La sala llena, el entorno acústico incomparable del salón principal de la Biblioteca Rivadavia y una expectativa que fue creciendo a medida que se acercaba el comienzo de la actuación fueron elementos que se conjugaron para darle marco a una noche especial. Entonces, las voces de treinta dos niños, ensambladas con maestría por las directoras Mariana Luaces y Laura Carabelli, brindaron un espectáculo espléndido. El cuidado repertorio incluyó varias canciones a cappella y otras con acompañamiento instrumental. Se inició con el canon “Arde Londres”, un anónimo brasileño llamado “A canoa”, “Cuando estoy triste”, interpretada a dos voces por el coro de pequeños y “La vizcacha”. Luego siguieron “Canta una canción de amor” (de Alejandro Lerner), el quodlibet “Debajo un botón”, “La chacarera de los gatos”, de María Elena Walsh, y otra obra a dos voces: “Y la luna se asustó”, una de las más bellas interpretaciones de la velada. Siguieron “Instrumentos tobas”, de Eugenio Inchausti, “Quién fuera como el zampopo” y “Los cacharros”, de Marta Mariño, canción que hizo aún más intenso el entusiasmo en la sala. El cierre lo ocupó “Cascarudo y caracol”, de Judith Akoschky, interpretado a tres voces, y un esperado bis, que correspondió a “Patcho o pájare” en traducción maorí.
Al fin, la cálida aprobación del público coronó en un aplauso sostenido, que dio espacio a merecidas expresiones de orgullo de los coreutas. Así, con esa noche mágica, los Niños Cantores probablemente demostraron que el canto coral se ha convertido en la apuesta más exitosa de la Biblioteca Pública Rivadavia en los últimos tiempos.
Los Niños Cantores de la Biblioteca Rivadavia tuvieron su noche ideal
En un concierto brillante realizado el sábado deleitaron al numeroso público con un amplio repertorio del cancionero popular e infantil. La sólida presentación fue premiada con un reconocimiento unánime.

Otras noticias



