Con un casco que tiene una lámpara en la frente, como si fuera un minero, Alejandro Delicio, toma una herramienta de punta con la mano derecha y buce
Con un casco que tiene una lámpara en la frente, como si fuera un minero, Alejandro Delicio, toma una herramienta de punta con la mano derecha y bucea en las celdas de una parte de la colmena extrayendo algo que sólo él puede ver y comenta en voz alta “esto es como hacer genética de abejas” y ríe.
Más tarde nos explicará que el método de trasvase de larvas de menos de 1 día de nacidas a unas cúpulas que simulan a las celdas reales, implicará que la comunidad de abejas las asumirá como reinas y le darán todos los cuidados necesarios para su crecimiento y así obtendrá este tipo de abejas con son clave en la vida en comunidad de un panal, de donde se extrae la miel, que se comercializa.
Delicio es un experto en el tema. Con 56 años de vida, hace 37 que trabaja en la producción apícola convirtiéndose en un referente en el ambiente, aunque para llegar a eso pasó mucha agua bajo el puente, ya que no proviene de una familia de apicultores y su crecimiento se produjo a base de esfuerzo y dedicación. Hoy tiene una producción importante y hasta sueña con la posibilidad de generar valor agregado y tener su propia marca.
Pero antes de todo eso, a principios de los 80 Delicio era un ex estudiante de Veterinaria que abandonó la facultad en primer año, y por el consejo de un familiar lejano que tenía unas colmenas decidió incursionar en la apicultura que por aquellos años era un planeta lejano, sobre el que se sabía muy poco.
En su familia nadie se había dedicado a la actividad, aunque su padre –recuerda- siempre crió animales y le aconsejó “invertir en producción alimentaria porque el mundo algún día iba a demandar muchos alimentos”. Con ese concepto base, y con 13 colmenas se lanzó a una aventura que le llevó toda la vida.
“En aquellos años no se sabía de exportación, de producción, de nada, fueron años muy duros. No teníamos camionetas ni herramientas, y hasta le tenía miedo a las abejas. Traté de vincularme rápido con todas las personas que sabían, fui a muchas charlas, exposiciones, compré revistas y esas cosas para poder aprender”.
El presente
Aquellos comienzos modestos distan mucho de un presente próspero. “Hoy estamos posicionados en la actividad, tenemos sala de extracción, camiones, camionetas, hacemos sanidad, crianza de reinas y siempre ponemos muchas horas de trabajo”.
Haber llegado acá “es por la constancia. La apicultura tiene momentos buenos y otros muy malos en los que trabajas a pérdida y tiene que ver con los vaivenes económicos de nuestro país, hay veces que tenés buen precio y otras que no saldas los costos de producción”.
Hoy cuenta con 2 mil colmenas en Trenque Lauquen, Córdoba y San Luis, y una compleja sala de extracción y envase para la exportación.
“Hoy la actividad está mejorando, en los valores de la miel aunque los costos se han ido muy altos y el precio de la miel está atrasado un 20%”. Nueve de cada 10 kilos de miel que se producen en nuestro país se exportan.
“No hay mercado interno por una cuestión cultural, el argentino consume mermeladas o dulce de leche, no es lo mismo en Europa o EE.UU. donde se consume mucho, no hay hábito en el país, si bien ha crecido mucho porque se le está dando más importancia y más difusión sobre la alimentación saludable”.
El producto se clasifica por distintos colores que tiene y el período de cosecha es entre diciembre y febrero “son dos meses intensos pero después el trabajo es todo el año”. Las tareas del resto del año son reparación de herramientas, sanidad, renovación de cajones, “hay trabajo permanente en esta escala” y la alimentación “es fundamental tenes que estar encima porque si a la abeja le falta alimento no produce”.
3 La producción
Los rindes de la zona “han bajado mucho desde que yo comencé por el cambio de la forma de trabajar en el campo antes no había fumigación, desmalezadoras, ni soja” y los rindes hace 30 años oscilaban entre 50 ó 60 kg por colmena y hoy se sacan unos 30 a 35. El valor de la miel llegó a pagarse 3,80 dólares hace una década y hoy está por debajo del piso de los 2 dólares, en mano al productor. En la góndola del supermercado, se paga mucho más.
“La miel de Argentina es muy bien considerada en el mundo. Los destinos son EE.UU., Alemania y distintos países del mundo”.
A pesar de no provenir de una familia de apicultores, aspira que su hijo adolescente siga en el rubro, y con sus hijas mayores analizó días pasados la posibilidad de dar un salto hacia la posibilidad de generar valor agregado.
“Nunca se le dio importancia a la apicultura, la única época que tomé créditos blandos fue en la década del 90, pero después se volvieron impagables y en la última etapa no se podían pagar”. También dijo que en los últimos años se simplificaron los procesos de exportación directa aunque él aún no asumió ese rol.
“Hacia adentro hemos estado hablando de una fraccionadora para buscar nuestros propios mercados y registrar nuestra propia marca, porque hacemos todos los eslabones de la cadena y nos falta sólo la parte final. Es una de las cosas que nos quedó en el tintero, ponerle valor agregado a la producción y nos gustaría poder concretarlo” dice en el cierre.
LA MALA PRENSA DE LAS ABEJAS
La abeja ha sido considera el ser vivo más importante del planeta porque no porta enfermedades, porque la agricultura del mundo depende en un 70% de estos insectos y porque la polinización que hacen las abejas permiten a las plantas reproducirse, de las cuales millones de animales se alimentan, sin ellas, la fauna pronto comenzaría a desaparecer. Por si fuera poco, la miel que producen las abejas, no sólo sirven de alimento, sino también aportan muchos beneficios a nuestra salud y a nuestra piel.
Sin embargo, tienen mala prensa “lamentablemente es así” dice Delicio “la gente tiene miedo hacia ellas a pesar de los beneficios que aportan, si te pones a pensar hay más mordeduras de perros que de abejas que te pican” y dijo que es un animal que sólo reacciona ante una amenaza, si se ataca su panal “de todos modos, los que hacemos genética seleccionamos abejas con mansedumbre, los que criamos reinas buscamos ese rasgo distintivo.