Karina López es la vecina detrás de la Escuelita de Pancho, un espacio de equinoterapia que funciona en el Club Atlético de Trenque Lauquen al que
Karina López es la vecina detrás de la Escuelita de Pancho, un espacio de equinoterapia que funciona en el Club Atlético de Trenque Lauquen al que asisten chico y adultos con discapacidad y otros con distintas problemáticas sociales en búsqueda de un espacio de contención y aprendizaje de la mano del caballo, un animal nombre, sensible y fundamental para muchas personas.
Karina contó que Pancho se llama el primer caballo que logró comprar. El espacio comenzó en 2016 como un emprendimiento familiar que busca dar una respuesta social a muchas familias, con el que no ganan plata, por el contrario ponen más de lo que sacan, porque quieren ser un lugar de apoyo para aquellos que tienen dificultades.
“De chica me gustaban los caballos, siempre tenía de chica, hice equitación en Barrio Alegre y competí en varios lugares” contó en una entrevista con FM Tiempo.
A la equinoterapia la conoció por un programa de TV “cómo se trabaja con chicos con discapacidad me gustó la idea, entonces comencé a preguntar dónde había capacitación, lo hice en Santa Rosa en El Zorzal de Matías Baldone que es muy reconocido y con María de los Angeles Kalbermatte que es pionera e inició la equinoterapia en América Latina”.
“Me gustó la idea de la conexión del caballo con el niño, el adulto, y cómo tratar distintas problemáticas como adiciones, bulimia, anorexia, ataques de pánico, etc.” y contó que entre sus alumnos uno de ellos padece una hemiplejia “y tiene avances muy importantes, es algo increíble lo que se genera con el caballo, es un animal muy noble y con mucha sensibilidad”.
Uno de los chicos “que iba con nosotros que se movía en silla de ruedas le gustaba mucho porque sentía la sensación que podía caminar, eso te llena el alma, a mi me emociona cómo se le puede aportar a la vida de los chicos”.
Al caballo “le ensañamos a trabajar con pelotas, aros, los chicos además trabajan con juegos didácticos, pinturas, dibujos, trabajamos colores, letras, números”. Funcionan martes y jueves desde las 15.30 horas en Atlético aunque ahora están buscando otro lugar porque el club les comunicó que necesitan el espacio.
Allí concurren chicos con patologías de salud y otros que van aconsejados desde algún espacio pedagógico para canalizar problemas de disciplina y programas sociales. En la relación con el caballo encuentran una compañía que los ayuda mucho. “A los chicos les gusta, les encanta, acariciarlo, cepillarlo, montarlo, es algo muy lindo”.
Es caro mantener los caballos, darle alimentación, pagar los seguros “no tenemos asistencia ni subsidios ni nada. Hay casos de familias que son muy humildes y no pueden colaborar porque tienen muchos gastos en medicación, a alguno hasta los vamos a buscar, no vivo de esto claramente, y la obra social no cubre esta terapia. A pesar de todo seguimos con fuerza para continuar a mi también me hace muy bien poder ayudar a los demás me llena el alma, no vamos por la plata. Lo nuestro es todo a pulmón y le damos lugar a todos tenga o no posibilidad de pagar”.
Ahora son 3 los caballos: Pancho, Paulina y Rosalía “me gustaría tener un predio para hacer huerta, tener baños, poder hacer dibujos y esas cosas, me gustaría tener el modelo de una fundación”.