Miguel “El Negro” Quiñones, una vida con la mirada tras la lente de un fotógrafo

Miguel “El Negro” Quiñones, una vida con la mirada tras la lente de un fotógrafo

A Miguel “El Negro” Quiñones lo conoce casi todo el mundo en Trenque Lauquen, pero no todos le conocen la voz. Abonado al bajo perfil, eligió mirar la

A Miguel “El Negro” Quiñones lo conoce casi todo el mundo en Trenque Lauquen, pero no todos le conocen la voz. Abonado al bajo perfil, eligió mirar la vida detrás de una lente de una cámara fotográfica y pasó por delante y el costado de todos casi inadvertido haciendo su tarea: retratando instantes, regalándonos imágenes de la ciudad y su gente.
“Siempre me definí como el fotógrafo de los pobres”, dice. Es que también eligió para sí la identificación barrial, la comunidad educativa de la Escuela 5 y el Jardín 905, el barrio de “atrás de la vía” sus vecinos “gente laburadora” señala, un lugar del que nunca se fue.
A los 76 años, retirado y jubilado del oficio de la fotografía, dio su primera entrevista. Fue en FM Tiempo 91.5 Mhz ayer a la tarde en la que repasó su pasión de toda la vida hacer fotos.
“Siempre tuve bajo perfil, nunca me hicieron una entrevista y yo me definía como el fotógrafo de los pobres porque siempre fui el fotógrafo de la Escuela 5 y Jardín 5, de atrás de la vía, siempre estuve identificado con esa barriada no con el centro” dijo en la entrevista radial. “Muchas madres necesitaban fotos para el DNI o para la escuela y no tenían recursos y como éramos del barrio siempre estábamos para ayudarnos”, recordó.
-¿En qué momento dijiste quiero ser fotógrafo?
-Es algo que uno lleva adentro y en algún momento sale, empecé con una camarita cuando tenía 17 años se llamaba Kodak Fiesta con lente fijo y un rollito en carretel envuelto en papel, se enhebraba y sacaba fotos en blanco y negro. Me la había comprado yo y quería sacar fotos, eso me entusiasmó del todo, eso fue hace 60 años atrás, yo tenía 17 años.
-¿Cuál fue la primera foto que sacaste?
-Creo que la primera fue a mi viejo. Mi viejo era resero siempre tenía caballos, y también en mi casa había ovejas, perros, por eso las primeras fotos siempre eran con animales. En la fotografía siempre estás aprendiendo.
FOTOGRAFO SOCIAL
A Quiñones siempre se lo identificó como un fotógrafo social. “Ser fotógrafo social era algo lindo, lo tomaba con mucha responsabilidad y profesionalismo no se trata solo de amontonar la gente y sacar una foto, uno siempre aprende mientras trabaja. No pude estudiar fotografía, si leía mucho”.
Una de sus fuentes de conocimiento fue el tío de su esposa, don Ruben Gómez “un viejo fotógrafo de Trenque Lauquen que se radicó en Buenos Aires y era profesor allí. Era fotógrafo de la época de placas, se le llamaban fotos de galería y que se retocaban mucho”. Por su capacidad y estar radicado en CABA estaba al tanto siempre de las tendencias y las innovaciones tecnológicas.
“El proceso de revelado era muy complejo”, recuerda Quiñones de la época en la que las fotos había que revelarlas “cuando la imagen aparece en el papel es la que te da la satisfacción de decir esta imagen la gesté yo, la hice yo”.
También hizo fotos de deportes, “lo suplantaba a Carlos Cuerda en el diario. Era muy amigo de Carlos, en su momento se lo consideraba el Messi de los fotógrafos, tenía un perfil muy alto y todos lo llamaban a Cuerda para trabajar, tenía capacidad de hacer cosas para la época porque tenía modelos, producciones, un book para las chicas y cosas que nosotros no hacíamos y empezamos años más tarde”, recordó de su amigo fallecido ya hace muchos años.

En el deporte se inclinó por el automovilismo “el Súper Prime me gustaba mucho y era una fábrica de trabajo por la cantidad de mecánicos, repuesteros, etc. que trabajaban de eso, no eran tantos los fotógrafos a los que les gustaba el automovilismo, siempre hubo fotógrafos especializados en distintos deportes, por ejemplo en ciclismo venía un fotógrafo que tenía armado un laboratorio en un colectivo y viajaba por todo el país siguiendo los ciclistas”.
A las carreras “iba con mi señora y mis dos hijos en el AMI 8, sacábamos 150 fotos por carrera y las vendíamos todas, era una buena época para nosotros”. Un día Juan Nappi, “que auspiciaba con Montoto al Falcón del Paton Fossat, me pidió sacarle fotos al auto y hacer 300 llaveros para los chicos que iban al boliche, las hicimos en Buenos Aires ya se imprimía en color y en serie allá, todo estaba cambiando”.
-Te pregunté cuál fue tu primera foto, ahora te pregunto ¿cuál fue la mejor que sacaste?
– No tengo una foto preferida. Sí hay una que me gustó mucho y hasta la presenté en un certamen. La saqué en la vía, a un chiquito la titulé “pobre tristeza”, la saqué de casualidad, había unos chicos jugando en la vía con una caña, estaba vestido muy humilde. Siempre fue la vía un lugar de inspiración para mi en la fotografía. Cuando me revelan el negativo apareció una raya que parecía que estaba pescando, era un error de la máquina pero ayudó a la composición de la foto, por su posición y su cara triste.
Si hay una deuda pendiente es que nunca hizo una exposición “nunca hice una exposición por eso del `socialero`, del fotógrafo del cumpleaños y de la fiestita. Fui el fotógrafo del jardín 905 durante 40 años, y nunca me dio por hacer una exposición. Tengo fotos de la ciudad, postales, etc. Nunca fue algo que me motivó, quizás culturalmente hoy es interesante ver algunas fotos que saqué hace muchos años de la ciudad, en algún momento tomé como iniciativa sacar fotos a las fachadas de viviendas antiguas que luego fueron convertidas en edificios, me inspiró la recuperación de una película de 100 años de Trenque Lauquen”.
También fue de los primeros que incursionó en video en VHS cuando la cinta de video llegó a los eventos sociales y familiares. “Siempre se está aprendiendo a hacer fotografía”, reitera un hombre que lleva 60 años en el oficio.