En una región sin montañas ni sierras, donde el horizonte se extiende plano y sin sobresaltos, un grupo de entusiastas del aire ha encontrado la forma de conquistar el cielo. Beatriz González y Miriam Krotter son dos de las pocas mujeres que practican parapente en la llanura bonaerense, y lo hacen con una pasión que trasciende el deporte: es una forma de vida, de conexión con la naturaleza y de desafío personal.
«El parapente es un ala flexible que vuela con los mismos principios que un avión. En la llanura, volamos con remolque, como los planeadores», explica Beatriz en una entrevista con FM Tiempo, pionera en la actividad desde 1997. En lugar de lanzarse desde una montaña, como ocurre en zonas serranas, aquí se despega desde el suelo con la ayuda de un vehículo que remolca la vela hasta alcanzar altura suficiente para encontrar una térmica: una burbuja de aire caliente que permite ascender.
VOLAR SIN MOTOR
Miriam, que se sumó al grupo tras la pandemia, describe la experiencia como una mezcla de adrenalina y meditación: «Cuando estás en el aire, no pensás en nada más. No hay teléfono, no hay horarios. Solo estás vos, el cielo y el viento». Ambas coinciden en que los momentos más críticos son el despegue y el aterrizaje, pero que una vez en vuelo, la sensación es de libertad absoluta.
El grupo, que se reúne en el aeroclub de Ñancolauquen, está compuesto por entre siete y diez personas, de las cuales sólo dos son mujeres. No son instructoras formales, pero acompañan a quienes quieren iniciarse, comparten conocimientos y organizan viajes a zonas de montaña como Famatina o Tucumán para perfeccionarse.
Volar en la llanura implica una lectura precisa del terreno y del clima, dicen. «Buscamos disparadores de térmicas como lagunas, montes o contrastes de suelo. Es un juego de estrategia y sensibilidad», cuenta Beatriz, que además es agrimensora y aplica su conocimiento técnico al vuelo.
El equipo no es barato: un parapente nuevo ronda los 4.000 a 5.000 dólares, pero no requiere combustible ni mantenimiento costoso. La clave está en el cuidado del material y en la práctica constante.
MUJERES EN EL AIRE
Las vecinas forman parte de Las Magas Voladoras, un grupo de más de 100 mujeres parapentistas de todo el país. «Cuando empecé, éramos muy pocas. Hoy somos muchas más, y eso es hermoso», dice Beatriz. Ambas coinciden en que el parapente no es una locura, como muchos creen, sino una forma de desafiar los límites y encontrar una nueva perspectiva del mundo.
Desde el cielo de Trenque Lauquen, estas mujeres demuestran que no hacen falta montañas para volar alto. Solo pasión, técnica y el deseo de mirar la vida desde otra altura.