Las bibliotecas, en tiempos de tecnología y pantalla

Las bibliotecas, en tiempos de tecnología y pantalla

No se puede contar la historia de nuestros pueblos sin habar de las instituciones básicas que le dieron vida. Las iglesias, las asociaciones de socorr

No se puede contar la historia de nuestros pueblos sin habar de las instituciones básicas que le dieron vida. Las iglesias, las asociaciones de socorro mutuo y las bibliotecas aparecen rápidamente entre las primeras piezas para armar cuando se bucea en el nacimiento de estas comunidades. Ahora, cómo sostener una institución centenaria que se basa en la lectura y el préstamo solidario de libros, cuando en cada hogar hay una pantalla conectada a internet y el hábito de la lectura está en vía de extensión.

No podríamos responder esa pregunta sin el voluntariado. Hombres y mujeres que abrazan las instituciones y que hacen lo imposible para sostenerlas a flote, para mantenerlas vivas y vigentes, dejando atrás su familia, sus preocupaciones diarias y sus quehaceres. Son, diría Hamlet Lima Quintana, “esa gente necesaria” para las instituciones intermedias de los pueblos.

Las bibliotecas nacieron casi con los pueblos. Tienen sobre sus espaldas decenas de décadas transitadas, varias generaciones formadas y una dinámica recurrente de reinventarse para estar siempre vigentes a pesar del cambio de época.

Si de sortear obstáculos y reinventarse se trata, habrá que preguntarles a las vecinas que integran la comisión de la Biblioteca Popular “Bartolomé Mitre” de Pellegrini, que tiene 104 años pero no todos escritos en color de rosa. Durante muchos años estuvo cerrada, se quedó sin edificio, se perdieron ejemplares y sobrevivió en una escuela; pero resurgió y hoy es un lugar clave de esa ciudad.

Un grupo de vecinas, comandadas por Alicia Rabasa, la presidenta de la Comisión, recibe a este diario para hablar de la biblioteca. Según la historia fue creada por los primeros habitantes de la ciudad “la biblioteca en algún momento pasa a llamarse ‘Socialista’ y entendemos que por esas razones políticas se produjo su impás y cierre, ya no quedan personas vivas de ese momento” dicen.

De la charla también participan Verónica Francolino, Griselda Domínguez, Blanca Monte y Sonia Betancor. “Después empezó a funcionar en lugares muy chiquitos y ahí comenzaron a rescatarse los libros. La bibliotecaria  que estuvo todo el tiempo fue María Angélica Montironi que comenzó con los ficheros porque se había perdido todo”. En la década del 90 obtuvo su edificio, y se hicieron obras que ahora tiene dos plantas. Destacan siempre la colaboración del Municipio.

“Se le ha dado mucho movimiento en el sentido de generar actividades que tengan que ver más allá de la lectura. Ha venido gente a hacer cuentos hacer teatro tiene una vida increíble la biblioteca. Siempre nos acordamos que es además Centro Cultural. Más allá de algo serio que tiene la imagen la biblioteca, acá hay mucha vida se hacen  jornadas de lecturas de chicos con chocolate, conmueve en estos tiempos que haya gente que tenga tantas ganas de trabajar”. Entre otras cosas se hicieron los café literarios, charlas abiertas sobre violencia de género y otras actividades.

“Hemos logrado hacer una biblioteca moderna, dinámica, no es quieta, vieja y silenciosa, acá tenemos bochinche, tenemos lío, vienen chicos y grandes queremos hacer una gran familia” dice Alicia.

 

La entidad se sustenta con los subsidios de Conabip, de la Provincia, la colaboración del Municipio y la cuota societaria. Son 500 los socios en Pellegrini.

“Hay mucha gente que aún lee, y chicos que comienzan con la lectura, hay familias que no abandonan el libro y siempre vienen a retirar ejemplares”, dicen y remarcan que tienen el “apoyo del docente, que envía a sus alumnos a buscar en los libros y además tenemos computadoras a disposición del público, wi-fi  y el servicio de impresión y fotocopiadora es decir el chico que viene y que quiere investigar en internet también puede hacerlo acá”.

 

Trenque Lauquen

Ana Pascual es la presidenta de la Biblioteca Bernardino Rivadavia de Trenque Lauquen desde hace 6 años. Tiene 82 y dedica gran parte del día a la entidad. Dice que los comercios del centro bajan las persianas cuando ella pasa, porque siempre busca apoyo para la entidad.

Su vinculación con la Biblioteca nace por ser una “lectora compulsiva”. La Biblioteca de Trenque Lauquen tiene 115 años, allí nacieron varias instituciones que comenzaron a reunirse en sus salas, y hasta se proyectaban películas cuenta Ana. Cuenta con 1400 socios y un aporte del Municipio, la Conabip y la Provincia. “La cuota es baja, pero si la aumentamos comienzan a borrarse porque mucha gente es socia sólo por colaborar”.

“Para mi es mi primer hogar, yo soy sola entonces paso muchas horas acá, y también ando mucho en la calle pidiendo,  cuando camino por el centro cierran todos los comercios (ríe) es muy difícil sostener estas instituciones con los recursos que se tiene y porque la gente hoy está muy ocupada para integrar las instituciones”.

Cuando se le pregunta por el hábito de la lectura en tiempos de Netflix sostiene que “general los lectores son gente mayor, los chicos se meten en internet y con un click lo resuelven todo pero hay algunos profesores que los mandan acá, y eso es lo que les pedimos a las escuelas que manden a los chicos, lo que pasa es que la tecnología ha facilitado mucho la búsqueda”.