Francisco “Pancho” Bardaro es uno de los pocos relojeros de profesión que quedan en Trenque Lauquen. Es un oficio en vías de extinción y a pesar q
Francisco “Pancho” Bardaro es uno de los pocos relojeros de profesión que quedan en Trenque Lauquen. Es un oficio en vías de extinción y a pesar que hace 56 años que desarma y navega en las profundidades de las máquinas que manejan el tiempo, no es de los más longevos en el ambiente local lo que marca la permanencia de los mismos.
Pancho tiene 75 años y su relación con los relojes comenzó cuando terminó la Escuela Secundaria. Sin un horizonte claro a la vista, lo atrajo el oficio de un viejo amigo don Fernando Bidosa Cored un español con quien tenía buena relación y se dedicaba a reparar relojes “me gustaba su tarea la relojería es una mecánica en miniatura”.
Entonces “empecé a practicar y a leer sobre la relojería mecánica, luego me capacité en Bs As y con 19 años comencé mi relojería en la esquina de Roca y Tte Gral Uriburu” en el local contiguo donde está ahora.
“El primer cliente me llevó un reloj despertador, que cuando lo desarmo se me cae y rompo el vidrio” ríe hoy cuando lo recuerda, y destaca que las cualidades que no pueden faltar para su oficio son “la paciencia, la vista y la dedicación”.
Su tarea comenzó en la época que el tiempo no valía oro, pero los relojes siempre fueron a lo largo de la historia símbolo de status y estilo para determinados sectores de la sociedad.
“Es un oficio en vías de extinción no hay gente nueva que se dedique a esta actividad, no sé por qué quizás porque hoy hay otros oficios más tecnológicos que le gustan más a los jóvenes”, reflexiona hoy Bardaro en diálogo con FM Tiempo y oesteba.com.ar.
El más de medio siglo al frente de la relojería, Pancho vio los cambios sustanciales que acompañaron a la industria, sobre todo cuando llegó la era digital. “En todos estos años tenes que actualizarte” dijo y remarcó que “a pesar de todo lo que te aporta el celular, mucha gente prefiere seguir usando reloj”.
El reloj es también una pieza de colección, una herencia o un recuerdo. “Mucha gente le da mucho valor al reloj por herencia familiar o porque es muy caro a sus sentimientos. He reparado relojes de personas a las que les fueron entregados en manos por familiares en su lecho de muerte o una vez reparé un reloj de bolsillo de oro, muy grande, francés de más de 100 años de una persona muy mayor que lo tenía como recuerdo”.
“Siempre hay trabajo porque relojes tienen todos en la casa” sostiene y dice que la industria internacional “avanzó mucho en la fabricación y calidad de relojes”. No le gusta reparar los de pared, de péndulo y algunas veces metió mano en relojes públicos que le pidieron reparar.
“Algún año más voy a trabajar porque me gusta, el trabajo, encontrarme con la gente, hablar, no es sólo que tomo el reloj y listo, a mi me mantiene activo con el `bolillero engrasado´, sino haces nada te vas para abajo y solo te quedas mirando TV” dice sobre su futuro al que le pone tiempo.