Quizás no tenga mucho sentido repetir detalles de su vida, ahora que se extinguió en su aspecto material y empieza a alumbrar con más fuerza todavía
Quizás no tenga mucho sentido repetir detalles de su vida, ahora que se extinguió en su aspecto material y empieza a alumbrar con más fuerza todavía que antes en el aspecto simbólico. Todxs sabemos, o deberíamos saber, que una mujer de tan corta estatura como grande en sus convicciones, llamada Nora Irma Morales de Cortiñas, se hizo conocida a partir de la tragedia de haber perdido a su hijo mayor, Gustavo Cortiñas, detenido-desaparecido desde el 15 de abril de 1977, cuando contaba con 25 años de edad.
Carlos Gustavo, tal su nombre completo, estudiaba en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y militaba en la Juventud Peronista. Lo secuestró un grupo de tareas genocidas de la última dictadura cívico-militar, al salir de su casa rumbo al trabajo. A su madre le informó la esposa de Gustavo, Ana, y a partir de ese momento la vida de Norita se transformó en una lucha incesante por Memoria, Verdad y Justicia, que se extendió durante 47 años, desde mayo de 1977 cuando fue por primera vez a la Plaza a juntarse con otras madres de desaparecidxs, hasta principios de este mayo de 2024.
Pocas, poquísimas, personas habrán sido tan coherentes, férreas e incansables en sostener una y mil luchas como Norita Cortiñas, con esa exacta mezcla de firmeza y amorosidad que la caracterizaba en el trato con lxs demás. Pocas, poquísimas, personas habrán cosechado en vida tanto cariño como el que recibía esta Madre de Plaza de Mayo en cualquier lugar del planeta que visitara para reclamar por quienes estaban desposeídos/as de sus derechos humanos más básicos.
Por la exacta segunda mitad de su vida (cuarenta y siete de noventa y cuatro años) dedicada a promover en acto los más elevados valores de la humanidad (esos que la mayoría sólo declama, pero no practican día tras día), como la fraternidad, la sensibilidad hacia quienes más sufren por los efectos de una desigualdad obscena, la búsqueda de verdad y justicia para cualquier víctima de violación a los DDHH, es que en el mundo entero hoy y los días que vendrán se recordará a Norita Cortiñas como una imprescindible, por haber levantado las banderas que enaltecen a la especie humana y seguir portándolas como un ejemplo que permanecerá en las siguientes generaciones, aunque ella ya no respire junto con nosotrxs.
Nota y foto Comisión por los DDHH