Hay cosas que cambian y otras no. Monumental no es el mismo club que soñó y moldeó aquella generación irreverente del ‘45 que hizo historia en el barrio de los jardines. Es uno más moderno, capaz de mirar con perspectiva la necesidad de ampliar horizontes y trascender más allá de la práctica futbolera y sumar por ejemplo la cultura; pero lo que se mantiene intacta es esa mística de club de barrio, de identidad, esfuerzo y sacrificio irrenunciable con sentido social.
Los que saben de la historia del “Canario” hablan de épocas de auge y caída; de movilizaciones populares y canchas semivacías, de grandes proyectos y de días de subsistencia, pero todos coinciden que hace aproximadamente 10 años se generó una renovación que dio sus frutos. Una nueva generación de dirigentes aportó nuevas ideas, le dio nuevo impulso al club que ahora se anima a soñar en grande.
Una metáfora quizás de Monumental es su vicepresidente: Ezequiel Marelli, al que conducen todos los caminos cuando hacemos sonar el teléfono de la comisión para hacer una entrevista y hablar del pasado, presente y futuro del club que nació dos meses antes del 17 de octubre de 1945, creado por una generación destinada a hacer cosas grandes, y que tiene su cancha por el dinero que envió el por entonces Presidente Juan Domingo Perón para que no jugaran más de prestados en otros estadios.
Marelli llegó al club de la mano de sus padres cuando tenía 5 años. Fue jugador de las inferiores y aún lo hace en la primera división y aunque tiene sólo 28 años, hace 6 que integra la Comisión Directiva y es el actual vicepresidente. Es la continuidad de una generación que tomó la posta de los históricos y que piensa al club en clave moderna, pero con la mística a flor de piel.
“Cuando estaba en los infantiles venía gente que era hincha de Monumental y se tomaban el trabajo de profe en serio, que más allá de lo que nos podían enseñar en términos deportivos siempre nos hablaron del sentido de pertenencia, de querer al compañero, de que el club es una familia”, le dice a OESTE BA.
Los Marelli llegaron de Santa Fe, del pueblo de Soledad Pastorutti, en la década del 90 huyendo del desempleo y la crisis conocieron Trenque Lauquen y el barrio que sería una marca de por vida en Ezequiel que cursó en la Escuela 35 y por aquellos años de escuela desdoblada terminó en el Nacional. En los últimos años de la escuela fue papá “tuve que ponerme a trabajar, estudiando y jugando al fútbol, siempre digo que Monumental y el fútbol me salvó” y aquí empieza un relato que le nubla los ojos de emoción “cuando más lo necesitaba me dieron el lugar para jugar. No era el mejor en el puesto, pero los que estaban a cargo sabían de lo que me estaba pasando y nunca me dejaron afuera. Si me hubieran sacado la pelota en ese momento hubiera sido una gran frustración”.
Como repartidor de una empresa de agua de mesa local y jugador de Monumental se enteró de una vacante en un banco, se anotó cursó dos años, y aprobó. El club lo ayudó mucho dice. “Monumental está en el fondo de todo, si nunca hubiera llegado al club quizás la vida no hubiera dado estas vueltas”.
Ezequiel es una historia más, una metáfora de la entidad Canaria: esfuerzo, dedicación, tenacidad para sobreponerse a las adversidades. Pero no es la única. Entre todas las divisiones del fútbol, incluyendo el Senior, más el equipo de chicas del vóley, de cestoball y el flamante ballet de folclore se calcula que unas 500 personas que se ponen la camiseta todos los días.
El crecimiento fue geométrico en los últimos años. Todos le ponen punto de inicio hace aproximadamente 10 años cuando una camada de jóvenes dirigentes tomó la posta. Generó una masa societaria que pasó de 60 a 300; sumó deportes, sumó cultura y reinsertó al Canario en la comunidad. Como si todo esto fuera poco, el equipo de fútbol salió campeón en 2016 luego de 24 años.
Nuevos tiempos
Algunos de esos jugadores se sumaron a la dirigencia “decidimos participar de esta locura, porque esto es una pasión que te va llevando” dice Marelli y destaca la incorporación del ballet de folclore “nos trajo gente que no teníamos, otras edades y provenientes de la cultura, fue uno de los grandes avances que tuvimos”.
Los afiliados y la familia de Monumental “es gente trabajadora de clase media, tenemos una función social como club entonces no aumentamos la cuota societaria para los 300 socios” y el enorme salón de fiestas es una de las fuentes de ingresos más importantes para solventar los gastos fijos.
Un grupo de padres de infantiles comenzó la tarea de la merienda para los chicos, y la dirigencia quiere terminar una obra iniciada tiempo atrás en las alturas para hacer un gimnasio de 30 por 15 metros con beneficios para los socios. “Las instalaciones del club son viejas y todo el tiempo estamos reparando cosas”.
El entrevistado reconoce lo difícil que es hoy encontrar gente dispuesta a colaborar y ser parte de una comisión “te tiene que gustar cuando venís a ver a los chicos en una práctica con la camiseta del club, te vas lleno” dice y destaca la renovación iniciada hace 10 años “fue muy positiva para el club y se notó. Hubo una buena administración y cuando la cabeza funciona bien, todo hacia abajo funciona bien”, aunque de ninguna manera se creen “los herederos” de la vanguardia y la mística de los históricos “nosotros tenemos pertenencia y buscamos capacitarnos para estar a la altura de los tiempos modernos y lo que requieren hoy las entidades sociales y deportivas”. Los históricos “siempre nos marcaron que este es un club de barrio, de gente humilde y trabajadora, que todo se hizo con esfuerzo y ganas”.
Marelli señala que al club le falta espacio físico hoy. Por la cantidad de chicos que concurren le vendría bien contar con otra cancha y que durante varios años se habló de la posibilidad de obtener terrenos de la Municipalidad en otro lugar, aunque hasta ahora no se pudo concretar.
Cuando en 1992 el Club salió campeón, Ezequiel tenía sólo 1 año de vida. La larga sequía victoriosa se prolongó hasta 2016 cuando levantó la copa luego de 24 años y ahí está otra vez este joven dirigente que también patea la pelota. “Hice goles en las finales contra Ferro” recuerda y mira de reojo una gigantografía con el equipo de esa generación dorada colgado en una de las paredes del club, marcando a fuego la historia de la entidad, y también la suya en la que siempre estuvo Monumental como una parábola de vida en la que para ganar primero hay que saber sufrir.
UNA HISTORIA GRANDE
El historiador Juan José Estévez, reconocido hincha de Monumental atendió el teléfono de este diario para responder sobre la historia del Canario.
“Nace como una escisión de la tercera división de Atlético que era imbatible que tenía de suplentes grandes jugadores que nunca tenían minutos en los partidos y según cuentan ni siquiera le prestaban una pelota para practicar, el caudillo era Roberto Aguilera”. Ante esta situación decidieron crear su propio club.
Las reuniones constitutivas se hicieron en la vieja confitería Monumental y los colores de la camiseta los copiaron de la casaca suplente de Peñarol de Montevideo. “No es casual que se fundara dos meses antes del 17 de octubre de 1945, el origen del club es peronista, era una generación que estaba decidida a hacer cosas importantes. Muchos de los presidentes del inicio fueron de extracción peronista y popular incluso de la centro izquierda, es un club popular en sus orígenes”. Monumental nació sin cancha, jugó de prestado en distintos estadios hasta que los dirigentes le escribieron una carta al Presidente Perón, que le envió un cheque para comprar las dos hectáreas que tienen hoy en la calle Castelli entre Llambías y Tomas Davis.