Walter Gallo, y la tradición de una Parrilla histórica con la magia y la nostalgia del “Mocho” Cabeza

Walter Gallo, y la tradición de una Parrilla histórica con la magia y la nostalgia del “Mocho” Cabeza

La historia de Parrilla Don Nicolás es la historia de una amistad que trasciende el tiempo y es eterna. Walter Gallo es el heredero de la magia

La historia de Parrilla Don Nicolás es la historia de una amistad que trasciende el tiempo y es eterna. Walter Gallo es el heredero de la magia del “Mocho” Juan Carlos Cabeza, un histórico empresario trenquelauquense creador de íconos de la noche como Kastigo Disco y Kastigo Bar, y que refundó el género de la parrilla con la creación de este espacio gastronómico hace casi 3 décadas y aún sigue en pie.
La Parrilla es una cita nocturna para gente de exquisito paladar. Fue una idea mágica de Mocho cuando la ciudad se terminaba antes y no había ni luces ni pavimento, en aquellos lugares y nadie se le ocurría sentarse a cenar lejos del centro. Hoy, con una ciudad transformada y una noche muy distinta, la nostalgia de las brasas ardiendo desde temprana hora son una postal que atraviesa el tiempo.
Entrevistado en FM Tiempo, Walter que no es muy amigo de los medios ni las fotos, dijo que hoy casi no quedan restorans en Trenque Lauquen porque fueron suplidos por lugares de comida rápida, lo mismo –reflexiona- ocurre con el oficio de mozo, es un tiempo que está dando lugar a otro.
“Yo comencé por accidente en este ambiente porque era colaborador de Mocho desde los 17 años en Kastigo Bar y Kastigo Disco, en el bar por ejemplo había pantalla gigante y se pasaban películas él siempre fue un visionario en todo”. Gallo venía del ambiente de la construcción y la pintura pero de noche trabaja en la gastronomía.
“Cuando vendió el boliche estuvo 2 años sin hacer nada. Un día me llamó a su casa que vivía en el acceso y me señaló el terreno de enfrente que no tenía nada, era un cañaveral. Me dijo que iba a poner una parrilla, parecía una locura porque estábamos muy lejos del centro ni siquiera había pavimento en las calles del barrio. Yo hice la obra pero nunca había un hecho asado”.
El primer día “me puso en una parrilla que había afuera porque el local estaba desbordado, me puso a hacer un lechón, que se me quemó bastante (ríe) por suerte el parrillero Roberto Junco me iba dando una mano y me ayudaba”. Armó el local “sin plata porque no tenía. Sólo tenía 8 mil pesos, y la obra costó 44 mil. Le daban los materiales y pagó todo en 3 meses”.
La incógnita era entonces “cómo la gente iba a ir a 11 cuadras del centro en un entorno sin luces ni pavimento como era la ciudad hace 30 años, solo estaba en frente la estación de servicio. Pero fue un éxito, no dábamos abasto, la gente hacía cola para comer, él armó la parrilla a la vista para que la gente pueda ver cómo se cocinaba, no existía eso en aquel entonces”.
Otra variante que fue determinante “fue la parrilla libre, que vos podes comer todo lo que quieras y nosotros eso no lo pudimos cambiar a través de los años”. Hoy, cuenta Gallo la gente que viaja por ruta 5 los encuentra en Google y entra a comer.
Son 10 personas las que trabajan en el lugar “a mi me gusta seguir en la parrilla algunos días, pero me encargo del desposte de carne que la compramos en Salvatore de calle San Martín es muy buena carne. Hoy la gente busca precios, y nosotros no podemos tener precio porque vendemos carne que es cara, la leña y todo es caro. Por eso desde hace algunos años sumamos cocina general con platos elaboradores y eso es más barato que la carne. Hoy vendemos 60 y 40% la elaboración es nuestra”.
Recuerda que aprendió a cocinar con Marcelo Zabala a quien Mocho contrató para hacer de docente, como si fuera preparando su sucesión.
“Cuando Mocho se enfermó decidió vender el fondo de comercio y me lo ofreció, en cuotas y en dólares. Cuando se fue de la parrilla no se llevó nada, ni sus cosas, la confianza y el amor que le tenía por el lugar. Para mi siempre fue una gran persona como un padre, en el 2008 durante la crisis con el campo tuve un accidente automovilístico y él siempre estuvo a mi lado”, recuerda con afecto.
Del momento “que me hice cargo, continué todo lo que él me enseñó. A mi me gusta trabajar, hay días que paso 18 horas dentro del local. Los clientes históricos acompañaron el momento y el traspaso, hay gente que hace 30 años que va y hay un vecino que come todos los días desde hace 28 años”.
Las gastronomía, reflexiona, “tiene cosas lindas por el trato con la gente, te agradece. Mocho me enseñó a tener el trato con la gente, siempre voy a todas las mesas a agradecer a las personas que consumen en mi local, el café, el whisky y el champán no se cobran en la Parrilla Don Nicolás”.
-¿Allí cenaron muchos famosos?
-El ex presidente de la Nación Raúl Alfonsin, Gustavo Ceratti, Abel Pintos, etc. todos los espectáculos que traía Barrio Alegre cenaban ahí.
-Hablando de Ceratti, hay una leyenda urbana que dice que a Mocho le fue mal económicamente al organizar el recital de Soda Stéreo en 1989.
-Si eso es verdad, fue en 1989, era una gira importante del disco Canción Animal, era la banda más importante de América Latina. Se alquiló la cancha, transformadores eléctricos, sonido, todo, pero la gente no fue. Se vendieron pocas entradas. Con lo que recaudó no le alcanzaba y eso le costó un auto Fiat Uno que tenía. Se compró una bicicleta en lo de Ciotti. Es verdad que andaba en bicicleta después del recital, era un laburante de verdad, con códigos y siempre para adelante emprendiendo siempre y proyectando cosas nuevas.
-Lo tenés muy presente es bueno hablar así de alguien y ser agradecido.
-Yo vivo ahí me gusta estar en la elaboración de todo, amo mi trabajo y proyecto seguir ahí y con el legado de Mocho que lo tengo siempre presente, éramos muy amigos, nunca me sentí un empleado sino su amigo. Todo lo que tengo lo tengo gracias a él, para mi fue como un padre. Vi crecer a sus hijos.
-Para el final hablemos de asados ¿hay algún tips para hacer asados?
-Si claro, en la gastronomía son todos secretos (ríe) pero se aprende todos los días, es algo que se aprende todos los días. Muchos nos preguntan “cómo haces tan rico los chinchulines”, eso si es un secreto…