La historia de Germán Yoice y la gastronomía es una sucesión de hechos que se fueron uniendo con el tiempo. Comenzó como ayudante de cocina en la vieja Petrolaquen y a los pocos años abrió su propio emprendimiento. Siempre con la familia, siempre con esfuerzo y dedicación, fue creciendo hasta modelar Keuken, su propio restorán a la vera de la ruta 5 que hoy tiene una sentencia muy dura: con las mesas vacías y sin ventas no se podrá seguir.
El Covid 19 hace trizas los sueños de los empresarios gastronómicos que están cerrados hace 60 días. En la Ciudad de Buenos Aires las confiterías, restoranes y bares se declararon en estado de emergencia y tienen números que asustan: todos los días uno baja la persiana. Esta situación también se está trasladando al interior, y en Trenque Lauquen le pidieron a la Municipalidad que los deje abrir con la mitad de la capacidad del salón porque ya no pueden aguantar.
Germán Yoice le dice a OESTE BA que el plazo fijado es junio, que no sabe si habrá vida para su restorán después de ese mes. Arrastra recibos de luz sin pagar, y tiene que hacer frente al pago de alquileres, servicios e impuestos. Keuken es además la mesa de la que se sirve toda la familia, su señora es su mano de derecha; su hija trabajaba en el servicio del salón y de ahí además salen los fondos para los estudios de su hijo en Buenos Aires. En síntesis, si cierra las persianas será como tirar una bomba atómica a la economía familiar.
Para él no es fácil hablar en esos términos, porque la suya es una vida de lucha, tenacidad y una proyección que comenzó en la vieja Petrolauquen donde pelaba papas en la cocina, hasta que en 1999 lo contrataron en la cocina de un restorán que funcionó en Cuello y Villegas. Entonces apareció el 2001 y sus devastadoras acciones y se reconvirtió en una fábrica de pastas con otros compañeros de ese restorán.
“En ese local contrataron a un chef de Necochea que fue el que me enseñó” recuerda hoy en la charla con OESTE BA. Y de la fábrica de pastas saltó a su primer restorán. Fue un llamado telefónico el que le propuso la llave del negocio de Bares y Fonda.
“Todo el mundo nos decía que estábamos locos, pero nos fue bien”. En el 2011 decidieron poner una pausa “en la familia hablamos en ese momento de los horarios, los días que implica la actividad gastronómica y vendimos la llave” pero no estuvieron mucho tiempo afuera “a los pocos meses nos ofrecieron Keuken, y acá estamos”.
Keuken, que significa cocina en idioma holandés, es hoy una postal de mesas vacías y desolación. “El delivery nos genera una recaudación del 10% de lo que facturábamos, prender las luces y poner en marcha la estructura ya te genera gastos que no podes pagar”.
Yoice dice que el pago del alquiler, gas, luz, y la cuota de un crédito son una mochila demasiado grande para trabajar al 10%. “No tenemos movimiento de nada, no hay ingresos, y entonces vas generando endeudamiento y a veces hasta trueque, porque cambiamos viandas por otras cosas” y reveló que ayer hizo sonar el teléfono de la Cooperativa de Electricidad “se me vienen vencimientos de los recibos que no puedo pagar. Mi situación es la de todos los empresarios del sector, algunos pagan salarios y es muy difícil”.
Qué dice la propuesta que los empresarios le presentaron a la Municipalidad. “Nuestra propuesta es poder trabajar con el 50% de la capacidad del local y sólo se podrá acceder con reserva telefónica. Algunas de esas ideas las vimos en el protocolo de Salta y otras provincias, que tienen un permiso especial para la gastronomía, con salidas por terminación en DNI”.
Lo que están buscando “es que abran una ventana para intentarlo, si no funciona listo, lo entendemos, pero la verdad es que no vamos a poder seguir, nosotros nos fijamos junio, después ya no sabemos si seguimos. En la reunión del otro día había empresarios con 10 empleados que hablaban de cerrar las cortinas”, advirtió.
En su caso particular “de acá sale para todos, si no trabajamos no tenemos ingresos en las familia, esto fue para nosotros como una bomba”, dice.