En la senda de la conciencia, el rescate de objetos, patrimonio cultural “no monumental” y la contribución a la construcción de sentido social que sup
En la senda de la conciencia, el rescate de objetos, patrimonio cultural “no monumental” y la contribución a la construcción de sentido social que supone la gesta, son congruentes a la cultura y el civismo.
En ese camino se encuadraría la acción que hoy nos sienta a leer. Y presenta a su vez varias aristas para considerar su conocimiento y valoración: El objeto, el rescate, la restauración, el armado, y las personas que lo llevan a cabo.
El objeto y el propietario: Un motor estacionario inglés. “Blackstone”, año 1929 utilizado como generador en la “Estancia Santa Clotilde” en la localidad de Berutti, Partido de Trenque Lauquen. Su propietario, el Conde José Guazzone de Passalacqua, emprendedor italiano instalado en el país hacia 1875 en la zona de Olavarria. El tiempo y el mismo General Roca lo denominarían “el Rey del Trigo”, cuando explotando las tierras en nuestro partido, superarían los estándares de rendimiento de la época. Las tierras, 20.000 has, serian parte de la actual localidad de Berutti. El título de “Conde”, fue otorgado por el monarca italiano a razón de reconocer la actitud del mismo Guazzone con su patria en tiempos de guerra.
El rescate: El tiempo llevó al “Blackstone” de “la estancia” a la zona de residencia en Olavarria. Allí, en un taller, esperaba su gloriosa vuelta, que claro, sin conocimiento no es plausible. Walter, hijo de Guazzone, e ingeniero mecánico había sido responsable de su instalación y también de trasmitir el legado de relevancia del motor a su hijo. Quien sin saber, pero ansioso, esperaba legar ese conocimiento atado al objeto a quien tomara la posta. Ese día llegó hace 10 años aproximadamente. Si se me permite propongo realizar un paréntesis. Aquí es importante saber que sin conocimiento, producto de lectura e investigación histórica, es imposible dar con objetos que con el tiempo podemos denominar “patrimonio cultural u objetos históricos”, que sin ese trabajo arduo y pertinente del sabueso, quizás aquello terminaba siendo una pila de fierros esperando a la acería. Por esto, y lo relativo al sentido, tal objeto es “re signado” con valor simbólico una vez estudiado, buscado, encontrado y rescatado. Ha pasado, y seguirá pasando, que producto del desinterés, (parte de la cultura moderna “descartista”) el trabajo se trunca porque la acción de la desaparición física llega antes. Aquí la importancia aun mayor, porque al saber de él, y tenerlo para atarlo a la experiencia, cobra aún mucho más valor, conduciendo así a un aprendizaje significativo.
La restauración: Esta, está atravesada por el conocimiento. La pertinencia en respetar la originalidad (muy estudiada) logra que el “Blackstone” se reconozca en el espejo. Sumamente importante es que aún conservaba todas sus piezas, dispersas, pero aún estaban. Esto facilitó lo que vendría. (Se dice y lee fácil, ¡pero no lo es!) Detalles que no debería dejar pasar. Toda esta acción no hubiera sido posible sin colaboración de gente que sabía de su existencia y que hizo confiadamente su traspaso cultural para que este sea rescatado. El caso de Zulema Cavallotti, quien fuera mayordomo de la estancia muchos años “Chichí” Jaureguizar, y la confianza final del donante, José Guazzone (nieto).
El armado: El “Blackstone” es imponente. Sus piezas son considerablemente pesadas. Tanto para el traslado, como para el armado se requirió de maquinaria para el trabajo con peso suspendido. Y un detalle que no es menor y que está ligado a los apartados anteriores. El conocer, que cosa es que cosa, como va, y que funcionamiento tenia, excede al estudio. Aquí la gestión adquiere su valor, puesto que se pudo dar con personas con conocimientos especializados en mecánica, muy cercanas a este, que permiten que este erguido pidiendo pista. Hoy, después de todo lo relatado, se pudo ensamblar.
Las personas: Bien. No fue labor posible, ni sencilla sin una red o andamiaje. Esto deja expuesto que tras todo el trabajo que realizó Roberto Mileo, existió un acompañamiento hasta el día en que el volante del “Blackstone” fue puesto en su lugar. No es fácil, no es gratis. Todo lleva su tiempo y dinero. Quien ha sabido observar, en los últimos años se han llevado a cabo actividades con el fin de buscar alternativas creativas al sustento. Este trabajo es fruto de la gestión, el trabajo físico e intelectual de entusiastas que consideraron “no descartables” objetos de “la cultura material no monumental”, como en este caso, “el Blackstone”.
El desafío y un anhelo: “…ha sido un gran desafío poder no solo manipular toda esta gran pieza de la ingeniería del siglo pasado, también poner cada pieza en su correspondiente lugar, y que estas estén!!!…”… “los pasos a seguir no son sencillos, ¿pero que lo fue?, es anhelo particular, y extensivo de quienes están acompañando este camino, rendir homenaje a aquellos emprendedores que se irguieron en el paisaje desolado de nuestras pampas como faro del progreso de las sociedades modernas, con piezas de la ingeniería mecánica que son el reflejo de la impronta del momento… buscaremos, y esto si es desafío, la puesta en marcha del “Blackstone” para que una vez más su marcha de luz, pero en este caso, de conocimiento….buscaremos también que sea una fecha cercana o conmemorativa a la localidad de Berutti, y que esta experiencia “histórica y educativa “sea abierta al público…” concluyó Roberto Mileo.