Abel Bruer, nacer y vivir en un ring de boxeo

Abel Bruer, nacer y vivir en un ring de boxeo

El siguiente, es un párrafo del libro “Liderazgos en ambientes agrestes” de Alejanro Randis, un especialista en aventuras de montaña y ascensos al A

El siguiente, es un párrafo del libro “Liderazgos en ambientes agrestes” de Alejanro Randis, un especialista en aventuras de montaña y ascensos al Aconcagua: “Hay que hablarle a la gente en los términos de su experiencia…recuerdo a un participante en una de mis ascensiones guiadas al Aconcagua, que aún estando muy cansado durante una parada, sonreía con ganas. Cuándo le pregunté cómo se sentía (me llamaba la atención su excelente disposición) me res- pondió: – «Muy bien, estoy contento. Es la primera vez que estando tan cansado no me pegan ¿cómo no voy a estar disfrutando?» ¡Abel había sido boxeador profesional! Así que su umbral de sufrimiento estaba muy alto y sus reportes de bienestar o malestar eran especiales”.
Abel, es Abel Bruer, el vecino trenquelauquense amante de todos los deportes pero que es sinónimo de boxeo con un nombre ganado aquí y en una amplísima región. Y su historia puede trazarse en dos líneas de tiempo y ambas son muy exitosas: como boxeador (fue campeón argentino con 19 años) y como entrenador de boxeadores donde hizo una destacada carrera con la consagración de varios de sus pupilos.
Hoy, retirado del ring, habló con FM Tiempo sobre su vida que nació y transcurrió en el perímetro del cuadrilátero, un hábitat natural que pocos pueden darse el lujo de disfrutar durante tanto tiempo.
Los Bruer no son originarios de Trenque Lauquen, sino de Buenos Aires. Sus padres llegaron aquí cuando era un niño de 6 años y a esa edad comenzó a trabajar. Siempre que se habla de boxeo hay una historia de lucha y superación detrás. A los 6 era canillita de La Opinión y a los 14 se acercó a una escuela de boxeo municipal que se llama 8 onzas donde dijo que “aprendió a pelear” porque “boxear” sería un segundo paso.
A los 6 años cuando mi familia vino de Buenos Aires, me metí de canillita del diario La Opinion a los 14 en carapachai fui a una escuela de boxeo pero no empecé ahí sino que lo hice en el 8 onzas que era un gimnasio de boxeo municipal en 1967, ahí aprendi a pelear, a boxear aprendí años mas tarde en pehuajo
A los 16 años hizo su primera pelea en 9 de julio, su entrenador tenía que firmar para que lo dejaran subir a competir con mayores de edad. Eran tiempos en los que el deporte tenía poca fiscalización y se permitían cuestiones que hoy son impensadas. En ese entonces se radicó en Pehuajó porque allí estaba la mejor escuela de la región y se puso bajo las órdenes del profesor Olivito. A los 19 fue campeón argentino amateur y su carrera iba en ascenso meteórico hasta que llegó el Servicio Militar.
En 1975 hizo “la colimba” y no pudo representar a la Argentina en el Panamericano de México lugar que se había ganado por ser campeón argentino. Ya no volvió aquí, sino que recaló en Buenos Aires donde el boxeo estaba en auge. Visitaba los gimnasios del Luna Park; Unidos de Pompeya, Huracán y la Federación, en búsqueda de oportunidades hoy recuerda que “andaba solo con un bolso”. En esas jornadas conoció a las glorias Bonavena, Monzón, Horacio Cabral, Suarez, y hasta a Susana Giménez que frecuentaba esos espacios.
En su carrera profesional contó sólo 4 peleas oficiales, una de ellas de semi fondo en Sudáfrica en 1981, muchas otras se pactaban en el interior sin registro ni libreta en veladas que eran una moneda al aire, muchas veces sin saber a quién te enfrentabas.
El fallecimiento de su padre, lo obligó a abandonar rápidamente su carrera profesional y volver a Trenque Lauquen a trabajar, pero no abandonó el box, pero ahora se paró en el rincón a dirigir a sus pupilos.
Algunos de sus boxeadores fueron Gandolfo, Pichi Rodríguez (campeón metropolitano), Polvorita Gómez (subcampeón guante de oro), Abel y Juan Gómez, Zabala, Carlos Rincón (subcampeón metropolitano), y sus hijos David y Martin Bruer subcampeones argentinos.
“El presidente de la Federación José González me dijo una vez, algo tiene que tener usted porque si en 29 mil habitantes saca tantos campeones, o tenía mucha suerte o algo sabíamos que todos llegaban a la final”.
De sus alumnos más destacados se encuentra su hijo, Martín. “Hizo una carrera muy importante por su tenacidad y constancia, si queres lograr cosas tenes que tener garra y actitud, fue campeón argentino profesional, y peleó eliminatoria por título del mundo en Alemania en una pelea que todos creen que ganó hizo tan buena pelea que no lo quisieron llevar más porque era un retador muy complicado para los locales”.
Hoy Bruer mira box por TV y nada más. Ya no entrena a nadie. “Me cansó estar dentro del ambiente, la falta de empatía, la falta de apoyo, todo se conjuga. El único intendente que nos dio una mano fue Juan Carlos Font los demás no. Nosotros organizamos festivales trajimos los mejores boxeadores, venía Radio Rivadavia, TyC Sport; vino Coggi, Vázquez, hicimos mucho por el boxeo” dijo y destacó que Barrio Alegre siempre fue un aliando.
“El boxeo es un arte de pegar y no dejarse pegar. Hay que cuidar al pupilo” dice en un tramo de la entrevista y de los históricos que destaca a Mohamed Ali, Ray Sugar Robinson y Ray Sugar Leonard, entre otros. De los nacionales a Gustavo Ballas, Uby Sacco, Arce Rossi, Jesús Romero y Lorenzo García”.
A Bruer le gustan todos los deportes. Jugaba 5 ó 6 partidos de ajedrez por día y escalaba montañas pero destaca al boxeo “reúne a toda la sociedad, a los millonarios y a los pobres” y es el deporte que “más medallas trajo a nuestro país y este año no fue a las olimpiadas por falta de presupuesto” lamentó.
De los boxeadores del presente argentino destacó al bonaerense Fernando Pumita Martinez, único campeón mundial argentino, que en diciembre despojó del título al japonés Kazuto Ioka en una contienda para aplaudir de pie. “Me emociona…” dice Bruer y se le entrecorta la voz “así se gana un título” agrega mostrando por primera vez a lo largo de la entrevista emoción y por un boxeador que vio en la TV, lo que marca que este tipo duro con un umbral de dolor tan alto como lo describen en el libro sigue respirando boxeo a pesar de los años y aunque ya no camine más un ring.