Oscar Puras regresó de la colimba y se metió en La Primera. Era parte de la “rueda mágica” de aquellos años ingresar a la compañía de seguros más impo
Oscar Puras regresó de la colimba y se metió en La Primera. Era parte de la “rueda mágica” de aquellos años ingresar a la compañía de seguros más importante del país y hacer carrera. Cuando el horizonte se nubló, tenía un plan B e ingresó a la Cooperativa de Electricidad a ponerse un traje que pocos quieren calzar: el de servicios sociales para hacer los sepelios donde estuvo casi toda la vida.
Es un hombre resiliente. Un laburador. Esa capacidad de adaptación es quizás la que le sirvió para correr la cancha con otro traje negro: el de árbitro de fútbol, que también vistió durante 30 años. Ahora sigue, con el silbato y las tarjetas, pero dirigiendo Newcom.
Con el arbitraje recorrió gran parte de las canchas del interior provincial y de La Pampa. Tuvo la oportunidad de trabajar junto a Javier Castrilli y Angel Sánchez, y arbitrar en partidos con jugadores de primera división. En una entrevista con FM Tiempo habló de su vida, la que dice está feliz de vivirla porque tiene todo: una mujer, dos hijos, 5 nietos, y la tranquilidad de ser un hombre honesto, qué más se puede pedir.
-¿Es un trabajo difícil el de servicio de sepelios?
-Es un trabajo que tenes que trabajar con todos los sentidos, tenes que entender que estas en un momento difícil para la gente, no te haces insensibles pero tenes que trabajar y alguien tiene que hacerlo. Nosotros llamábamos enseguida a los familiares cuando fallece un familiar en otra ciudad para decirle que no tiene que darle bola a nadie y esperar que llegáramos nosotros que no escucharan a nadie porque a muchos los estafaron y les sacaron la plata.
-¿Este tipo de trabajos te cambia la relación con la muerte?
-No, no nos cambia la relación con la muerte, sí te hace comprender mejor que nadie algunas cosas; que hoy estás y mañana no estás. No voy a dar nombres pero había un vecino que siempre pasaba por las salas y nos saludaba, una vez pasó el viernes a la tardecita. Cuando entré el lunes, estaba para ser velado. Te hace comprender mejor que nadie que hay que vivir lo mejor que puedas.
-¿Cómo llega el arbitraje a tu vida?
-Había jugado al fútbol de chico pero no tenía condiciones y cuando jugaba en el torneo Villegas, le pregunté a Gabino Martinez que fue el gran fundador de los árbitros y me mandó a hablar con Cacho Ferreti que era el formador, me dio un curso y a la semana ya estaba dirigiendo. Fue una tarea que disfruté mucho, arranqué a los 30 años en 1982 y dirigí hasta los 50 años de manera oficial, y los últimos 10 años en torneos comerciales como el Villegas. Dejè cuando mi hijo empezó a jugar en el Villegas, aunque lo alcancé a dirigir cuando jugaba en Barrio Alegre, y le saqué amarilla porque le pegaba hasta la madre (ríe).
Cuenta que la experiencia del arbitraje fue muy grata y que sólo sufrió una agresión de un jugador pero ya en el final de su carrera en el Torneo Villas “hay mucha gente que la pasión los envuelve y se dejan llevar en la cancha”.
-En los 90 las aguas se dividían entre la escuela de Lamolina y Castrilli, una permisiva y otra más reglamentarista ¿vos dónde te ubicabas?
-Amaba a Castrilli, no me gustaban los árbitros saca partidos ni los localistas. Anduve dirigiendo en distintas ciudades en los torneos Regionales que ahora se llaman Argentino C o B y había canchas difíciles pero nunca fuimos localistas. En algunos lugares nos puteaban de lo lindo.
-¿Cuándo estas dirigiendo sentís las puteadas?
-Si claro, uno está metido en el partido pero la gente se hace escuchar. Yo sabía que cuando entraba a la cancha era Oscar Puras y salía siendo Oscar Puras, que la gente no podía decir nada, lo interesante es que vos sepas cómo sos vos en la vida, después queda atrás la pasión de la cancha. A veces iba un vecino en la semana y me pedía disculpas porque me puteo en la semana.
-¿Logras entender eso? que un vecino te putee en la cancha.
-La gente se va a descargar a la cancha porque le pasan cosas, le falta plata, se peleó con la mujer, etc. yo comprendía que hay gente honesta y laburante que fantaizados el domingo te tiraban una puteada. Yo además no tenía pesos en mi conciencia.
-¿Se muñequean algunas acciones en la cancha?
-Si, le das una oportunidad más si entendés que la situación lo requiere. Mirá, yo a algún DT llegué a decirle cuidá la amarilla que saqué recién, porque veía que el jugador no estaba bien y ya estaba amonestado, entonces le advertía al DT para que lo sacara porque buscaba cuidar el futbol local que todos terminaran el partido, no es grato expulsar jugadores. A todos nos gusta terminar con los 22 jugadores adentro.
-¿Cuáles eran los más difíciles para dirigir?
-No voy a hacer nombres. Había algunos que hablaban mucho pero no son los peores, porque algunos tienen esa facultad de hablar y hasta casi te convencen. En mi último partido como árbitro me aplaudieron jugadores y la gente, para mi eso es lo más importante, es grato.
-Los jugadores hoy no ayudan mucho, cuando ves los partidos simulan mucho en los partidos de primera división de AFA.
-El árbitro argentino y sudamericano se aburre en Europa porque aquí se juega de otra manera y los jugadores actúan de otra manera.
-¿Qué opinas del VAR?
-No me gusta, vengo de la vieja escuela de Ferretti, Angulo, Martínez, y ellos se manejaban de lo que veían o lo que aportaban los líneas, había que correr más la cancha y las cosas salían bien. Hoy con VAR y todos los intercomunicadores no pueden ponerse de acuerdo.
-Tuviste la oportunidad de trabajar con Castrilli.
-Si tuve el honor ser colaborador de él, fui juez de línea en un partido que dirigió aquí. También de Angel Sánchez.
-Otro estilo.
-Si, un saca partidos, pero gracias a él tengo las camisetas de los equipos del partido que dirigió (ríe) porque mandó a llamar a los utileros antes del inicio del partido y pidió 6 camisetas de cada equipo para todos los árbitros y colaboradores y me dio 2 a mi.
-Contame como fue la experiencia de Castrilli.
-Con Angulo fuimos a tomar unos mates al hotel con él para hablar del partido, luego nos fuimos a la cancha y cerca de la hora del partido, me pidió que vaya a buscar la planilla de los jugadores del partido, y los DT no la tenían preparada y no la querían entregar porque era un partido amistoso, y entonces amenazó con no empezar el partido. Explicó luego que si ocurría algo en la cancha ¿cómo iba a hacer el informe? Si no sabía quién jugaba. Un partido que dirigía Castrilli no hablaba nadie.
-¿Qué cancha fue de las más picantes para dirigir?
-Hubo dos clásicos de pueblo chico. Uno fue en Paso y Madero, y en Macachin y Riglos, son clásicos de pueblos vecinos. En el caso de La Pampa en el minuto 20 del primero tiempo ya había echado a 3, y tenía como 6 amarillas, era muy difícil, el segundo tiempo lo íbamos llevando como podíamos y agredieron al línea Cacho Jiménez con una pila en la cabeza, tuvimos que suspender el partido y nos encerramos en el vestuario, nos pateaban la puerta y era una locura. En el clásico de Paso y Madero expulsé a uno y se me vinieron hasta de la casa, y cuando faltaban 3 o 4 minutos lo terminé y nos fuimos todos.
-¿En ese momento te arrepentís de estar dirigiendo?
-Nosotros hacíamos esto porque nos gustaba y porque nos daba de comer. En la Argentina siempre es un momento difícil para un laburante y si dirigía en la región o en otra provincia miraba para arriba que no lloviera porque era buena plata que me venia bien.
-¿Estas contento, conforme con el recorrido logrado?
-Si estoy muy feliz con mi vida personal y familiar. Yo me caso con la mujer que amo hace 45 años, con María, tengo 2 hijos Mariano y Natalia, y tengo 5 nietos. Siempre fui un laburante, con honestidad, puedo mirar a la gente a los ojos y puedo sostener la mirada, estoy feliz de la vida.
-¿Cómo es esto que sos árbitro de Newcom?
-Ahora soy árbitro de Newcom, las reglas son bastante parecidas al vóley, soy arbitro provincial y tengo unos cuantos partidos que dirigir, ahora el viernes me voy a Ameghino y Pehuajó, luego en Malargüe y Villa Gesell, mi señora también juega.
-¿A tu señora le sacas tarjeta roja si hace una falta?
-No, no. Ahí negociamos. (ríe)