En otros tiempos, sin pantallas, celulares ni juegos en red los chicos de Trenque Lauquen esperaban ansiosos el paso del trencito La Porteñita par
En otros tiempos, sin pantallas, celulares ni juegos en red los chicos de Trenque Lauquen esperaban ansiosos el paso del trencito La Porteñita para recorrer la ciudad de punta a punta, escuchar canciones, divertirse y luego contar historias de aventuras y paisajes nuevos. El creador de toda esa magia era Edgardo “Nardo” Cora o como se lo conoció históricamente “el hombre del trencito”.
Cora es de Tres Lomas, pero llegó a Trenque Lauquen de muy joven, recién casado y un con hijo recién nacido, recuerda. Era el año 1980 y desde entonces no se fue más. “Estamos muy agradecidos con Trenque Lauquen porque nos brindó todo” dice en una entrevista con FM Tiempo y oesteba.com.ar.
La idea de ser conductor de un transporte infantil con el cual recorrer la ciudad surgió cuando durante una visita turística a Cochicó vio a La Porteñita circular en la villa balnearia e intentó rápidamente comprarlo “pero estaba fuera del alcance” económico, sin embargo al poco tiempo un amigo suyo treslomense también, lo adquirió y se lo vendió.
“Me parecía que era una oportunidad para trabajar de manera independiente y sumar ingresos a la familia vi que era una posibilidad”, en 1988 lo puso a circular en Trenque Lauquen con el nombre que ya traía “La Porteñita” y la leyenda que también ya traía “De 3 Lomas al universo”
La locomotora era una camioneta Studebaker y el vagón había sido confeccionado por un herrero treslomense radicado en Pehuajó. “Llegué a llevar 120 chicos en un viaje para Barrio Alegre que hacíamos la colonia de vacaciones”.
A la mañana trabajaba como chofer de transporte escolar, a la tarde giraba con el trencito y en los veranos hacía las colonias de vacaciones de Barrio Alegre y al CEF. Además, algunos fines de semana al mes hacía América, Casbas, Tres Lomas, Pellegrini. Como si fuera poco, también lo contrataban para “cumpleaños, despedidas de solteros, y hasta Papa Noel paseaba los 24 de diciembre”.
“El tren me cambió la vida, conocí a mucha gente y logré el cariño de los chicos, una vez en Buenos Aires me encontré con una familia de Trenque Lauquen que de chicos habían paseado en el trencito y le contaban a sus hijos”. La tarea era familiar porque sus hijos y su señora ayudaban en los paseos. A los chicos del barrio donde vive aún, los llevaba gratis y muchos vecinos lo usaban como transporte público para visitar algún pariente y retornar en la última vuelta.
“Empecé a ver que la ciudad y el tránsito cambiaban mucho y no quería tener algún incidente, entonces lo estacioné en el patio de mi casa” varios años después se lo compraron para hacer un recorrido turístico en Epecuén, Carhué.
“Aún hoy me encuentro con gente que me pide que vuelva con el trencito” pero sus planes hoy son otros, aunque sigue conduciendo. “Nos compramos un motorhome nos encanta viajar y pasear, recientemente volvimos de El Calafate. Tengo 5 nietos que me reclaman que nunca pudieron pasear en el trencito”.