La huella de Francisco Salamone en nuestra región

La huella de Francisco Salamone en nuestra región

Por la cotidianidad. Por convivir a diario con esos edificios. Los habitantes del noroeste bonaerense quizás no somos conscientes del privilegio que r

Por la cotidianidad. Por convivir a diario con esos edificios. Los habitantes del noroeste bonaerense quizás no somos conscientes del privilegio que representa la huella de Francisco Salamone, uno de los arquitectos más importantes de la historia argentina, y que vive en Palacios Municipales, Mataderos y Cementerios de nuestros pueblos.

Salliqueló, Pellegrini y Guaminí son algunos de los municipios bonaerenses en los que Francisco Salamone, sólo en 4 años, construyó edificios públicos con una obra considerada monumentalista y una espectacularidad que sobresale por lo elevado de sus construcciones. Fue un genio inigualable con una capacidad asombrosa, que lo llevó a realizar 60 obras en más de 20 distritos durante 4 años, un dato difícil de igualar sobre todo si se tiene en cuenta las características de la construcción de la década del 30, que fue cuando lo hizo.

Para conocer más sobre este arquitecto e ingeniero que nació en Italia pero que creció en Argentina, viajamos a Salliqueló. Nos prometieron que vamos a entrevistar quizás a la persona que más sabe sobre Salamone en nuestra región, a la docente y museóloga Marta Villacampa que le ha dedicado parte de su vida a estudiar la obra.

Marta dirige el Museo de Salliqueló “Campomar Cervera”. Su cuerpo, menudo, se mueve entre piezas de aborígenes recolectadas, fotos de los primeros pobladores, relojes y animales disecados. Hay una caja de cartón sobre su escritorio, y de su interior salen y salen carpetas y recortes de diarios. Todo relacionado con Salamone. Esta mujer es una verdadera apasionada del arquitecto y sus ojos brillan cuando habla de su obra.

Marta dirigió, hace unos años un programa turístico que se llamaba “Circuito Salamónico” que recorría los distritos de la región con delegaciones de Buenos Aires mostrando la obra.

Su interés nació cuando estudió Museología y no paró nunca de estudiarlo. “Salamone me apasiona, le dediqué mucho tiempo. Los pueblos tienen que conocer su patrimonio y tomar identidad por sus cosas”.

Marta rescata que fue “un ser excepcional”  y pone el acento en tiempos de grietas que la obra se desplegó durante los 4 años de la gobernación de Manuel Fresco, un conservador; mientras que Salamone era un reconocido dirigentes radical. “A pesar de ser opuestos en términos políticos, fue quien lo contrató y le extendió toda la provincia para hacer palacios municipales, escuelas, mataderos y cementerios. En esos 4 años, hizo 60 edificios”.

“Era un gran trabajador, muy organizado y era piloto civil, ese detalle casi nadie lo sabe, con su avión pequeño que parecía la gran langosta recorría las ciudades. Les enseñó a los trabajadores porque eran gente de campo y ruda, se cree que le enseñó a más de 5 mil personas, trabajaron con moldes, un sacrificio extraordinario”.

Su obra

Nuestra entrevistada describe la obra como “Art deco, que adopta figuras geométricas de maneras insólitas, son características sus torres en mataderos y palacios municipales, porque quería que se leyera que la autoridad era el gobierno municipal”. También destaca que toda su obra aún está en pie y no se resquebraja, lo que marca la calidad de la construcción.

En Salliqueló las obras del matadero y el cementerio concluyeron en 1937. Entre 1937 y 1938 también hizo el Palacio Municipal de Pellegrini y Guaminí, y los mataderos municipales de Guaminí, Pellegrini y 3 Lomas.

“El cementerio de Salliqueló es muy simple pero hermoso, tiene una cruz que tiene un relieve que parece que sean dos, las puertas tienen detalles que marcan la vida y la muerte; generaba efectos en sus obras” y arriesga un poco más “tenía sentimientos y espiritualidad, quién hace un edificio importante en un lugar donde van a morir animales” se pregunta.

Marta habla largo y tendido sobre la obra “era un hombre de campo, por eso imaginó el choque de la horizontalidad de la llanura con la verticalidad de su obra” y lamenta la pérdida joven. Murió en 1959 a los 61 años.