Raúl Dardene a 40 años del hundimiento del Belgrano: “Es algo en lo que pensás todos los días de tu vida”

El 2 de mayo de 1982, dos torpedos disparados desde el submarino británico Conqueror acertaron en el buque de la Armada Argentina Crucero General Belgrano, que se dirigía hacia la Isla de los Estados en Tierra del Fuego. Murieron 323 marinos, casi la mitad de los fallecidos en la guerra…

El 2 de mayo de 1982, dos torpedos disparados desde el submarino británico Conqueror acertaron en el buque de la Armada Argentina Crucero General Belgrano, que se dirigía hacia la Isla de los Estados en Tierra del Fuego. Murieron 323 marinos, casi la mitad de los fallecidos en la guerra de Malvinas.

El trenquelauquense Raúl Dardene, con 19 años, era parte de los 1000 tripulantes y hoy en el programa OESTE BA DE RADIO OMEGA dijo que lo que vivió esa tarde lo marcó para toda la vida y que no hay un día que no recuerde alguna imagen del mar helado y la guerra que vivió en primera persona.

“40 años es toda una vida. Es un recuerdo que está para siempre, muy dentro nuestro y está todos los días en nuestras vidas, como recordar a todos nuestros compañeros que hoy no están, a sus familias enviarles un saludo muy caluroso porque son los verdaderos héroes” dijo en la entrevista radial.

Raúl tenía 19 años cuando la guerra de Malvinas. Llevaba 10 meses arriba del Crucero General Belgrano “era como nuestra casa porque vivíamos ahí arriba”.

-¿Dónde estabas cuando los torpedos impactaron el barco?

-Estaba en la Santa Bárbara de la torre 1, estaba en el lugar de almacenamiento de armas. El primer torpedo pega en el centro del buque que produjo la mayor cantidad de muertes y daños y el segundo pega a 10 ó 12 metros de donde yo estaba y la onda expansiva se metió en el mar.  El ruido es ensordecedor es indescriptible, nunca más lo volví a sentir.

Desde el momento del impacto el buque se quedó sin energía eléctrica. “Tuve que salir, subí escaleras unos 3 pisos, a oscuras porque el buque no tenía energía era una boca de lobo fuimos saliendo a cubierta donde nos dieron la orden de abandonar la nave. Muchos debieron atravesar incendios e inundaciones hasta llegar a cubierta, no fue mi caso”.

“Faltaba un pedazo de proa y había hierros retorcidos, fue una sorpresa no pensábamos que nos iban a atacar, pero en cubierta no se veían grandes daños porque los impactos fueron en la parte de abajo. Era un silencio atroz, nos escuchábamos entre nosotros”.

“Había 75 balsas, era un número más que suficiente, fuimos abordando las balsas y tratamos de separarnos del buque porque veíamos que se hundía. Ahí empezó la otra etapa, cada balsa tiene su historia, algunos tripulantes murieron congelados por el frío, la noche del 2 al 3 de mayo hubo un temporal en el mar con sensación térmica de 20 grados bajo cero, las olas nos querían dar vuelta, vientos de 120 kilómetros en la hora. Fue una noche muy larga y recién al amanecer el ánimo cambió, pero no sabíamos cuánto íbamos a estar a la deriva. Nos encontraron a 120 kms de distancia”.

-¿Cómo sobrellevas esa experiencia vivida a los 19 años?

-Es algo que está permanentemente en nuestros días, por una causa o por otra. Son secuencias que están guardadas a fuego dentro nuestro; es imposible no pensar a diario esas cosas no hay manera que no recuerde lo  vivido.

“Las familias son las que más sufrieron porque en el caso nuestro hasta el tercer o cuarto día no se sabía el listado de sobrevivientes. Eso generó mucho dolor y daño en las familias. Los verdaderos héroes son los que están allí, los que no pudieron volver”, concluyó.

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