Francisco Islas es quizás uno de los escritores trenquelauquenses de mayor reconocimiento. Su larga trayectoria, su incursión comunitaria y su perma
Francisco Islas es quizás uno de los escritores trenquelauquenses de mayor reconocimiento. Su larga trayectoria, su incursión comunitaria y su permanente vocación en favor de la difusión de las letras y la poesía, le otorgan una vigencia envidiable a sus 93 años. Recientemente recibió premios en La Plata por un concurso literario y parte de su obra se ha musicalizado en distintos países. A través de la tecnología y las redes sociales, trasciende fronteras y se las ingenia para permanecer y transcurrir.
Dice que escribió más de 1000 poemas y que al menos 400 se acuerda de memoria para recitar cuando la ocasión lo amerita. Le gusta que lo convoquen de las escuelas para dar charlas y su firma está en todos los poemarios locales que se editan desde hace casi 40 años.
Pero no siempre las letras y la poesía estuvieron en su vida. Más aún, cuenta en una entrevista con FM Tiempo 91.5 Mhz que comenzó a escribir de grande y que no fue a la escuela recién hasta los 9 años y sólo hizo hasta tercer grado. Hijo de un matrimonio de trabajadores rurales, se crió entre las cosechas, el maíz y las inclemencias de la labor rural. También él fue tambero durante 25 años y allí surgió la inspiración literaria, sí en el campo.
“En el campo hay muchos silencios, y la noche se hace larga. Cuando andaba a caballo pensaba sobre las campañas al desierto, y comencé a escribir historias y letras vinculadas a eso y de a poco fui mejorando”, recuerda.
Cuando tenía un par de poemas escritos, “me encontré con Jorge Matheus que estaba en la radio y le pasé un poema de 120 versos, y él lo leyó en LU11, no podía creerlo cuando lo escuchaba desde el campo” ese fue el origen.
“Soy oriundo de Tres Lomas, y en lugar de estar en la escuela yo de chico estaba en los rastrojos del maíz, mi familia se dedicaba a eso y yo tenía que estar en el surco con ellos no podía ir a la escuela, fui por primera vez a los 9 años. No entiendo como terminé en las letras”.
Sus primeras obras fueron sobre las campañas al desierto, la naturaleza, la familia, y finalmente temas románticos “que fue lo que más me ha dado satisfacción, porque inclusive llegué a tener 40 letras musicalizadas muchos de ellos se pueden ver en Youtube”. Amado Gutiérrez y el mexicano Rafael Ayala fueron quienes le pusieron música a sus letras.
Recuerda su relación con Dominco Cicoria el padre de los escritores locales. “Compartíamos tardes en Barrio Alegre y nos reuníamos siempre, su intención era que las letras de los escritores locales no quedaran en el cajón sino que se dieran a conocer y buscaba crear un círculo de escritores. Cuando el murió retomamos su idea y creamos el circulo y el poemario, que no teníamos plata para imprimir por la ayuda de Miguel Oscar Sánchez y Jorge Barracchia se logró hacer”.
“Siento el reconocimiento de la gente de mi pueblo, sobre todo la vinculada a las letras porque mucha otra gente no conoce lo que hacemos”. Sigue escribiendo, “no tanto como antes, la pandemia hizo que muchas ideas ya no afloren tan fácil, antes de la pandemia en la calle o en cualquier lugar se me venía una frase y luego trabajaba sobre eso, pero ahora me cuesta más”
Aunque ya tiene varios libros escritos, ahora trabaja en uno con formato de autobiografía. Dice que “no se imagina una vida sin las letras, sería algo muy aburrido” y que seguirá escribiendo “hasta el último día”.