Carlos María Folco, Juez Federal oriundo de Trenque Lauquen y su mirada sobre la Justicia y la sociedad

Nota David Ibáñez Especial para Oeste BA Carlos María Folco, nacido en Trenque Lauquen, es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales, Juez Federal de Ejecuciones Fiscales Tributarias. Formado en posgrados en universidades del exterior, lo que lo posicionó en esa escena internacional en el rol de docente, conferencista,…

Nota David Ibáñez
Especial para Oeste BA
Carlos María Folco, nacido en Trenque Lauquen, es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales, Juez Federal de Ejecuciones Fiscales Tributarias. Formado en posgrados en universidades del exterior, lo que lo posicionó en esa escena internacional en el rol de docente, conferencista, y Director de carreras de la ONU, en Ginebra, Suiza.
Se desempeña como docente, coordinador, o director en distintas Universidades del país y del exterior: Universidad Nacional del Litoral, Universidad de Belgrano, Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de Salta, Universidad Nacional de Catamarca, Universidad Nacional de Rosario, Universidad Nacional de La Pampa, Universidad Nacional de Tucumán… Universidad Internacional de Catalunya, Barcelona, Brasil, Uruguay.
Es Autor y coautor de diversos libros y artículos en materia tributaria. Más de cincuenta títulos, en los que recorre las bases del derecho administrativo, procesal y tributario tanto en el ámbito federal como de provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba y Santa Fe además de hacer una descripción del mismo en Brasil y en España. Es autor del anteproyecto de la ley penal tributaria de Panamá.
-La producción intelectual es una actividad central en la producción del conocimiento. Entiendo que “desarrollar ciencia” para la innovación y perfeccionamiento de los procesos formativos han sido en su extensa y muy prolífera carrera una constante. Convive un docente universitario, un productor de conocimientos y un juez federal tras el objetivo del traspaso cultural y la producción de conocimientos. ¿Cobra dimensión Doctor de lo importante de su labor, más aún habiendo trascendido a distintos puntos del globo? Supe que está trabajando en un nuevo libro ¿Qué lo mantiene inquieto, motivado, para trabajar incansablemente en la transmisión de conocimientos?
– Efectivamente, la producción intelectual es la piedra basal en la construcción del conocimiento y en la evolución de los procesos formativos. En nuestra carrera hemos procurado desarrollar lo académico científico y a la vez contribuir activamente a la innovación y el perfeccionamiento de la educación, entendiendo que el saber cobra verdadero sentido cuando se comparte y se convierte en un motor transformador de la realidad.
Al decir de Paulo Freire, la educación es un proceso de transformación que busca la igualdad y la justicia social. Freire creía que la educación debe ser crítica y dialéctica, y que tanto el alumno como el maestro aprenden en conjunto. Es un camino de doble vía.
El aprendizaje no puede comprenderse si no es como praxis, es decir, un conocimiento que se reflexiona y aplica para transformar la sociedad.
Ser docente universitario, investigador y juez federal nos ha permitido abordar el conocimiento desde diversas perspectivas, con un compromiso profundo hacia la transferencia cultural y el impacto que genera en las nuevas generaciones, convencidos plenamente que el conocimiento es un medio para la emancipación y la transformación de la sociedad actual.
En un breve ejercicio de memoria, no podemos dejar de recordar y agradecer a todos nuestros maestros y profesores de la Escuela N° 8 “General Gerardo Barrios” y el Instituto Miguel Di Gerónimo de Trenque Lauquen, y de la Universidad Nacional del Litoral de Santa Fe (hija directa de la reforma universitaria de 1918), quienes sembraron en nosotros la pasión por el aprendizaje y el compromiso con la excelencia. Su dedicación y vocación docente marcaron el inicio de un camino que hoy seguimos transitando con el mismo entusiasmo, curiosidad e inquietud intelectual crítica que ellos supieron despertar en nosotros.
En cuanto a nuestra producción bibliográfica, el motor que nos impulsa sigue siendo la necesidad de explorar, cuestionar y transmitir ideas que contribuyan a la evolución del derecho, la sociedad y la educación. Nos enfocamos en una educación crítica, en la que el saber debe ser interrogado y reinterpretado constantemente para generar una comprensión conceptual más profunda de la realidad circundante.
La inquietud intelectual es una fuerza inagotable cuando se entiende el conocimiento como un legado que debe ser cultivado y expandido constantemente. Esa motivación, junto con la responsabilidad de formar y guiar a quienes buscan respuestas en el saber, es lo que nos lleva a seguir trabajando incansablemente en la producción y difusión del conocimiento, que no es un acto individualista ni cerrado, sino un proceso dialógico, crítico y transformador.
-Doctor, hace unos años desarrolló un tema que a mi mirada es muy interesante. Presentar al cambio social como motorización del cambio en el derecho. Esto es prestar atención a la matriz social moderna, o posmoderna, y su liquidez, (en líneas de Bauman) para desde el derecho trabajar sobre las consecuencias de la liquidez. El tema tecnológico como eje de estos cambios presenta hoy día el acceso y la velocidad como variable emergente de la vida social posmoderna. Este “aggiornamiento de la justicia” a los tiempos modernos, líquidos, (¿un cambio de paradigma en líneas de Khun?), y que ud. bien trata a partir de la E. justicia. ¿Cree que se ha dado en forma sistémica y concomitante al cambio social y tecnológico lo que ud. propone desde el concepto de “E Justicia”? ¿Cómo ve hoy al aparato judicial de cara a este concepto?
-Apreciamos mucho su interés en esta profunda reflexión sobre el cambio social como motor de transformación del derecho. Como bien señala, el concepto de liquidez de Bauman es fundamental para comprender la evolución de las estructuras jurídicas en la contemporaneidad. La sociedad posmoderna, caracterizada por la velocidad, la incertidumbre y la transformación constante, ha generado un desafío estructural para el derecho, que históricamente ha respondido con tiempos más rígidos y una lógica de estabilidad propia de la modernidad sólida.
Desde nuestra perspectiva, el derecho -igual que la educación- debe concebirse no como un sistema cerrado y estático, sino como un proceso transformador, que responda a las necesidades concretas de la sociedad. Esto implica una praxis constante: no basta con interpretar normas, sino que es fundamental cuestionarlas y reformularlas legislativamente en función del contexto social y tecnológico en el que operan.
Sobre tales premisas debemos concluir que el derecho interactúa con la realidad social, política, económica y tecnológica, reflejando y regulando las transformaciones que ocurren en la sociedad.
Desde este punto de vista se comprende muy bien que la E-Justicia no es solo una adaptación tecnológica del sistema judicial, sino una oportunidad para repensar sus bases desde una lógica más accesible, participativa y dialógica.
Ahora, si analizamos la actual transformación bajo el prisma de la teoría de Thomas Samuel Kuhn, podríamos preguntarnos si estamos frente a un cambio de paradigma en el derecho. En cierta medida, la incorporación de herramientas digitales, la inteligencia artificial y la automatización de procesos han generado disrupciones importantes, pero no han sido suficientes para modificar estructuralmente el sistema judicial.
He aquí donde radica el problema: si bien la tecnología ha ingresado en múltiples áreas del derecho, muchas veces se la ha incorporado desde una lógica instrumental, sin cuestionar de fondo los principios y estructuras tradicionales que el Poder Judicial aún mantiene.
Desde nuestra visión, el sistema judicial se encuentra en una transición incompleta. Hemos avanzado hacia una justicia digitalizada, pero el cambio no ha sido sistémico ni concomitante con la transformación social y tecnológica. Aún persisten bolsones de resistencias culturales, institucionales y normativas que impiden una integración plena del concepto de E-Justicia como un nuevo paradigma.
Hay que adoptar una mirada que entienda necesariamente a la justicia como un valor democrático y superior en el ordenamiento jurídico. No es un mero sistema normativo, sino un proceso educativo y de construcción social del derecho, donde el acceso a la justicia con inclusión (“derecho de derechos” o “metaderecho”); la participación ciudadana; la defensa irrestricta de los derechos humanos y su progresividad; la protección de los sectores vulnerables (niños, mujeres, ancianos) y la transparencia, publicando activamente la información de manera clara y entendible, sean sus ejes fundamentales.
Aunque se han logrado avances significativos en la digitalización de la justicia, el desafío sigue siendo estructural. Es imperiosa la necesidad de trascender la simple modernización tecnológica para impulsar una transformación profunda que se adapte a la naturaleza cambiante y líquida de la sociedad actual. Esto implica no solo la incorporación de herramientas digitales, sino también una revisión de la lógica del sistema judicial, orientándolo hacia un modelo más ágil, inclusivo y eficiente.
Es que la justicia no solo debe garantizar su imparcialidad e independencia, conforme lo establece el Pacto de San José de Costa Rica, sino también asegurar su accesibilidad y eficacia, respondiendo a las demandas de una sociedad que exige procesos más equitativos, transparentes y adaptados a la era digital, con el enfoque siempre centrado en la dignidad de la persona humana.
Vaya esta nota como mínimo reconocimiento a la labor de un trenquelauquenche que incansablemente trabaja en la gestión del conocimiento, un traspaso cultural responsable, trascendiendo con sus obras, más allá de su labor como profesional en la justicia.

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