Ilda Bocchio es la histórica secretaria del ex intendente Jorge Barracchia, la encargada de manejar su agenda laboral durante más de 20 años. Lo c
Ilda Bocchio es la histórica secretaria del ex intendente Jorge Barracchia, la encargada de manejar su agenda laboral durante más de 20 años. Lo conoció cuando el Gordo asumió en 1983 como secretario de Desarrollo Humano y luego lo asistió en el Despacho principal desde 1987 hasta el último de sus días. La mujer cultiva un perfil tan bajo que su imagen casi es desconocida.
En 2013 se jubiló y se dedicó a recorrer el país. Hizo una excepción extraordinaria en su bajo perfil para atender a este diario y accedió a una entrevista con FM Tiempo en la que habló, obviamente de sus días en la Municipalidad, una entrevista para destacar en el día de la Secretaria.
Es viuda y madre de dos hijos que no residen en la ciudad. Uno de ellos en General Rodríguez y su hija en Barcelona, “mis hijos son independentienes y entonces yo me arreglo sola y viajo mucho”.
Ilda ingresó a la Municipalidad con 18 años en 1973. Lo hizo en el área de desarrollo humano. 10 años después conoció a Barracchia quien le dijo que si era intendente la llevaría de secretaria y cumplió su palabra cuando fue electo en las elecciones de 1987, pero no como secretaria privada porque ese cargo era de Ana María Bordignon.
“Yo no quería ser secretaria es decir no quería el cargo; trabajaba muchas horas y me servía más las horas extras y trabajaba hasta las 11 de la noche todos los días, el cargo me sirvió para la jubilación porque él quería que me jubilara con mejor sueldo y tenía razón”, contó en una entrevista con FM Tiempo.
En 1987 Trenque Lauquen salía de la inundación y el país estaba sumido en una profunda crisis “y Barracchia era otro, concentraba todo, quería saber todo”. Aquellos primeros años la personalidad del mandatario “era muy difícil, yo pasé mucho con él y muchas veces me iba llorando” por el estilo de conducción del cirujano poco afable.
“Yo escribía a máquina y la primera computadora que compró la Municipalidad la tenía el despacho, él (Barracchia) aprendió enseguida y me quería enseñar pero me costaba, no me dejó tomar un curso quería enseñarme él. Lo quería mucho y lo extrañé muchísimo. Creo que valoraba de mi que nunca le decía que no, fui a trabajar hasta los domingos, si viajaba a las 7 y se acordaba de algo me convocaba a las 5 para terminar todo antes de viajar siempre lo acompañé a veces me decía que llevara a los nenes a la Municipalidad”, recuerda y se ríe.
Los que visitaban el despacho destacan de Ilda la capacidad de leer la atmósfera. Ella era la que decía “hoy no es el mejor día” o “sí ahora pasá a hablar”. “A veces pasaba yo primero y si entendía que estaba todo bien les decía que pasaran” sus interlocutores eran funcionarios del Ejecutivo, o periodistas o eventuales visitantes que buscaban llegar a hablar con el mandatario comunal.
Ilda copiaba las cartas que Barracchia dictaba y recuerda que “arreglaba” muchas palabras porque a veces la redacción era subida de tono cuando reclamaba algo a Provincia o Nación. “Lo conocía tanto que mientras dictaba sabía lo que iba a seguir. Cuando dictaba enojado le tenía que cambiar las palabras, las firmaba y se enviaban. Para mi fue muy buen intendente, en un momento lo consideraba como alguien de la familia porque a veces también hablábamos de la familia, quería mucho a mis hijos hablaba con ellos”.
“Tenia un corazón muy grande y era muy sensible, se emocionaba mucho. A la tarde atendía a vecinos que iban a contarle problemas o pedirle soluciones y él se ponía mucho en el lugar de la gente, sacaba plata de su bolsillo más de una vez y eso no lo sabe nadie. A la tarde estaba más tranquilo”.
En la época de los handys “manejaba toda la municipalidad, porque escuchaba todas las conversaciones de todas las áreas, quería saber todo y que primero tenía que ver él primero”.
También fue asistente de Juan Carlos Font y Raúl Feito. Los destacó como intendentes muy trabajadores pero la relación con ellos, dijo, era distinta.
Por un problema de salud se alejó por una licencia y ya no volvió. Le salió la jubilación. “No tuve ese corte de extrañar a la Municipalidad”.
Destacó en varias oportunidades la relación construida y que en más de una oportunidad discutían “una vez tiré el teclado de la computadora y me fui” y también dijo que “me pidió perdón varias veces, algo difícil porque no le pedía perdón a nadie”.
Recordó que le hizo hacer la dieta de Alco y que cada vez que tenía turno diálisis desde el centro de salud la llamaban a ella porque Barracchia no iba, y que la pesca “era algo que disfrutaba de gran manera”.
“La pasé muy bien, siempre fui contenta a trabajar a la municipalidad nunca me pesó, pero el día que me jubilé no fui más. Mucha gente me recuerda en la calle y muchos por el paso en Desarrollo Humano donde estaba en contacto con los vecinos”.