Por: Matias Cardini
El histórico desdoblamiento de las elecciones provinciales en Buenos Aires permite, por primera vez, bajar la discusión a lo local y provincial durante la campaña.
Hasta ahora, “lo nacional” se llevaba todo: agenda, slogans, carpetazos y debates.
Sin embargo, a pocos días de las elecciones provinciales y municipales (se vota el domingo 7/9), pareciera que desaprovechamos la oportunidad de pensar y debatir nuestro Trenque Lauquen sin contaminación ni impronta nacional.
La intención de estas líneas es justamente esa: pensar localmente.
Decía que pareciera que desaprovechamos la oportunidad, no solo por la apatía general hacia la política, sino también, por la ausencia total de propuestas de la oposición a nivel local.
De cualquier manera, me parece este momento, una buena oportunidad para pensar qué tipo de Estado queremos para Trenque Lauquen.
Creo que es una de las discusiones más interesantes (asumiendo que el debate sobre si déficit fiscal es sostenible ya está zanjado).
La pregunta es: ¿queremos un Estado presente? ¿De qué modo? ¿Cuánto y dónde? ¿Para qué?
Ahora bien, cuando analizamos qué tipo de Estado deseamos, rápidamente aparecen las ideas polarizadoras nacionales.
De un lado, la experiencia de casi veinte años de un “Estado camporista”: ineficiente, burocrático, sobredimensionado y cargado de militantes, que para sostenerse requiere una presión impositiva asfixiante sobre vecinos, comercios y empresas.
Del otro, un discurso que, para el presidente Milei, convierte al Estado en una mala palabra, planteando casi su inexistencia. Una ausencia que, en los hechos, no existe ni siquiera en sus países modelo o aliados (EE.UU. o Israel).
¿Qué pasaría si lleváramos esas ideas a Trenque Lauquen?
¿Alguien imagina al Hospital Municipal manejado por La Cámpora?
¿Y se lo imaginan cerrado “por la idea de la motosierra”?
¿Podría Trenque Lauquen mostrar exitosamente una postura intermedia a esta polarización en cuanto a las ideas de la presencia del Estado? Un Estado presente, pero eficiente. Un estado presente administrado con transparencia. Un estado que rinda cuentas a sus vecinos y que defina, con honestidad, el destino los recursos.
Siguiendo con el ejemplo del hospital, ¿por qué no pensar en sostenerlo negociando firme con las obras sociales, articulando con la medicina privada, de modo que ambos sistemas se complementen en lugar de competir?”
Lo público y lo privado trabajando juntos. No uno contra otro.
Pienso que Trenque Lauquen es el ejemplo de esta postura intermedia que necesitamos para superar la polarización y las ideas extremas. Puede mostrar una experiencia exitosa de muchos años, en cuanto a una “equilibrada” presencia del Estado. Muchas políticas públicas se han sostenido en el tiempo, más allá de los intendentes y han colocado a la ciudad por encima del promedio de los restantes 134 municipios bonaerenses en desarrollo y sostenibilidad.
Un ejemplo claro son los jardines maternales municipales, política sostenida durante muchos años por varios intendentes. Hoy son ocho en la ciudad, con 500 chicos, gratuitos, con ingreso definido en base a una encuesta socioeconómica.
En esa línea, la gestión actual del intendente inauguró este año el nuevo edificio del Jardín Maternal Municipal Soles en el barrio Indio Trompa. Fue una obra que se puso como prioridad, en un contexto difícil, porque Nación y Provincia ajustaron los fondos para los municipios.
El costo del edificio, de aproximadamente 300 millones de pesos, se financió con los impuestos que pagan los vecinos del distrito. Hoy recibe a 60 chicos en un barrio con necesidades. Su impacto es enorme: facilita la inserción laboral de las familias, brinda educación y contención a los más chicos. Esta claro que la educación es una herramienta igualadora de oportunidades.
En definitiva, pensado desde lo local, el Jardín Soles es un ejemplo concreto de Estado presente y eficiente y refleja claramente las prioridades de esta gestión.
Frente a la tentación de importar discusiones nacionales, Trenque Lauquen brinda un mensaje distinto: que el Estado no es ni un botín partidario para repartir entre militantes, ni un enemigo a destruir, sino una herramienta al servicio del desarrollo de la gente.