María Suárez tiene una historia como cualquier otra. De lucha, compromiso, sufrimiento y superación. Una historia de utopías perseguidas, de
María Suárez tiene una historia como cualquier otra. De lucha, compromiso, sufrimiento y superación. Una historia de utopías perseguidas, de sueños por alcanzar. En ellos se imagina ante un público repleto que la aplaude de pie, la ovaciona por lo que hace como mujer, madre, laburante y como cantante.
Pero esta mujer de 32 años sabe que los caminos de rosas son sólo de cuentos de hadas. Su historia, moldeada por los topetazos que te impone la vida le hizo conocer hace mucho tiempo eso, por eso quizás a esta altura encuentra en el aplauso del público ese calor que tanto le costó hallar abajo del escenario. María, tiene una historia que merece ser contada, como Gilda la reina de la música popular que le abrió camino a todas las mujeres en este segmento de la música.
Mary, como se hace llamar en sus presentaciones, es madre y divorciada. Su hijo de 12 años arrastra una larga enfermedad que le provocó un grado de discapacidad y durante muchos años caminó los pasillos de los hospitales de La Plata en la búsqueda de los mejores tratamientos y una mejor calidad de vida, cosa que ha logrado recientemente dice.
Además fue empleada durante 14 años de un supermercado donde aprendió el oficio de la carnicería y ahora, a pesar de la crisis y lo mal que está el país, se lanzó junto a su hermano con una carnicería y despensa propia, como si enfrentar las malas condiciones fuera un hábito al que no le teme, está de pie esperando que el negocio arranque. En los ratos libres trabaja por hora y limpia una casa, y como si esto fuera poco, es una artista que los fines de semana se presenta en Catriló, Trenque Lauquen, 30 de Agosto y otras ciudades, con canciones de su disco del género tropical, interpretando a Gilda, Karina “La Princesita” y otras artistas.
Su relación con la música es reciente, hace 4 años empezó una carrera a la que le dedica todo su esfuerzo. “La música me ayudó a salir delante de muchas cosas que me tocaron pasar por la enfermedad de mi hijo”, dice en el comercio que atiende junto a su hermano Rodolfo.
“Me quedé sola con mi hijo, hice mucho sacrificio de trabajo para pagar los viajes a La Plata, y poder obtener todos los estudios y todo lo que hacía falta, todo el tiempo había que estar encima de las cosas que necesitaba”.
“Hace 4 años una amiga que cantaba me invitó, al principio me dio vergüenza porque todos te conocen, así que me lancé una vez y comencé; todos se sorprendieron que podía cantar, después me llamaron de la Municipalidad, para una fiesta de la iglesia, para el club, y hace un par de años grabé en el estudio de Pin Llanesa de Trenque Lauquen un CD, era lo que quería es todo lo que quería y ya estoy feliz”.
Luego del CD surgieron contrataciones en 30 de Agosto, Catriló, La Pampa, Trenque Lauquen, y otros lugares “después comencé a sumar canciones melódicas y ahora hay un compañero que es guitarrista y con él hacemos algunas canciones también de folclore”.
Sus fuerzas
Madre sola, con una enfermedad de su hijo, trabajando en la carnicería, limpiando casas y haciendo que los sueños se cumplan. “No me quedó ninguna barrera para superar, todos me preguntan de dónde saco fuerzas. Yo no me voy a quedar llorando, sufrimos muchas situaciones con la enfermedad de mi hijo, no me voy a tirar en la cama a llorar”. Su hijo está mejor dice, con la equinoterapia y las distintos tratamientos evolucionó mucho y hasta la acompañó cantando una canción en un recital reciente.
“Me encantaría tener una carrera en la música pero bueno esta es mi vida y yo no puedo vivir de la música, tengo que laburar y ensayar los fines de semana. Me dicen que soy puro coraje porque poner este negocio en este momento del país y hacer música los fines de semana, no parece fácil pero nosotros no vamos a bajar los brazos”.
Hace dos años grabó su CD, una obra que la tiene muy ilusionada y que presenta los fines de semana. Como si el mismo fuera una metáfora de su vida se llama “Solita vine”. El nombre surgió porque no tenía nombre, y se lo sugirió “Pin” Llanesa.
“A veces trabajo todo el día y a la noche voy a cantar, me subo al escenario y me olvido de todo, soy otra persona”, dice y la entrevista se termina entonces se calza el delantal rojo y toma una cuchilla para cortar la carne, comienza la otra vida en la que sueña con los aplausos de pie y una carrera de artista, una ilusión que nadie cree sea imposible para una mujer capaz de derribar todas las barreras y soportar todos los golpes de pie, y siempre lista para salir a escena nuevamente. Mary Suárez, una historia que merece ser contada.