OPINIÓN. De una catástrofe ¿Se sale sin Estado?

Escribe: Melisa Schoenfeld Ex concejal de T. Lauquen En las últimas semanas, la agenda nacional ha girado en torno a la idea de un Estado reducido, alejado de la intervención en la vida de las personas y, sobre todo, sin inversión en obra pública. Sin embargo, la reciente catástrofe natural…

Escribe: Melisa Schoenfeld
Ex concejal de T. Lauquen

En las últimas semanas, la agenda nacional ha girado en torno a la idea de un Estado reducido, alejado de la intervención en la vida de las personas y, sobre todo, sin inversión en obra pública. Sin embargo, la reciente catástrofe natural en Bahía Blanca ha puesto en evidencia la necesidad de un Estado presente y activo. Aunque no se puede responsabilizar a un gobierno específico por un desastre natural, sí es inevitable cuestionar a quienes niegan el cambio climático mientras sus consecuencias devastadoras son palpables.
Con el descenso de las aguas, ha quedado al descubierto una ciudad arrasada: familias destrozadas, escuelas dañadas, hospitales colapsados, universidades afectadas y rutas y caminos destruidos. Frente a este panorama desolador, un escueto tuit anunciando magros fondos nacionales resulta insuficiente. La imagen de Patricia Bullrich recibiendo reclamos de vecinos que le gritaban “Mójate los pies, embárrate…” refleja la sensación de abandono que se agudiza cuando el Estado se ausenta. En momentos de pérdida total, la gente pierde incluso el miedo y exige respuestas concretas.
La solidaridad vecina ha sido un rayo de esperanza en medio del caos, pero la pregunta que resuena es clara: ¿Se puede superar una catástrofe de esta magnitud sin la presencia del Estado? La respuesta es un rotundo no. No son los vecinos quienes pueden reconstruir rutas, ni las cooperadoras escolares las que levantarán escuelas, ni las asociaciones benéficas las que reacondicionarán hospitales. La reconstrucción requiere de un Estado fuerte, coordinado y comprometido.
En este contexto, el gobernador Axel Kicillof ha dado la cara, mostrando una presencia activa y asumiendo un liderazgo claro ante el abandono del gobierno nacional. Su mensaje ha sido firme y contundente: el Estado debe estar cerca de la gente, con obras y asistencia integral. Desde el primer día, se han anunciado medidas concretas, como líneas de crédito con tasas subsidiadas desde el Banco Provincia, 10 millones para familia afectadas, 40 millones para empresas damnificadas y $26.000 millones en subsidios no reembolsables para los hogares más vulnerables. Estas acciones contrastan con la falta de respuestas desde el gobierno nacional.
La pregunta que queda flotando es si el gobierno nacional será solidario y devolverá los fondos retenidos a la provincia de Buenos Aires. El dinero, como bien señaló Kicillof, es de los bonaerenses. Además, existe la esperanza de que parte de los fondos del FMI se destinen a la reconstrucción de Bahía Blanca, para que esta vez la deuda deje obras concretas y no solo especulación financiera.
Esta catástrofe sin precedentes nos obliga a reflexionar sobre el tipo de sociedad que queremos construir. Las diferencias entre las decisiones del presidente Milei y las del gobernador Kicillof son evidentes. Mientras uno aboga por un Estado mínimo, el otro defiende la necesidad de un Estado presente y activo. La reconstrucción de Bahía Blanca no solo es una cuestión de infraestructura, sino también de un proyecto de país.
En definitiva, la tragedia de Bahía Blanca ha dejado en claro que, ante una catástrofe, el Estado no es una opción, sino una necesidad. Como bien dijo Kicillof, nadie construye comunidad en soledad, porque nadie se salva solo.

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