No sé cómo lo hace, pero Jorge “Alemán” Azpiroz tiene una condición envidiable y que se reduce más o menos en una gambeta al tiempo. Con sus 58 años,
No sé cómo lo hace, pero Jorge “Alemán” Azpiroz tiene una condición envidiable y que se reduce más o menos en una gambeta al tiempo. Con sus 58 años, este artista polifacético puede ofrecerse para esas publicidades del “antes y después” con tranquilidad porque el paso de los años casi no ha hecho mella en él. El secreto, nos terminará diciendo con ironía en el final, tiene que ver con el antioxidante del vino.
Pero a la hora de hablar en serio no podemos hablar de otra cosa que no sea el tiempo. Hace unos días el Alemán recibió una distinción de la Cámara de Comercio por los 35 años del grupo musical que lo tiene como principal figura, pero a lo largo de su vida logró saltar el cerco y trascender más allá de su agrupación musical y –sobre todo- del corcet del roquero clásico transitando los caminos de la literatura, la música infantil, el folclore, la música rioplatense y hasta se anima con el tango.
Es uno de los artistas más polifacéticos y queribles del ambiente local, al que todos invitan a tocar y le piden consejos. Su enorme versatilidad lo mantiene vigente a través del tiempo. Sí, el tiempo.
-Viniendo para acá me acordaba que hace 25 años me regalaste un cassette, su primer disco y hoy te escuché en mi casa en Spotify.
-Ahora subimos todo a las aplicaciones y dispositivos. Pero antes del cassette grabamos en las viejas cintas, hemos pasado por todas. El otro día pensaba que rápido pasaron los 35 años, y siempre activos, componiendo y ensayando, si la economía fuera otra quizás tendríamos 20 discos, pero estamos muy contentos porque ha sido toda una vida.
El Alemán suelta las primeras definiciones para OESTE BA, todas casi con el mismo aire. Es un artista introspectivo al que nunca le gustó la autopromoción y entonces hablar de sí mismo lo pone en un lugar incómodo, tanto como el control remoto del aire acondicionado que no logra hacerlo funcionar en modo “calor” y en este julio el frío no da tregua. Estamos en una sala de ensayo nueva. Atrás quedó la vieja pieza de planta alta de la calle Sarmiento. Ahora se mudaron unas pocas cuadras, pero las paredes están acustizadas, los instrumentos brillan y hay aire acondicionado. “Acá estamos más tranquilos, estamos bien”.
-¿Cómo hacen para sostener la relación del grupo 35 años?
-Muchos preguntan eso. El “Loco” Sierra aprendió a besar mejor (ríe). Nosotros sentimos un amor muy grande entre nosotros, el ser humano es más grande, hay una filosofía más allá de la música, el que hace lo que ama vive dos veces. Hay que aprovechar las cosas que nos pasan, la música tiene la virtud de compartir emociones, eso no hay plata que lo pague, hay una magia que te saca del asedio de la realidad.
-Ustedes precisamente no tienen letras que te sacan de la realidad.
-En una época éramos como relatores de la actualidad, hoy estamos más tranquilos, más existencialistas. Muchas radios no nos querían pasar en el circuito de Buenos Aires, a nosotros no nos interesa la fama, y nunca vamos a transigir con el compromiso con la vida, sin ser panfletarios pero sí con la poesía.
-¿Cómo hacés para siempre tener ganas de cantar y tocar?
-Nació conmigo el amor al arte, en mi casa mi madre siempre cantaba y mis tíos son los Kcocho Massi, para mí no es un hobby es mi vida, si no toco me muero. Estoy cocinando y agarro la guitarra, la trompeta todo, es una manera de comunicarme con los demás y conmigo mismo.
Vida y obra
Con esa cuna, el Alemán formó su primera agrupación en 1975 que se denominó Agripina con la influencia de Sui Generis y el nacimiento del rock de la década del 70. “En los primeros tiempos fue bravo porque la gente te miraba raro por el pelo largo en 1978 comenzamos a tocar en las tertulias de Argentino, luego me fui a vivir a Buenos Aires y cuando volví en 1984 formamos el Alemán Grup”.
Raúl Arbelbide y Osvaldo “loco” Sierra están desde los inicios, más tarde se sumó el saxofonista Walter Ledesma, pero “siempre fue como una escuela”, pasaron muchos músicos como Orlando Moro, Oscar Moreira, Hugo Azpiroz y otros grandes y además sumaron ritmos a lo largo de los años, hubo discos más cercanos al jazz, al candombe y otros géneros “nos gusta salirnos de la zona de confort, lo más fácil sería repetir la fórmula que anduvo bien, pero no lo hacemos”.
También grabó un disco de música infantil “me molestaba que a los chicos les hacían canciones con un tecladito y entonces armé un disco con grandes músicos locales” y está escribiendo uno de folclore “todo empezó por Lautaro Van Meegroot y los chicos de Acutun Che” y escribió un libro de poesías y cuentos que se llamó “bailando sobre la espuma”. Para él “la poesía y la música tienen mucho que ver, hoy le pongo más oficio a la hoja en blanco. La literatura es algo maravilloso, está en mí escribir es algo que hago para aprenderme, uno se conoce y empieza a mejorar desde la escritura”.
“Sigo persiguiendo sueños, tengo hechas muchas canciones de distintos ritmos incluso tango. La música me gusta toda y según el momento escuchás clásica, jazz, en una fiesta podes bailar cumbia, no me gusta verduguear a la música, me gusta todo. No sé si más adelante puede ser, el tango te espera como decía Pugliese”.
Reconocimiento
Durante la entrevista destacó la presencia de muchos músicos locales en el reconocimiento de la Cámara de Comercio y subrayó en la presencia de César Dominici “con quien empezamos juntos en aquellos años”. Con la agrupación tocaron varias veces en el festival Pepsi Rock, en el Quilmes Rock y en Tecnópolis.
Con 35 años de trayectoria, prefiere mantener varios frentes de proyectos. Uno de ellos es un recital por el tiempo transcurrido “queremos que los músicos locales participen”, mientras está grabando las voces para el séptimo disco “es un disco de garaje como cuando teníamos 15 años, música más directa, poesía más directa”.
Entonces otra vez el tiempo. “Ha desaparecido el formato de disco, pero queremos hacerlo en pen drive con videos, historias, etc. hay que adecuarse a los tiempos”.
-¿Qué te falta hacer?
-Si hubiera sido buen futbolista nunca hubiera hecho un disco (ríe) siento que siempre tengo que hacer algo, persiguiendo sueños. No importa si lo lográs sino el viaje, para mí fue muy lindo lo del otro día, el abrazo de los músicos locales; música linda hay en todos lados, pero el cariño humano no tiene precio.
Das vueltas la esquina y te encontrás con un abrazo o una piña. Trato de ponerle buena predisposición todos los días, debemos preocuparnos por tratar de mejorarle la vida a la gente o por lo menos no empeorárselas, a veces sale y a veces no.
A los 58 años, con 35 años dando vueltas con su agrupación musical. Con un par de discos escritos y listos para ser grabados y un par de bocetos de libros a la espera de entrar en imprenta, Jorge Alemán Azpiroz sigue haciendo de las suyas para esquivar el tiempo, para atravesarlo de manera transversal “quiero dejar una obra, grabar canciones y hacer todo. Soy obsesivo” dice y cuelga la mochila sobre su hombro derecho y empieza a caminar. Lo esperan en una sala de grabación para ponerle voz a una de sus nuevas canciones, de un nuevo disco, de un futuro nuevo recital, de un nuevo sueño.