Nota en Clarín: con récord mundial y el aval de un chef, los Eyherabide mostraron la consistencia de sus Shorthorn

La cabaña Santa Cecilia, de Trenque Lauquen, obtuvo la Gran Campéon Hembra Shorthorn por octava vez en las últimas 9 ediciones.

La semana pasada la cabaña Santa Cecilia, de Trenque Lauquen, volvió a hacer historia en la Exposición Rural de Palermo: obtuvo por octava vez en nueve años el premio a la Gran Campeona Hembra de la raza Shorthorn, consolidando una hegemonía sin precedentes en la pista más prestigiosa del país ni en el mundo.
Lo de Héctor Mario Eyherabide y sus hijos, Francisco y Fermín, va mucho más allá de las cucardas. “Estamos muy contentos no solo por los logros, sino por la uniformidad de la fila, el tipo de animal bien característico que nos representa y su plasticidad. Los premios hablan de la consistencia de la familia que uno ha logrado y ha ido multiplicando, los resultados están a la vista”, dice Francisco, referente de una nueva generación de criadores, en diálogo con Clarín Rural, y detalla que de los ocho premios a la Gran Campeón hembra obtenidos en los últimos años, solo una vaca fue bicampeona y el resto fueron distintas representantes de la misma línea de sangre en cruzamientos con distintos toros.
“La consistencia sigue estando, es decir que hay algo adentro que ya tienen los animales, tan consolidado que es difícil errarle. Eso creo que es fundamental a la hora de la genética, en una cabaña uno busca la mayor consistencia posible”, explica, y destaca el trabajo realizado por todo el equipo de la cabaña para alcanzar semejantes logros.
Este año, con 17 animales presentados, además del premio mayor entre las hembras también se llevaron el Reservado Gran Campeón Hembra, el Reservado Gran Campeón Macho, 8 campeonatos, 4 reservados y 3 terceros premios.
La historia de Santa Cecilia comenzó en 1961 cuando Héctor Mario recibió su primera vaca Shorthorn de pedigree. Diez años más tarde debutó en Palermo y desde entonces no faltó a ninguna edición. Más de medio siglo después, los Eyherabide siguen apostando fuerte por la raza que marcó el origen de la ganadería moderna en la Argentina. La Shorthorn fue la primera raza bovina de pedigree que llegó al país, en 1826, con el toro Tarquino, y aunque en décadas posteriores fue desplazada por el Angus y el Hereford, hoy atraviesa un resurgimiento en el que mucho tiene que ver esta familia.
“Hay un reposicionamiento del Shorthorn en el mundo”, aseguró en una nota reciente Héctor Mario, y contó que en el Clay Center de Nebraska, epicentro global de datos genéticos, se están evaluando sus características productivas con resultados prometedores: carne de alta calidad, marmoleo, terneza y eficiencia productiva. En Inglaterra, la cadena de supermercados Morrison paga un plus por animales con al menos 50% de genética Shorthorn. Y en Australia se replican políticas similares.
En el plano local, Santa Cecilia busca ser parte activa del renacer. En busca de eficiencia, hace unos años redujeron el número de madres y se volcaron a la transferencia embrionaria, apostando por una genética de elite que ya cruzó fronteras: exportaron embriones a Canadá, Estados Unidos, Brasil y Uruguay. Y no solo llevan la delantera en genética: también supieron moverse con astucia en el plano comercial. Ya en los años ‘90, Eyherabide fue pionero en obtener un cupo Hilton para exportar carne a Alemania. Más recientemente, encontró la forma de sortear las restricciones del mercado estadounidense, enviando genética a través de Canadá.
Ahora, Francisco explica que están poniendo mucho foco en impulsar los cruzamientos de Shorthorn con otras razas. “Apostamos al vigor híbrido que genera el cruzamiento entre las razas, que aporta lo mejor de cada una”, dice.
Una de las experiencias más avanzadas es con un rodeo Braford en el que obtuvieron cien por ciento de preñez y lograron una carne que ya obtuvo el aval del reconocido chef Christian Petersen.
“El Shorthorn tiene todo lo que buscaba para promocionar lo mejor de la carne argentina: marmoleo, plasticidad y ternura”, afirma Petersen, quien confió en la genética de Santa Cecilia para sus propios desarrollos ganaderos y que este año por primera vez presentó animales de esa raza en la rural, en sociedad con los Eyherabide y también con los Landívar. “Hay una vuelta a la raza. En el Shorthorn hay un reservorio de historia, genética y calidad que merece ser revalorizado”, concluye.

Nota Clarín
Fotos @insaurralde.v

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