Juan Carlos Bambozzi: reflexiones en voz alta de un médico de pueblo

Juan Carlos Bambozzi: reflexiones en voz alta de un médico de pueblo

Juan Carlos Nazareno Bambozzi es un médico de pueblo. Nacido en una familia de clase trabajadora, no se olvida de sus raíces y ejerce la profesión c

Juan Carlos Nazareno Bambozzi es un médico de pueblo. Nacido en una familia de clase trabajadora, no se olvida de sus raíces y ejerce la profesión con un sentido social, pero no es esa la única guía de vida que trae de sus orígenes, sino también el apego y lazos familiares que a cada rato enuncia.
Con voz pausada y tono calmo, el médico cardiólogo es además propietario de un perfil bajísimo que hace que no todos los conozcan a él ni a su obra, ya que es uno de los titulares del servicio de cardiología y hemodinamia del Hospital que es un ejemplo a nivel nacional donde invierte mucho tiempo y dinero, y donde –sobre todo- le salvan la vida a mucha gente que no tiene obra social ni plata.
De visita en FM Tiempo, el profesional de 52 años habló de su pasión por los camiones, que heredó de su padre, y un capítulo poco conocido de su época de juventud cuando ganó premios en un programa conducido por Gerardo Sofovich en un torneo de “pulseadas”.
“Mi viejo era transportista y mi madre maestra que trabajó hasta que nací yo y se abocó a la crianza de sus hijos. De chico éramos vecinos del doctor Carlos Leal y siempre dije que quería ser médico” inició su charla radial.
“Cuando estaba estudiando quería ser pediatra pero cuando vi los chicos entubados en la terapia me dije esto no es para mi y me fui a cardiología. En Trenque Lauquen me tocó ayudar a los pediatras a reanimar a tres chicos y hasta el día de hoy recuerdo sus caras, todos los días”.
Dice que pudo estudiar “gracias a que mi padre era un burro del laburo, laburaba todo el día y entonces pudimos estudiar los 5 hermanos”. Recuerda sus años de infancia “como una vida normal con padres muy laburadores y esas cosas te marcan en la vida. Mi padre decía que no quería escuchar que no fuéramos respetuosos, responsables u honestos hoy a mí me alegra mucho escuchar historias de mi padre y que todos hablen bien de él”.
Su padre, dicen, fue un gran arquero en Fortín Olavarría y él intentó seguir sus pasos en Monumental “pero era de madera” dice y ríe. “Me hacían 10 goles por partido” y luego jugó en el torneo Villegas “iba a divertirme y era muy lindo el post partido”.
-¿Crecieron las enfermedades cardíacas post pandemia?
-El determinante es el estrés y lo segundo es la falta de actividad física, en la encuesta que tenemos en hemodinamia señala que el 95% no camina y el 100% está estresado, la gente no tiene tiempo porque necesita trabajar todo el día para que la plata le alcance.
Dice que hacer hemodinamia y la unidad coronaria “costó mucho y son cosas que se pudieron hacer gracias a Barracchia y Bassino”. En el lugar “hemos invertido mucho dinero en dólares y dejamos mucho tiempo, hay muchos casos de pacientes que salvaron su vida porque existe hemodinamia aquí en la ciudad, sino no hubieran tenido tiempo de llegar a otro lugar”. Ese espacio hoy lo administra junto al Dr. Hernández.
“Para mi es un orgullo que esto funcione en una ciudad como la nuestra. El impacto de la devaluación y el dólar es fuerte. Pami es la obra social que mejor paga y la peor es Ioma, pero aquí se atiende a todas las personas. Cuando te crían de una manera ves la medicina desde ese lugar atendemos a pacientes de obras sociales con las que no tenemos convenio, y sabemos que esa plata la perdemos. Si tenemos un modelo aquí es Oscar Aristimuño a quien admiro mucho, si él hubiera cobrado todo lo que atendió seria millonario, yo trato de tener un trato humano”.
El médico además es apasionado de los camiones. “Era otra época que teníamos el carnet recién a los 18 años cuando fui a sacarlo el Sr. Manfredi de Tránsito no me creía que recién tenía 18 porque yo manejaba desde los 15 así que me dieron el carnet profesional. Barracchia me retaba cuando iba a cargar gasoil a la Shell porque era menor de edad y yo le decía dígale a mi papá que me manda él. Mi padre hacía transporte lácteo hasta La Pampa y nosotros con mi hermano hacíamos los viajes y durante la carrera universitaria los veranos venía a trabajar en el camión. Pero no me quejo porque tuve la suerte de estudiar sin necesidad de trabajar”.
La empresa familiar de camiones la continuó su hermano menor y el otro día, contó, se subió a un scania nuevo “en mi época viajábamos a 55 kilómetros hasta Santa Rosa. A veces cuando vengo cansado por algunas cosas del consultorio le digo a mi señora me voy a manejar camiones” (ríe).
PULSEADAS
Pero hay un capitulo poco conocido del médico cardiólogo. Cuando estuvo en el programa de Gerardo Sofovich y ganó un concurso de pulseadas.
“Con mis amigos somos amigos desde el jardín de infantes y nos fuimos a estudiar juntos en Buenos Aires, un día salimos a caminar y estaba canal 11 con la puerta abierta y sin seguridad, entonces nos metimos y recorrimos los decorados hasta que nos encontraron y nos retaron, uno de mis amigos se le ocurrió decir que veníamos a anotarnos en las pulseadas del programa de Gerardo Sofovich y me anotó a mi, entonces nos quedamos porque el programa estaba a punto de comenzar, yo estaba de camisa, zapatos, todos los demás de musculosas. Nunca había pulseado no sabía ni como apoyar el codo o el hombro”.
El premio eran “10 litros de aceite, una camisa y plata, la primera noche gané y no quería volver más pero mis amigos me insistieron porque al otro día además del aceite, las camisas, había una radio y nosotros no teníamos en el departamento. Al otro día volví a ganar y luego me convocaron a la final que además de aceite, camisas, había un radiograbador doble casetera y ganamos otra vez la final. El canal no se veía en Treque Lauque y nadie se enteraba, la manera que el tema se conoció es porque un trenquelauquense lo vio en Mar del Plata”.
Al tiempo “me convocaron para la final anual con el premio del aceite, la camisa y un TV para poder ver el mundial de Italia 90, pero perdí la final, y mis padres nos regalaron la tele para ver los partidos. Tuvimos 120 litros de aceite, 8 camisas, 4 pares de zapatillas y dos radios. Si bien no sabía pulsear, el trabajo con el camión y la carga me daba la fuerza del brazo”.
Es padre de tres hijos que también están en la universidad. “Mi consejo es que no sufran la universidad. Hoy las generaciones tienen más debilidades culpa de nosotros los padres que le dimos todo, cuando yo era chico si me regalaban un juguete la alegría era enorme ahora los chicos tienen todo y siempre hay un dispositivo nuevo”.
“Siempre le digo a los chicos que van al consultorio que le hagan caso a sus padres, que hagan deporte, que el celular no sea la desconexión, yo tengo autocritica porque por el laburo a veces estas poco en tu casa, a veces miro las fotos de los cumpleaños y tengo puesto el ambo uno piensa que podría volver para atrás y cambiar esas cosas. Pero siempre agradezco ser médico y volvería estudiar lo mismo, esta profesión te da más satisfacción que cosas feas”.