Bruno Villani la herencia de una familia de trabajo duro y ciclistas brillantes

Bruno Villani la herencia de una familia de trabajo duro y ciclistas brillantes

Es muy probable que las instituciones trenquelauquenses que nuclean a las pymes urbanas o rurales desconozcan un dato que tiene características de his

Es muy probable que las instituciones trenquelauquenses que nuclean a las pymes urbanas o rurales desconozcan un dato que tiene características de histórica: una empresa familiar local continúa hoy como hace 90 años elaborando piezas de la máquina que se utiliza para la esquila de ovejas y también vacunos, una de las labores campestres más antiguas y sacrificadas a lo largo y a lo ancho de nuestro país.
Se trata de la marca “Villani” que siempre conservó ese nombre y siempre estuvo en manos trenquelauquenses que forjaron los tornos y cinceles de acuerdo a las épocas para poner esta herramienta al servicio del campo. Y decimos que siempre estuvo en manos locales porque no fueron pocos los intentos por comprar la marca o la fabricación en modo “línea blanca” con la que empresas internacionales tentaron a estos descendientes de tanos que nunca aceptaron entregar el sello.
Así lo recuerda Bruno Villani que es la tercera generación de la empresa que sigue conservando el estilo de manufactura casi artesanal y casero como el siglo pasado. Pero no es la única herencia que carga sobre sus hombros este vecino, sino que además es la cuarta generación de ciclistas brillantes que escribieron con letra de bronce su apellido en el deporte de las 2 ruedas, donde él pone su pasión todos los domingos.
En una entrevista con FM Tiempo 91.5 Mhz Bruno Villani habló de una tradición familiar que lo enorgullece e infla el pecho cada vez que menciona a su padre, a su abuelo y su bisabuelo.
-¿Siempre con el ciclismo?
-Siempre. Intentándolo por lo menos.
-En algún tiempo hiciste boxeo también cuando eras más chico.
-El boxeo y el ciclismo tienen mucho que ver, mi abuelo llegó a entrenar en el gimnasio del Luna Park alguien le dijo allí que era muy similar por el llamado de la campana, se vive de la misma manera son deportes unipersonales y gana el que más sabe sufrir, la disciplina y la cabeza son muy importantes. De joven conocí a los hermanos Rodriíuez e hice boxeo durante algún tiempo. Es una pasión muy similar.
-¿Cómo es la vinculación familiar con el ciclismo?
-Todo comenzó con mi bisabuelo Pablo llegado de Italia, se instaló en San Martín junto a su hermano y comenzó a practicar ciclismo, era soldador de estaño para las latas de carne y la suya fue la primera o segunda licencia del Club Ciclista de la Nación, y es citado por algunos libros especializados. Luego mi abuelo y su hermano también hicieron ciclismo. Mi bisabuelo ganó la copa Saénz Peña y la Copa de las Naciones algo que muy pocos saben, mi abuelo llegó a Martín Fierro a trabajar y se quedó aquí. Mi abuelo corrió poco tiempo hasta los 21 años pero tuvo problemas para correr aquí porque no era conservador y tenía problemas porque simpatizaba por los radicales, además tuvo un toque en una carrera y sólo podía correr en Buenos Aires pero dejó para dedicarse a la empresa que estaban creando con su hermano.
-¿Qué hacían ellos aquí?
-Mi abuelo y su hermano comenzaron de muy poco con la herramienta de esquila, tenían menos de 20 años en 1936, compraron un torno con la indemnización de una fábrica que cerró. Eran realmente artesanos de la manera que hacían eso, luego anexaron el rubro de rectificación de cigüeñales que era una de las pocas en la ruta 5. Mi padre no lo vio correr al abuelo. El también corrió y lo hizo muy bien, hasta que tenía 28 años cuando nació mi hermana, y dedicó exclusivamente al trabajo, lamentó años más tarde no haber corrido un poco más, pero la circunstancias de la vida llevaron a que fuera así.
-¿Tu padre siguió la fábrica?
-Mi padre egresó de la ENET y retomó la empresa de la familia hasta finales de los 90 que fue una linda historia, son muchos años de trayectoria, pero tuvo que hacer otras cosas como los motores, porque en la década del 90 no se podía competir con los productos importados.
-¿Qué es lo que hacen hoy?
-Hoy quedamos fabricando el peine que es la herramienta que va pelando la oveja. La fabricación nuestra es muy manual, de modo convencional pero la gente nos sigue comprando y además diversificamos la fabricación para pelar los toros.
-¿Por qué seguís con esta tradición familiar de esta actividad?
-De chiquito, el taller estaba al lado de mi casa, por orgullo, por continuar una tarea que sé que costó mucho nací en 1988 y me tocó ver la parte más complicada porque con el 1 a 1 los fabricantes nacionales no podíamos competir con las importaciones. Mi padre tuvo que hacer otros trabajos de tornería, después del 2001 comenzó a reactivarse y empecé a ayudarlo en mi adolescencia. En 2010 hubo una erupción de volcanes que afectó la población de ovejas y eso nos redujo mucho el mercado.
-¿Y el ciclismo como entró en tu vida?
-Mi padre no quería que yo anduviera en bicicleta. El había participado del Club Ciclista en el momento que se hace la transición desde el acceso al Polideportivo. Empecé de grande cuando lo pude hacer por mi cuenta, luego de haber dejado el boxeo. Un día agarré la bicicleta y no paré más. En 2017 empecé con un entrenador para hacer las cosas mejor, tuve un par de años más complicado por la enfermedad de mi padre y luego la pandemia, pero nunca dejamos. Con Víctor González armamos un equipo, juntamos sponsors y somos 8 corredores. Corremos en la categoría elite.
-¿Vos andás entreverado?
-No, no. Hacemos lo imposible pero es una categoría muy dura con competidores en toda la provincia. Lucía Pacheco es mi nutricionista y tengo una preparación, siempre estoy con amigos que me van asesorando pero trato de disfrutarlo y no asumirlo con tanto dramatismo. Nosotros dejamos todo, en esta categoría no tenes chances el comisario te baja de la pista si estás muy atrás.
-¿Cómo te llevas con el apellido en el ciclismo?
-Nunca me jodió. Nunca fue una carga. Es algo tan apasionado que se contagia, pasa en otros deportes también. Nunca vi a mi padre correr, ni si quiera lo vi arriba de una bicicleta. Nunca fue de darnos consejos pero nos transmitió todos los valores, siempre fue un hombre de mucho laburo.
Sobre el deporte lamentó que Trenque Lauquen “no tenga una carrera en circuito callejero sería un gran espectáculo como la maratón de reyes pero quizás hay un poco de temor porque el ciclismo implica otros riesgos” y destacó a los ciclistas locales entre ellos a Javier Lobosco “es digno de admirar con 50 años la disciplina y dedicación que tiene” y también mencionó el aporte del Municipio para costear algunos gastos de las viajes que hacen los ciclistas.
Bruno también inició una incipiente carrera política en el radicalismo que abandonó rápidamente tras el acuerdo del partido con el PRO “sentimos que no nos representaba” sostuvo.
Le gusta bromear con la cadena familiar rota porque su bisabuelo, su abuelo y su padre, se llamaban Pablo mientras él es Bruno; y además –dice- las tres generaciones anteriores eran ciclistas consagrados mientras él se califica en menor rango, pero si algo no va a cortar es el orgullo del sello familiar. Recuerda que en distintas etapas de la empresa incluso ahora que él es quien está al frente hubo intentos para comprarla o para fabricar la pieza a la que luego se le pusiera otro sello, como se dice “línea blanca” en los electrodomésticos, pero reafirma que eso no pasará: “Nos han querido comprar empresas; importadores nos pidieron que hagamos la pieza y le pongamos su marca. Siempre dijimos que no. Nos fundimos como perros en los 90 pero no entregamos la bandera ni a palos, nos morimos con las bostas puestas” dice y ríe en el final.