalles del horror experimentado. En 2006, cuando el asesino genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz afrontó el primero de los juicios por sus crímenes contra la humanidad, Julio López testificó, y su testimonio resultó de la mayor relevancia para la primera condena a prisión perpetua que recibió Etchecolatz (acumula a día de hoy ocho condenas).
En la mañana del 18 de septiembre de 2006, día de alegatos finales antes de dictar veredicto, López (ya con 77 años a cuestas) salió de su casa para dirigirse al centro de la ciudad de La Plata, donde se desarrollaba el juicio. Nadie más lo vio desde ese momento, nada más se supo de él. En democracia, increíblemente, un sobreviviente de la última dictadura cívico-militar volvía a desaparecer (el Gobierno nacional de entonces, con Néstor Kirchner a la cabeza, y el Gobierno bonaerense, a cargo de Felipe Solá, así como fundamentalmente el Poder Judicial, no supieron dar respuestas a los interrogantes que se dispararon desde ese día; tampoco los Gobiernos que siguieron mostraron interés en impulsar una investigación que la inoperancia de jueces y fiscales federales ha llevado a un total estancamiento, que ya parece inmodificable).
En la década y media transcurrida, la memoria de Julio López y el reclamo de su aparición con vida han tenido en la ciudad de Trenque Lauquen un eco permanente. Pocos distritos como éste del noroeste bonaerense, vecino al General Villegas natal de «Tito», han organizado tantas Marchas y tantas actividades, en las que una bandera preguntando «¿Y Julio López?» flameó en calles y plazas, muchas veces.
Este sábado, a partir de las 17 horas, volvemos a convocar a vecinas y vecinos – que piensen que recordar a Julio López es importante, y que reclamar Justicia para él y su familia tiene que ver con una mejor democracia – a juntarse a las puertas del Honorable Concejo Deliberante (cada Marcha que hicimos por López en Trenque Lauquen terminó sus pasos en las escaleras del órgano legislativo). Esperamos que no seamos los mismos de siempre, un puñado perseverante, los únicos en tener en mente a Julio, porque un ciudadano comprometido con la Verdad y la Justicia como él, capaz de guardar recuerdos acusatorios de los asesinos genocidas durante décadas, tan valiente como para exponerse a detallarlos en la cara de los peores criminales de nuestra historia, merece que muchas y muchos se acuerden de su compromiso y exijan saber cuál fue su destino.
De modo que el sábado 18 de septiembre, a las 17 horas, en la puerta del Concejo Deliberante (Avellaneda y Pincén), estaremos, con bandera y con megáfono, diciendo, como desde 2007: JORGE JULIO LÓPEZ: ¡Presente! ¡Ahora y Siempre!”. Texto enviado por la Comisión por los derechos humanos, Trenque Lauquen.