Es hora de reivindicar a Gustavo Collado el baterista trenquelauquense que –quizás- haya dejado más alto al artista local en la escena del rock nacion
Es hora de reivindicar a Gustavo Collado el baterista trenquelauquense que –quizás- haya dejado más alto al artista local en la escena del rock nacional en la que se movió como pez en el agua entre los 80 y parte de los 90. Pero a pesar de tener rótulo de gran estrella roquera, puede ser un completo desconocido para las nuevas generaciones que no saben que fue el batero de Igoagrio, Sobrecarga y Divididos.
Este vecino de 66 años, con gorro de lana para cubrir una despoblada cabellera, camina las calles de su Trenque Lauquen natal siendo “parte de todos” como señala la canción de Soda y sin embargo atesora un pasado musical frondoso que si tuviera que escribir un currículum con sus antecedentes laborales debería enumerar las tres bandas antes mencionadas de las que no sólo fue músico sino de todas socio-fundador.
El gran reconocimiento que tiene afuera y la consideración de la prensa especializada, quizás no lo consiguió aquí. Una explicación a eso puede ser que siempre vivió afuera. Ahora de paso por Trenque Lauquen, donde reside parte del año y luego retorna a Buenos Aires, habló en FM Tiempo de su pasado y presente, pero sobre todo de la época de gloria del rock and roll.
“No buscaba esta carrera, se fue dando, con Higo Agrio empezamos a tocar para hacer algo porque no se podía hacer otra cosa en aquel momento en Trenque Lauquen. Mi tío Pepe Collado tenía una inmensa discografía y por él conocí a The Beatles y Rolling Stones”. En aquellos años la ciudad era muy chica “y nos vinculábamos los que pensábamos similares, éramos muy pocos”. Admite que para la época eran los de esos “peinados raros”.
Igoagrio es la antesala de Sobrecarga, es la prehistoria del rock doméstico entre 1977 y 1979 “escuchábamos y leíamos mucho pero no tocábamos, ninguno estudió música. Sergio Sáez hacía canciones, era compositor, y nosotros no sabíamos nada. César (Dominici) y yo no sabíamos tocar una nota. Empezamos de a poco, con constancia y seriedad, era una banda muy distinta a la que nos convertimos luego porque la impronta era de Sergio lo que vino después era como un armado de partes no había canciones cerradas”.
“A los recitales no iba nadie y teníamos siempre visitas de la policía” recuerda. El cambio se produce cuando Sáez se muda de la ciudad “y nos quedamos sin él. Empezamos a escuchar otro tipo de música The Police, The Clash y cambiamos la formación para ser Sobrecarga”.
Horacio «Gamexane» Villafañe el único no trenquelauquense se sumó cuando la banda ya sonaba en bares del under porteño. “Era más chico que nosotros y se presentó diciendo que quería tocar. No nos dimos cuenta de la evolución, sí trabajábamos mucho, te disciplina mucho grabar un disco y aprendimos rápido. Sumo nos ayudó mucho en los comienzos era una gran época del rock”.
Con Sobrecarga vendieron 35 mil discos y todo es historia conocida. “Vivíamos todos juntos, teníamos un equipo de sonido y le hacíamos sonido a otras bandas, yo era operador de Callidcas, Sumo, Memphis, laburábamos de eso, era una atmósfera muy musical y trabajábamos mucho”. Recordó sus participaciones en TV y no dudó en calificar como “la cima” el día que telonearon a The Cure en Ferro.
“Las muertes de Luca (Prodan), Federico (Moura) y Miguel (Abuelo), sumado al cierre de los 3 ó 4 bares que tocaban las bandas fue el final de una era y eso contribuyó al final de Sobrecarga” recuerda hoy.
El rock argentino estaba cambiando. Al poco tiempo recibió un llamado para sumarse a una banda nueva, una de los desmembramientos de Sumo. Se llamaban Divididos. “Al toque me subí a Divididos pero no era lo que es ahora, teníamos más público con Sobrecarga, la gente que nos iba a ver quería ver a Sumo era 1988 y 1989 grabamos el primer disco fue una buena experiencia la pasamos muy bien y nos divertíamos mucho, tocábamos mucho para hacernos conocer, tocábamos en bares, y durante un año y medio nos presentamos todas las semanas”.
Collado grabó el primer disco “40 dibujos ahí en el piso” y relata que participó de la creación del 70% de las canciones del segundo disco pero no lo grabó, “hubo un impás muy grande porque nos cambiamos de sala, nos cansamos de tocar, nos pasó factura eso” y ya no fue parte de lo que vendría. Reflexiona que grabó el primer disco con canciones que ya estaban hechas cuando llegó y no pudo grabar el segundo del que había participado en la creación de los riff y ritmos.
“En 1991 me fui a España en búsqueda de dejar de tocar y desconectarme de la música, me fui con una chica de Trenque Lauquen a hacer otra vida” y regresó 10 años después para hacer otra banda que se llamó Ecce Homo.
“Hoy no tengo etiquetas y puedo escuchar cualquier música sobre todo escucho música nueva que es algo que le cuesta a los de mi edad. El hecho de tener un hijo adolescente ayuda en eso”. Su hijo Brando de 17 años también toca la batería y hace unos años tocó unas canciones con Sobrecarga en el último recital de la mítica banda local.
“Gracias a la música sobreviví; en Trenque Lauquen era muy difícil para nosotros siendo medios raros en aquellos años de Igoagrio. La música es fundamental para mi, de hecho la he querido dejar y nunca pude. Hoy con 66 años siempre estoy dispuesto a subirme a algún proyecto nuevo pero con condicionamientos que uno ya pone, tiene que ser un proyecto que me interese. Con los Sobrecarga hablamos a veces, otras veces pasa tiempo sin vernos, no creo que sea posible un reencuentro pero nunca digas nunca”. Por el contrario, sí se reencontró con parte de Igoagrio “Sergio está muy fino en la creación de sus canciones es una máquina de hacer canciones”.
“No sé si me faltó hacer algo, di todo cuando lo tenía que dar y en cada proyecto siempre me subí por convicción y no por dinero. Estoy orgulloso del camino recorrido, de lo que hice mal o bien pero hay gente más importante” se ríe cuando le mencionan su enorme carrera musical.