Por: Julio Collado Especial para Oeste BA Una cosa es enfrentar una tormenta desde un refugio sólido y otra desde un campamento desvastado.
Por: Julio Collado
Especial para Oeste BA
Una cosa es enfrentar una tormenta desde un refugio sólido y otra desde un campamento desvastado.
A poco de asumir el Presidente Alberto Fernández se encontró con la pandemia del Covid en medio del escenario devastador dejado por los cuatro años de gobierno de la alianza formada entre la derecha neoliberal con el sector más conservador del radicalismo, denominada “Cambiemos”.
Mientras la mayoría de los países contaban con reservas y acceso al financiamiento para enfrentar los efectos económicos de la emergencia sanitaria, el nuevo gobierno encontró un país roto y endeudado en tiempo y cantidades catastróficas.
Sin herramientas, pero con decisión y visión solidaria, se tomaron medidas tempranas para enfrentar un virus imparable y para asistir a los sectores que caían al abismo. El fortalecimiento del sistema de salud pública, el ingreso familiar de emergencia (IFE), la asistencia a empresas para el pago de salarios (ATP), los programas alimentarios ejecutados rápidamente -como sólo los cuadros y redes que el peronismo puede desplegar- han podido amortiguar las secuelas.
Reestructurada la deuda pública en dólares con acreedores privados, falta todavía buscarle solución a los 44 mil millones de dólares que el presidente Trump autorizó como aporte de campaña al macrismo, que también se fueron por la canaleta de la bicicleta financiera y la fuga delictiva.
El 2020 deja poco o nada para festejar, pero con esas dificultades se pudo mantener la cohesión social con un Estado presente y redes solidarias.
Ahora la economía muestra signos de recuperación, pero persisten problemas enormes, especialmente la pérdida de capacidad adquisitiva de los sectores de medios y bajos recursos.
El 2021 permitirá soñar con volver al crecimiento con politicas que generen mayor producción, empleo y consumo.
Hemos aprendido que sólo con la unidad en la diversidad de las mayorías se puede encarar y sostener un proyecto de país que incluya a todos. Quedó claro el daño que son capaces de hacer en poco tiempo los representantes de la especulación financiera, la desindustrialización y la exclusión social.
Parece que algunos cambios estructurales postpandemia, la geopolítica y otras condiciones internacionales se pueden combinar con nuestras enormes potencialidades para salir adelante.
Pero esta vez no podemos quedarnos a mitad de camino. No hay espacio para nuevas frustraciones. Hay que regular el comercio exterior, para evitar subfacturación y contrabando, encarar una verdadera reforma impositiva, regular posiciones monopólicas o abusivas en los mercados y comenzar a garantizar el acceso justo al hábitat. Algunas de las asignaturas que esta vez no podrán eludirse si queremos sostener un proceso de crecimiento con justicia social duradero.