Mujeres que emprenden contra viento y marea

Mujeres que emprenden contra viento y marea

En De Bary es una tarde de sol y viento. La ciudad se detiene a estas horas, sólo el ruido de unas máquinas de coser en la vieja escuela municipal alt

En De Bary es una tarde de sol y viento. La ciudad se detiene a estas horas, sólo el ruido de unas máquinas de coser en la vieja escuela municipal alteran la quietud. En América, es una día de sol pleno, calor de octubre, y la máquina y las palas hacen ruido en la inmensidad del predio del Vivero Municipal. En Tres Lomas, es de noche y el cielo se enciende por la proximidad de una tormenta eléctrica. También hay mucho silencio, mientras dos mujeres realizan una tarea administrativa.

Son tres caras de una misma moneda, aunque no se conocen. Se trata de emprendimientos de mujeres poderosas, capaces de sobreponerse a historias personales duras y dispuestas a salir adelante. En De Bary, dos mujeres sostienen un emprendimiento textil; en América son 20 las que construyen ladrillos con sus propias manos rompiendo con todos los paradigmas y preconceptos sobre esto y en Tres Lomas, otras 15 mujeres se nuclearon en una cooperativa de cuidadores domiciliarios.

“Mamis” es el nombre del programa Municipal de Apoyo Integral a la Mujer de la Municipalidad de Rivadavia. Hay unas 30 chicas que aprenden oficios y reciben contención porque muchas de ellas atraviesan situaciones de vulnerabilidad. Pero el dato más destacado de este programa es que hace 3 años surgió una fábrica de ladrillos ecológicos en el que trabajan 20 mujeres en dos turnos de 4 horas. Ya fabricaron 100 mil unidades que se destinan a construcciones sociales, y la gran apuesta es convertirse definitivamente como cooperativa e independizarse de la tutela del Municipio y vender su producción.

Susana “Tuti” Flores es la coordinadora del grupo. “Somos la primer fábrica de mujeres en el país que hace ladrillos ecológicos. Para nosotros es un orgullo lo que se ha logrado”. El trabajo, organizado por turnos, produce un promedio 6 mil ladrillos por semana, “tienen un cuidado especial porque es ecológico, se ahorra un 30% la construcción porque no lleva revoques, son ladrillos de encastre y la unión es un pegamento. Tiene una gran contextura y no generan humedad, se están haciendo construcciones sociales y también la guardería canina. Los que estamos al frente sentimos un inmenso orgullo, además de ver de cómo han crecido las chicas y que quieren superarse”.

Ana  Flores es una de las chicas de la fábrica y se auto denomina la vocera del grupo. “Acá aprendí oficios, conocí a las chicas me prendí. El año pasado nos hicimos las mochilas para los nenes”. Ana está casada y tiene 4 hijos y considera que el de los ladrillos “no es un trabajo de hombres, nosotros hacemos lo que podemos, quizás no podamos levantar una bolsa de cemento, pero lo hacemos de a dos, tenemos un lindo grupo de compañeras. Esto me hizo ver que uno puede salir adelante, que podía aportar en mi casa, y no solo tenemos que estar lavando los platos”, sostuvo.

Norma López tiene 53 años es la más grande del grupo “para mí es un orgullo porque pude salir adelante, me costó empezar pero es importante lo que logré, tengo 8 hijos y no de ellos es especial y vivía llorando. Ahora disfruto y siento una gran contención acá, estuve mucho tiempo encerrada en mí misma y ahora logré salir, aprendí a ser mamá ahora. Yo aprendo acá de los más jóvenes, siempre intentamos sacar a flote a todas, como ellas lo hicieron conmigo. Esta es una familia”.

Gisella Alvarez es de las primeras que comenzó con los ladrilos “a veces dicen que las mujeres no podemos pero sí podemos, arranqué acá porque no tenía trabajo, acá encontrás apoyo y contención y nos enseñan muchas cosas, además nos divertimos, tenemos un grupo lindo y te desahogas de los problemas. Tenemos vida social festejamos los cumpleaños, tenemos grupos de whatsapp y nos hacemos compañía”.

Para el Secretario de Desarrollo Social, Fernando Sallaber, lo logrado con Mamis es mucho “es un grupo de mujeres que luchan día a día para modificar la realidad que les tocó y lo están haciendo derribando muchas barreras sociales y culturales, primero porque son mujeres, segundo porque provienen de distintos lugares y tercero sobre el producto que hacen que tienen que convencer que es mejor que el tradicional”.

En Pellegrini

Gabriela García y Ligia Silva son las costureras de la hora de la siesta en De Bary, ellas dos sostienen Textil De Bary un emprendimiento que comenzó con más integrantes pero ahora quedan dos. Confeccionan ropa en un local que es municipal y venden su producción en parte a la Comuna y también a privados. El invierno dicen, fue duro, pero esperan levantar las ventas ahora en primavera.

“Estamos trabajando en un microemprendimiento de costura y bordado, el municipio nos cede el lugar. Hay meses que tenemos mucho trabajo y otros meses que no, en este momento estamos trabajando bien pero en el invierno fue muy duro”, dijeron las mujeres. No es el único emprendimiento de este tipo en la pequeña localidad, también hay una huerta comunitaria.

“El municipio cuando necesita ropa nos da trabajo, y sino le ventemos a particulares. La idea nuestra es crecer y sumar queremos que esto no se pierda, pero cuesta y la remamos.  De Bary es un pueblo pequeño y lindo, donde nos conocemos todos”.

 

Manos que cuidan

Mónica Alvarez tiene 57 años es enfermera profesional y la coordinadora de Manos que cuidan. “La cooperativa de servicios de 3 Lomas nos ayudó para el armado de la cooperativa, la gente busca personas en el cuidado de adultos mayores” dice. Comenzaron 9 y ya son 15. “Esto tiene un costado social porque dignifica el trabajo de varias mujeres que estaban en la informalidad o haciendo changas, cubre las necesidades de muchas chicas”. Las integrantes de Manos que cuidan se capacitan en el Centro de Formación Profesional. “Tenemos pacientes con internación domiciliaria lo que implica un gran reconocimiento a nuestra cooperativa. Nosotros somos parte de las familias de los pacientes, así nos sentimos” dice.