En el tambo, dicen los que saben, todos los días son iguales, porque la producción perecedera no conoce de feriados ni fines de semana. Sin embargo, t
En el tambo, dicen los que saben, todos los días son iguales, porque la producción perecedera no conoce de feriados ni fines de semana. Sin embargo, todo hace pensar que el jueves 11 de octubre no será un día más. La movilización frente a las puertas de la usina láctea La Serenísima promete hacer ruido, porque los tamberos de la región lo proyectan como el grito de desahogo ante una situación que dicen es de las peores en mucho tiempo.
El continuo envío de vacas lecheras al Mercado de Hacienda de Liniers y los cierres frecuentes de tambos marcan que esta queja no es una exageración. La devaluación del peso fue determinante porque los insumos se pagan en dólares y el producto se cobra en pesos. Los tamberos están mal, y si se cumplen los pronósticos más desalentadores habrá un efecto durísimo sobre los centros poblados por la expulsión de mano de obra que el sector ocupa de manera directa e indirecta.
Pero detrás de cada litro de leche, de cada pelea con la industria, de cada animal que marcha al Mercado de Liniers, hay historias de vacas flacas. Aquí algunas de ellas.
María del Carmen Genova es la tercera generación de la familia vinculada al tambo, en el predio “Don Ernesto” del partido de Pellegrini, en el que está al frente junto a su marido. Ya tienen los chicos grandes y ninguno eligió el campo para desempeñarse, por lo que por estos días analizan si seguir o no. “Yo trato de llevar calma porque mi marido está muy enojado” dice María del Carmen en la charla telefónica.
“Estamos en una situación muy complicada, crítica, hace años que no tenemos esta situación, hemos sufrido bajos precios pero como esta vez nunca, sólo comparado con el 2001”. En su tambo se ordeñan unas 250 vacas por días y entregan una pyme de Salliqueló. “Estamos analizando el cierre, lo que pasa es que en este momento la transición es difícil”. Justo en el momento de la entrevista telefónica se vendieron 20 vacas al Mercado de Hacienda, para achicar el costo y para obtener recursos fresco con la intención de encarar la compra de semillas y gasoil y lamenta que tambo que cierra “queda mucha gente sin trabajo porque se genera mano de obra directa e indirecta”.
Otro tambo cerrado
El que sabe eso es Juan Roberto “Jony” Balfour de Bonifacio, presidente de la Sociedad Rural de Guaminí que desde el mes pasado es un “ex tambero”. Se cansó de perder plata y mandó todas las vacas a Liniers y levantó las instalaciones. Terminó con una actividad que había retomado en 1997, y que antes había realizado su abuelo.
“Para mi es una pasión, estudié en una escuela agraria con especialidad en lechería, pero la situación es muy complicada, es difícil los números son muy finos, hoy hay no más de 30 tambos en Guaminí, han cerrado unos 10 en los últimos años”.
“Me cansé porque no me cerraban los números, entonces lo empezás a analizar con la familia para tomar la decisión porque desde el 2013 veníamos en contra mano, perdiendo plata. En 2010 agrandamos el tambo e invertimos, pero en el 2013 todo se volvió atrás. Por el momento el tambo no tiene horizonte con esta fórmula que tenemos entre la industria y nosotros se ajusta para abajo. Los insumos están dolarizados y nosotros cobramos en pesos a un precio muy bajo y a 30 ó 45 días esto no cierra”, dijo Jony que avisó que el 11 de octubre estará en las puertas de la industria.
Desde 1937
El predio “Don José” de Rivadavia ordeña vacas y alimenta con su leche a la región desde 1937, más de 80 en el sector. Hoy está a cargo de Juan José Ubize, que es la tercera generación y que sostiene a duras penas una explotación de 290 animales.
“Estamos muy complicados, esta es de las peores crisis que estamos pasando, la leche aumentó en el último año calendario, es decir de octubre a octubre el 40% pero algunos insumos lo hicieron el 170%”, señala el hombre. “La devaluación fue determinante y el aumento de los principales insumos agravó todo”.
“Nosotros no tenemos la idea de cómo salir de esto, no se está pidiendo llegar el 150 por ciento de aumento pero es necesario aumentar. Los que más entienden deberán encontrarle la vuelta” se sincera. “Hay que evitar que se cierren más tambos, hoy todos se están achicando, porque vale más una vaca en el mercado de Liniers que para dar leche”.
En Rivadavia hay unos 40 tambos y todos están mandando todos los días vacas a Liniers “la industria y el gobierno tienen que entender, hay mucha diferencia de poder, nosotros no podemos hacer mucha fuerza. Nosotros no podemos estar dos días sin producir”.
Arnoldo Mazzino desde el 2007 tiene dos tambos chicos en Salliqueló, en el campo La Gloria y ordeña unas 500 vacas.
“La situación es mala porque la presión fiscal es muy alta y porque quedamos muy desequilibrados con la última devaluación”, dice telefónicamente. “Nosotros entregamos a una Pyme de Salliqueló pero la que forma el precio es La Serenísima, que es una empresa ineficiente que sólo hace lobby. Nosotros cobrábamos 30 centavos de dólar y ahora estamos cobrando 19”
“Los insumos son en dólares y nosotros cobramos en pesos, eso es una combinación letal. Además el Estado se queda con el 50% de toda la cadena y las empresas son ineficientes, siempre se corta por lo más delgado. Este gobierno sólo tiene diferencias de formas con el anterior, entonces aumenta la presión fiscal y no quiere institucionalizar el mercado de la leche”.